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domingo, 12 de agosto de 2012

LA MUJER DE PUEBLOS ORIGINALES Y SU LUCHA POR UNA VIDA MEJOR Por: Zoila Elena Solís Hernández.


Los pueblos originarios de México mantienen una lucha incansable por conseguir del resto de la población el respeto a sus usos y costumbres y por ser incluidos en los programas sociales.
La plena conciencia de la existencia de los pueblos originarios es la cuestión que los mantiene en pie de lucha, una lucha que pide a gritos se haga permanente la mirada natural y de reconocimiento hacia los pueblos originarios y no una mirada que excluya, margine, humille  y viole sus derechos humanos.

Constantes actos de violación a sus derechos humanos y de justicia significan y acompañan  el pan diario de su vida: Niños, niñas, jóvenes, hombres y las mujeres, que desde la perspectiva de género son quienes reciben aún más el rechazo y señalamiento por la cuestión histórica de la cultura patriarcal: Ser mujer y además indígena tiene un alto costo en la sociedad.

Magdalena Hilario Petra, es una mujer auténtica integrante de Pueblos originales, nació en el municipio de Tlacochistlahuaca, Guerrero, y como muchas de su género llegó al Puerto de Acapulco con la esperanza de alcanzar una vida mejor.

Entrevistada antes del inicio de una marcha en el Puerto de Acapulco por el Día Internacional de Pueblos Originarios, el diez de agosto del 2012, comentó sobre sus vivencias: “Viví treinta años en mi tierra natal en extrema pobreza y sin aspirar más que a la crianza de hijos, la cual me resultaba más difícil, sin tener la experiencia de mi madre biológica quien murió al darme vida”.

 Sin embargo expresa que corrió con suerte,  su padre siempre cuidó de sus hermanos y de  ella a quien de herencia le dejó el aprendizaje de la elaboración del telar de cintura,  de manta, y artesanías de aretes, collares y bolsas de chaquira, lentejuela, bordado, chaquiron,  entre otras propias que se usan en sus tradiciones: “Mi padre pagó mi enseñanza a una mujer con hilos de tejer y fue así que con estos conocimientos me animé a dejar un lado los trece años de vida servil en diferentes hogares del Puerto para dedicarme a realizar mis labores, tuve que sentirme orgullosa de mi gente y mi cultura para dejar una subsistencia donde lo único a que aspiraba era un sueldo pequeño y un plato de comida”.
Explica que su nuevo cambio de vida económica, fue diferente y difícil,  inició una etapa donde lo primero que tuvo que contemplar fue la fabricación y posteriormente la venta de las prendas y artesanías que le llevaban varios días y meses de esfuerzo, estos meses de arduo trabajo representan para ella el costo de elaboración el cual va implícito en el costo de la prenda donde inicia también la venta del concepto una vez que los clientes cuestionan sobre lo que consideran un caro precio por una prenda que es elaborada por un miembro de un pueblo original a los que excluyen, humillan, maltratan y no valoran.
Para ella es importante ofrecer una artesanía, un vestido,  por el costo de elaboración y producción, por el tiempo empleado en hacerla. “Un traje de Chaquira con manta me ocupa tres semanas de tiempo de elaboración y tiene un precio en el mercado de quinientos pesos, uno de telar de cintura cuesta trescientos pesos y varía según la calidad de hilos y tela en poliéster u algodón, otros como los huipil finos llegan a costar hasta dos mil pesos”.
Para los demás, que no conocen el esfuerzo de sus manos, dejan de observarla con ojos de vulnerabilidad cuando cuestionan con mirada de incredibilidad  al cuestionarla: “¿Por qué es tan caro este vestido, que esta hecho con hilo de oro?”

Ella solamente exclama. “Me molesta y muchas veces  contesto: “Si quieres saber de que material esta elaborado te doy clases hasta una semana gratis para que aprehendas este oficio y lo valores, pero casi siempre les explico en el momento pues lo que importa es vender no discutir, muchas veces cuestionan porque no conocen y hay que explicarles”.
Magdalena Hilario Petra es una mujer que ha tenido que aprehender a vender el concepto de sus prendas de tal manera que el cliente elija comprar y lucirlas con tanto orgullo como el que a ella le representa la fabricación y de  cultura de vestirse con sus trajes originales: “Me gusta mi ropa porque no cualquiera lo hace, me siento orgullosa de portar mis trajes regionales, así me cueste mucho trabajo y tiempo hacerlo y sobre todo aguantar que la gente menosprecie mi trabajo”.

Al igual que ella, sus compañeros hombres y mujeres de los pueblos originarios tienen miedo de producir mercancía de su tierra natal porque tienen miedo de enfrentarse a la discriminación de la gente y que no le compre, pues entonces tendrán que dedicarse a otras actividades, pero en ella permanece una esperanza constante y sonríe cuando expresa: “Si algún día se acaban  las fábricas de ropa común,  cierran  y dejan de producir, yo no me quedo encuerada porque se hacer mi propia ropa”.

La organización de las Naciones Unidas instituyó el diez de agosto el día internacional de los Pueblos Originarios, en Acapulco la Presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Magdalena Valtierra García organizó una marcha en un clima de paz para decirle al pueblo de Guerrero que los pueblos originarios “existen” y que están presentes y en la lucha constante por la construcción de una sociedad justa y con equidad y ahí en ese lugar en las afueras del Ayuntamiento de donde partió la marcha después de colocar una ofrenda al monumento a Cuauhtémoc quien prefirió padecer el dolor de sufrir quemadura de sus pies antes que traicionar a su gente, ahí conocí a Magdalena Hilario Petra quien con mucho agrado me brindó la entrevista.

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