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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Entresemana La PGR, de Lozano Gracia a Murillo Karam Moisés Sánchez Limón

MOISÉS SÁNCHES LIMÓN
No existe evidencia documental de que, por lo menos en el último medio siglo, la Procuraduría General de la República haya sido ajena, cuando no instrumento, de persecuciones políticas, del cobro de facturas. La PGR ha corrido en rieles del desprestigio y la corrupción, escaparate justiciero con los sótanos llenos de podredumbre.
¿Cuántos cadáveres encontrará Jesús Murillo Karam bajo la alfombra de la PGR? Cualquier novela de terror e intriga se quedaría corta. Desde Lázaro Cárdenas del Río, que metió a la Procuraduría en el combate al tráfico de enervantes y luego Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez que la usaron como cadalso para quienes llamaron “enemigos de México al servicio del comunismo internacional”, la PGR ha transitado en el desprestigio.
José López Portillo la utilizó para amnistiar a sus enemigos potenciales; Miguel de la Madrid, en aras de la llamada “renovación moral de la sociedad”, la usó para meter a prisión a los prohombres del lopezportillismo. Aleccionadora la praxis de Carlos Salinas de Gortari que de la PGR hizo el puño para someter a Joaquín “La Quina” Hernández Galicia y derrumbar el cacicazgo del sindicato petrolero.
¡Ah!, pero Salinas de Gortari fue víctima de la máxima “el que a hierro mata, a hierro muere” y su hermano Raúl fue el objeto de la venganza de Ernesto Zedillo Ponce de León, que quiso jugar al justiciero y designó procurador General de la República al entonces diputado federal del PAN, Fernando Antonio Lozano Gracia, vinculado al abogado Diego Fernández de Cevallos.
Vicente Fox y Felipe Calderón tienen sus historias. La procuradora Marisela Morales dejó tal batidillo en la PGR que cuando Jesús Murillo Karam se horrorizó cuando corrió las cortinas de esa dependencia teóricamente asiento del abogado general de la nación. ¡Já!
Vaya, Murillo Karam ordenó la libertad de Beatriz Elena Veramendi Martínez, arraigada por denuncia de un testigo protegido, conocido por el alias de “Jennifer”.
Veramendi Martínez, luego de ser reconocida por sus tareas policiacas por la embajada de Estados Unidos en México, e incluso secretaria particular de Marisela Morales, fue detenida y arraigada, una figura que ha sido utilizada con exceso e impunidad para cobrar facturas, como el testigo protegido.
La PGR estaba desmantelada, acotó Murillo Karam, cuya tarea es precisamente reestructurarla, cuando no volverla a construir con el basamento de la legalidad y procuración de justicia, que es su espíritu fundamental.
Recuerdo cuando, al anochecer del 9 de octubre de 1996, el entonces procurador General de la República, Fernando Antonio Lozano Gracia, me respondió molesto a una pregunta obligada, a partir de que la tarde lluviosa de ese día, un grupo de médicos legistas y agentes encabezado por Pablo Chapa Bezanilla, “encontró” en terrenos de la finca El Encanto (rumbos de Cuajimalpa, D.F.), unos restos que anunciaron eran los del diputados Manuel Muñoz Rocha, presuntamente asesinado por Raúl Salinas de Gortari.
--Procurador, ¿utilizar los servicios de una vidente para localizar esos restos, no implica el riesgo de meter en el tobogán del desprestigio a la PGR?--, pregunté.
Palabras más, palabras menos, Lozano Gracia respondió con una negativa tajante. Nada de videntes, e incluso dijo que la investigación se había realizado con elementos técnicos que prestigiaban a la PGR.
La historia siguió su curso. Fueron presas Francisca “La Paca” Zetina y cómplices, incluida María Bernal, la sevillana que fue pareja sentimental de Raúl Salinas; Lozano Gracia despedido y Chapa Bezanilla procesado, aunque las bondades del poder lo pusieron en la calle. ¿Qué se encontró Murillo Karam? ¡Vaya trabajo que tiene enfrente! Digo.

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