Moisés Sánchez Limón
¿Qué diferendo hubo entre Jesús Murillo Karam y Alfredo Castillo Cervantes? Públicamente ninguno; internamente, en la PGR, se alimentaba el posible relevo del hidalguense por el mexiquense. Dese hace meses traen diferencias; y un factor se llama Elba Esther y se apellida Gordillo Morales.
La versión es que Castillo sería procurador General de la República. Y, bueno, es procurador, pero Federal del Consumidor. Dirán que no es lo mismo procurar justicia y perseguir delincuentes que  respeto a los precios del huevo y las tortillas, y sancionar a especuladores y encarecedores de alimentos básicos.
Pero, bueno. El caso es que, temprano, en el gabinete presidencial trascienden los desencuentros entre los grupos de poder. Para nadie es un secreto que el equipo del presidente Enrique Peña Nieto se ha nutrido de la veta de jóvenes políticos –algunos no tanto—del estado de Hidalgo y el Estado de México. ¡Faltaba más!
Miguel Ángel Osorio Chong, entonces gobernador hidalguense cultivó la amistad de su contraparte mexiquense, Enrique Peña Nieto, y lo demás es historia. Ahí llega, con él a la cabeza, el grupo Hidalgo. Unos les dicen los pachucos, no necesariamente de Hidalgo, como a los del Estado de México los citan como tolucos, cuando no parte del grupo Atlacomulco.
Mire usted. En esto de los grupos políticos en el poder o de vuelta a éste, es elemental y no tiene nada de pecaminoso, instalar a sus hombres clave, más allá de darles una chamba en los primeros niveles porque siempre habrá prospectiva política, ver más allá de un trieno, de un sexenio. Para eso se arman los grupos, lo demás es demagogia. El poder es el poder y punto.
Por eso, cuando se llega al poder y sobre todo al máximo en México, como es la Presidencia de la República y de ahí para abajo en la vicepresidencia, tal cual se ha convertido en recuperadas funciones torales como responsable de la política interna del país, la Secretaría de Gobernación, más los ramales en el resto del gabinete, se reparten puestos y se coloca a personajes de confianza, clave, pues.
Pero los cargos de primer nivel siempre serán manzana de la discordia porque, en la medida en que un grupo de haga de más espacios, en ese nivel tiene influencia y prevalencia en decisiones de alto impacto. Con la mirada al futuro porque los puestos no son eternos ni nadie es dueño de la oficina que se llega a ocupar en el relevo gubernamental.
El problema, empero, es que esta lucha por el poder y la prevalencia llega a malograr proyectos, echar por la borda planes y despostilla a funcionarios y dependencias, los desgasta y al final del día ello opera en la calidad de gobierno. Porque gastarse el tiempo en la grilla y la búsqueda de los yerros del contrario, quita tiempo y da al traste con el equipo y las promesas de campaña.
Por eso, no hay que perder de vista la disputa que existe entre integrantes de los grupos Pachuca y Toluca por el control de la Procuraduría General de la República, es decir, de la procuración de justicia, que es poder, tanto como la prevención del delito y el espionaje, o para decirlo de manera eufemística: el de la investigación, análisis e inteligencia. Información es poder.
Sin embargo, el grupo Pachuca o Hidalgo tomó ventaja, sin querer queriendo, a partir del affaire de la hija del entonces procurador Federal del Consumidor, Humberto Benítez Treviño. Porque eso dio pauta al equipo de Murillo Karam de deshacerse del subprocurador de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo, Alfredo Castillo Cervantes, quien se perfilaba en la sucesión del hidalguense, congruente con su línea de trabajo apoyada, primero por el gobernador Peña Nieto y, ahora, por el presidente Peña Nieto.
No había alguien más para ocupar la vacante de Benítez Treviño y el presidente designó a quien fuera su procurador General de Justicia en el Estado de México, para apaciguar el escándalo provocado por el incapaz procurador Alberto Bazbaz, el mismo del escandalazo de la niña Paulette.
El movimiento cayó como anillo al dedo, porque Castillo Cervantes le dará otro punto al equipo de Murillo Karam, una vez que se palomee la designación de José Martín Godoy Castro como subprocurador de Verificación de la Profeco, en sustitución del sancionado Roberto Figueroa Martínez, el mismo que hizo eco a la demanda de auxilio de Andrea Benítez y dio pie al escándalo y la remoción del doctor Humberto Benítez Treviño.
¿Perdió el Grupo Toluca? No creo. Cuentan que uno de los factores que abonó en las diferencias entre Murillo y Castillo, es que el primero no fue enterado del operativo para aprehender a la profesora Elba Esther Gordillo Morales, en tanto el segundo, junto con Godoy Castro, se encargó de toda la filigrana que se tejió entre San Diego, California, el Distrito Federal y Toluca, para echarle el guante a la hoy ex todo poderosas dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
¿Fue decisión del presidente Peña Nieto sacar a su amigo Castillo de la PGR para evitar desgastarlo? No hay duda. El mandatario le avisó con tiempo, le pidió prepararse y asumir un cargo desde el que seguirá atendiendo asuntos delicados del régimen. Sí, no es lo mismo ser procurador General de la República que procurador Federal del Consumidor.
Pero, no es lo mismo ser amigo y gente de todas las confianzas del Presidente, que empleado y colaborador del Presidente. Digo.