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martes, 6 de noviembre de 2012

Entresemana Estridencia legislativa y opacidad gubernamental Por Moisés Sánchez Limón

A Felipe Calderón le entonaron Las golondrinas durante su periplo de despedida por el estado de Zacatecas. Y todo el mundo político lleva la cuenta regresiva de este sexenio que no acaba de entregar cuentas, ya no digamos buenas, simplemente cuentas.
Y, metidos en la discusión de la reforma laboral como si en ello se jugara la vida nacional, en medio de la estridencia discursiva de buenos y malos, hay quienes llegan a extremos de la paranoia partidista y de plano descalifican a la vigente Ley Federal del Trabajo.
Por ejemplo, el coordinador de los diputados federales del PAN, Luis Alberto Villarreal García, literalmente considera que la ley que rige las relaciones obrero patronales y al aparato productivo nacional, prácticamente ha sido inservible desde que entró en vigor el 1 de abril de 1970, mediante decreto del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, casualmente a unos meses de entregar el poder a su sucesor, Luis Echeverría Álvarez.
Dice Villarreal García, con esa impunidad discursiva de quien se considera dueño de la verdad o factor de decisión en la vida institucional mexicana, “nosotros estamos dispuestos a que esta semana tengamos una reforma laboral que México tiene 42 años esperando”.
En ese nivel de chabacanería declarativa, bien vale considerar que el joven legislador, cuando alcalde de San Miguel de Allende, Guanajuato en el periodo 2003-2006, rigió las relaciones con los trabajadores del municipio con una ley inservible.
Por supuesto que Villarreal García simplemente se lanzó al ruedo en esa impronta que atenaza a los funcionarios calderonistas que ya se van pero, en la despedida, dejan un rastro de inconfundible ineptitud y excesos de demagogia.
Bien se dirá que el país no se ha desmoronado y que cuenta con estabilidad económica, aunque prendida con alfileres, como en aquel sexenio de la transición cuando, error de diciembre bautizado, el doctor Ernesto Zedillo y su efímero secretario de Hacienda, Jaime José Serra Puche, se los quitaron y desataron el caos económico.
No hay duda que el guanajuatense forma parte del grupo compacto calderonista y, por ende, asume la defensa del gobierno del amigo de su amigo que le dio el visto bueno para llegar, primero, al Senado y, en los estertores de la administración federal, ir a la Cámara de Diputados por la vía proporcional, es decir, sin hacer esfuerzo alguno simplemente cambió el escaño por la curul.
Y, bueno, en otro escenario nos encontramos con un récord en las reservas internacionales. Hay en caja más de 160 mil millones de dólares, una cantidad de suyo respetable que prácticamente sirve como blindaje para la economía mexicana, o mejor la vacuna de Felipe Calderón para presumir que deja algo mejor que finanzas sanas: lana en el monedero para solventar el gasto de su sucesor Enrique Peña Nieto. Un formulismo simplista, que los economistas visten de cuadros y barras.
Bien. ¿Y qué pasa con el campo? Una evaluación de las crecientes importaciones de alimentos determinará la calificación que se otorga al gobierno de Felipe Calderón en el sector agropecuario. Presumir es sencillo; fácil decir que alguien tenía que comenzar con el combate al crimen organizado sin reparar en los costos, porque al fin y al cabo el que se echó la responsabilidad sabía del riesgo de ser cuestionado, pero finalmente ahora hasta presume el slogan de “gobierno valiente” que Andrés Manuel López Obrador no tarda en reclamarle la copia, aunque no tiene la marca registrada.
En este escenario de las despedidas y las bienvenidas, los legisladores del PAN que nunca se dieron cuenta, o no quisieron percatarse de que eran gobierno, han echado a volar la imaginación y en medio de la estridencia discursiva y la impunidad declarativa, defienden lo indefendible. Y más temprano que tarde aparecen los criminales subejercicios o evidencias de la falta de capacidad para administrar en el sector público.
La opacidad recurrente en secretarías como las de Economía y Desarrollo Social, va de la mano en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (a) Sagarpa, cuyo (i)responsable Francisco Mayorga Castañeda presume de un pulcro ejercicio, pero en la Cámara de Diputados le han recordado que la lana programada y etiquetada para aportarse a los productores en el ciclo primavera-verano (que ya pasó) de este año, simplemente no se ha entregado en su totalidad.
Tal vez don Paco Mayorga presumirá que en su gestión se hicieron importantes ahorros, pero al campo le ha ido como en feria.
Fue como aquel funcionario de Sepropie, un reportero televisivo que se sacó la lotería por apoyar a doña Marta Sahagún, pero nada sabía del manejo de dicha área en la Presidencia de la República y mandó reutilizar todos los casetes de video tomados a Vicente Fox, dizque para ahorrar. Por supuesto dejó sin memoria gráfica (video) al Archivo General de la Nación, por lo menos de los primeros meses de la gestión foxista. Y luego lo premiaron enviándolo de agregado de prensa a un consulado en Estados Unidos. ¡Puros cuates impunes!
Al rato comenzarán las cuentas del nuevo inquilino de Los Pinos y su equipo; en paralelo saldrán las justificaciones de aquellos a los que la Auditoría Superior de la Federación llamará a cuentas, junto con el nuevo sistema anticorrupción. ¿Cuántos se irán al bote? ¿Cuántos, en la estridencia discursiva, desde el Legislativo se rasgarán las vestimentas? ¿Y don Felipe? Conste.


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