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viernes, 15 de febrero de 2013

Entresemana De justicia y la minifalda legislativa Por Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón
Resolver casos como el de la agresión a turistas españolas o defender a una diputada porque se ensalza su atrevida minifalda, tiene sus bemoles.
La aplicación de la ley pronta y expedita no suele ser un factor común en beneficio del mexicano de a pie. Rasgarse las vestimentas porque alguien se atrevió a criticar a una joven legisladora por acudir a trabajar con una minifalda ajustada, tiene tintes de protagonismo más que un acto de defensa de la libertad que cada quien tiene para vestirse como le venga en gana.
Por supuesto, siempre es y será condenable una actitud machista, misógina y, sobre todo, la de ese tipo de políticos y gobernantes, por cierto, que censuran e incluso prohíben que empleadas gubernamentales acudan a laborar con amplios escotes o faldas provocativas, dicen ellos y ahí está la hemeroteca, por si la diputada Martha Lucía Micher Camarena busca culpables de ofender a las mujeres y atentar contra sus libertades, en esto de la igualdad de género.
Igual es criticable y ofensivo que se incremente la comisión de delitos contra mujeres, los feminicidios, pues, y poco se haga por resolver los crímenes. ¡Ah!, pero sorprende la velocidad con la que actúa la autoridad cuando los delitos se convierten en escándalo y afectan a la imagen del país o de una entidad o de un gobierno.
Ahí están los feminicidios cometidos en Tula, Hidalgo, y el ataque a las turistas españolas en el municipio de Acapulco, resuelto éste en diez días con todo y presuntos responsables detenidos, salvo uno que anda prófugo. ¡Bien!, es plausible que se detenga a estos delincuentes; bien que se resuelva el caso y se aplique la ley.
Pero, muchas madres y padres de familia, esposos, hermanos y hermanas, familiares de mujeres que han sido víctimas de la violencia, ultrajadas, asesinadas, violadas, se preguntarán si se requiere una acreditación de turista o ciudadano extranjero para recibir la misma atención que se brinda a quienes, de visita o residentes en México, son atendidos como marca la Constitución en esto de aplicar la ley pronta y expedita.
No, no es una postura patriotera. No, ofende que familias humildes pasen días y meses y años en las antesalas de agencias del Ministerio Público en espera de la mínima y elemental información relacionada con sus parientes desaparecidas o desparecidos. Ya ni se diga en materia de la investigación para detener a los presuntos responsables del ultraje, del homicidio.
Bien que se cuide la imagen de México; mal que, en la procuración e impartición de justicia, se aplique la máxima aquella de “candil de la calle y oscuridad de la casa”. Jesús Murillo Karam, procurador General de la República, es un hombre que ha demostrado en un par de meses la intención de hacer bien las cosas y procurar justicia. Esperemos que, por la salud del país, haya tabla rasa en la atención a víctimas del delito; de otra suerte seguiremos a pie juntillas en la oscuridad de la casa.
Y qué decir de la diputada federal perredista Martha Lucía Micher que ha tenido una carrera política en ámbitos de la defensa de los derechos de las mujeres, sólo que en el caso de su compañera de bancada, Crystal Tovar, sin duda le ganó el protagonismo y se rasgó las vestiduras de manera selectiva.
Porque en esa acusación contra medios de comunicación, a los que no se atreve a identificar con nombres y apellidos, incurre en la impunidad de quien lanza la piedra hacia la multitud con la certidumbre de que alguien acusará el descalabro. O lo que es lo mismo, el simplismo de que se ponga el saco al que le venga.
¿Se le olvidó el caso de al edecán del IFE, Julia Orayen? ¿Olvida que hay reporteras cuyos hijos no tienen una guardería y que ella se comprometió a solucionar este asunto? Bueno, todo indicaría que el tema de la minifalda legislativa le da reflectores, mas no atender el caso de las reporteras que se le planteó en un desayuno, en la Cámara de Diputados y con reporteros, donde presumió sus cartas políticas. Seamos serios, señora y señores. Digo.

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