MOISES SÁNCHEZ LIMÓN |
Gracias a la vida…
Suena bien y mediáticamente vende mejor. Hablar de una
cruzada contra el hambre supera a las expectativas que, en su momento, albergó
el Programa de Solidaridad como tarea emblemática de Carlos Salinas de Gortari
en busca de permear entre las mayorías abandonadas y sumidas en la miseria que
no habían votado por él en los comicios de 1988. En fin.
Enrique Peña Nieto ha asumido la Presidencia de la República
en medio de una abierta expectativa social de poner punto final a las políticas
asistencialistas que, por ejemplo, en el caso de Andrés Manuel López Obrador
sirvieron de basamento para acarrear a los ancianos a sus mítines y desde ahí
desparramar la demagogia de atender a los que menos tienen, pero con el voto de
por medio.
La ciudad de México es, con mucho, la cereza del pastel
político. En poder del PRD desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas hizo añicos
al PRI ganándole las elecciones e incluso con la persecución del último
regente, Oscar Espinosa Villarreal, a quien detuvieron en Nicaragua y luego
procesaron por delitos de cuello banco, la capital del país tiene una
característica especial: es botín de las creaturas de Manuel Camacho Solís, hoy
senador perredista por obra y gracia de los acuerdos cupulares, no del voto
ciudadano.
Pero igual que es cereza del pastel político que se reparten
las huestes de Beatriz Paredes Rangel, María de los Ángeles Moreno, Cuauhtémoc
Gutiérrez (apadrinado por Carlos Flores Rico), René Bejarano y María de los
Dolores Padierna Luna, la capital del país es asiento de todos los contrastes.
Y sobresale la miseria.
En el recién integrado
equipo de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, destacan
operadores políticos cien por ciento, incluso capaces de vender su alma al
diablo y desprestigiar a quien se les ponga enfrente como enemigo o
contrincante político.
Uno de ellos es el oaxaqueño Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva
(que se dice periodista), dueño de un diario en Oaxaca y ex diputado federal
por doble ocasión, designado director general de Leche Industrializada Conasupo
(Liconsa). ¿Administrador? ¡Nada! Fue el encargado de torpedear y descalificar
de manera soez, de la mano de Francisco Rojas Gutiérrez, a Manlio Fabio
Beltrones cuando éste buscó la candidatura del PRI a la Presidencia de la
República.
Pero, bueno, dirán que ésa es peccata minuta, porque en
política todo es posible. Así, por ejemplo vale preguntar cuál es el mensaje de
tener en ese equipo de Rosario Robles Berlanga a personajes como el poblano
Carlos Lastiri, quien entregó la dirigencia estatal del PRI al cachorro del ex gobernador
Melquiades Morales Flores, Fernando Morales, quien recientemente renunció al
cargo dizque porque se integrará al equipo del presidente Peña Nieto.
Bueno, bueno. Ese equipo de Rosario Robles tiene toda la
evidencia de la operación cicatriz. Lo mismo tiene al elbista Emilio Zebadúa
como Oficial Mayor de la Sedesol., que a Ernesto Nemer, como subsecretario de
Desarrollo Social y Humano, que no quita el dedo del renglón en su aspiración
al gobierno del Estado de México. Y al excelente operador coahuilense Javier
Guerrero, como subsecretario de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio.
Buen equipo, buenos operadores políticos para enderezar la
Cruzada contra el Hambre y, de pasadita, muy de pasadita, catapultar a Rosario
Robles Berlanga como candidata del PRI al gobierno del Distrito Federal. Ese es
el objetivo; la clave es aquella máxima de que para que la cuña apriete debe ser
del mismo palo.
¿Quién desde el PRD iría como candidato (a) contra Rosario
Robles? Dirán que es temprano, pero en política, como se ha visto, el
despertador suena en el momento menos
imaginado. Conste.
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