Hoy en día, ¿Cuántas veces no hemos visto a mujeres pidiendo limosna en la calle? ¿A niños vendiendo pulseritas o chicles? Nos hemos enfrentado decenas, si no cientos, de veces a estos paisanos pidiendo ayuda para comprar medicamentos o alimentos, mientras se paran expuestos al sol por horas, sin sombra para cubrirse ni agua para hidratarse. ¿Cuántas veces no hemos escuchado de empresas que ‘presuntamente’, como dicen los periódicos, contratan a niños y a mujeres para trabajos físicamente duros para gastar menos dinero en salarios? ¿No hay una ley que los proteja? ¿Y qué pasa con la educación de los niños?
La triste realidad es que en México los niños, al igual que las mujeres, están siendo explotados en materia laboral. Se han aprovechado de las necesidades económicas de estos y de sus familias para ofrecerles trabajos que ningún hombre aceptaría. Estos trabajos pueden causar muchos riesgos de salud, y son exhaustivos o incluso denigrantes para quienes los toman.
Este problema no es reciente ya que se regresa hasta antes de la revolución industrial la cual fue, en parte, impulsada por la necesidad económica de muchas mujeres, solteras y casadas, para encontrar trabajo remunerado fuera del hogar (Women in World History, 1996). La mayoría de las mujeres encontraron trabajos en las fábricas textiles o haciendo servicios domésticos como la limpieza o la cocina. Sin embargo, a ellas no se les ofrecía los mismos beneficios o salarios iguales al de los hombres, y además sufrían de largas jornadas de trabajo, en ocasiones mayores a las de dieciséis horas diarias. En estos tiempos no había reglamentos en los cuales no se tomaba en cuenta el embarazo como una limitante de trabajo. En estos tiempos las familias más pobres empezaron a también depender del salario de las mujeres o niños, adicional al del hombre de la casa.
La primera vez que realmente se dirigió la atención de la gente a estos problemas fue cuando el Papa León XIII escribió la encíclica “Rerum Novarum” en 1891, en la cual dijo que “lo que puede hacer y soportar un hombre adulto y robusto no se le puede exigir a una mujer o a un niño” (León XIII). Después de esto, la iglesia promovía la incorporación de las mujeres al sistema educativo para que ellas aprendan los valores de la vida cristiana y lo aplicaran a su vida cotidiana, además de que adquirieran el conocimiento para poder fortalecer a sus familias.
Hoy, en los países desarrollados, está sucediendo algo que los hombres de siglos anteriores nunca se podrían haber imaginado: a nivel mundial la mujer está siendo más respetada e incluso independiente. Estas mujeres quienes han luchado mediante la revolución feminista y cientos de años de protestas y huelgas finalmente tienen la oportunidad de estudiar una carrera, de vivir solas y trabajar para mantenerse a ellas mismas, para explicarlo en pocas palabras: de ser libres. Sin embargo, en la mayor parte de México, la mujer sigue siendo abusada por su esposo, forzada a trabajar en algo que le causa daño, tiene que mantener la familia y no recibe el merito o el respeto que merece. ¿Cuántas veces no hemos escuchado de casos en que mujeres son violadas por el patrón con tal de quedarse con su trabajo? ¿Qué, no les dan trabajo por ser madres solteras?
Las autoridades mexicanas ya han detectado el problema y en los últimos años han reforzado la Ley Federal de Trabajo con leyes específicas que protejan a las mujeres o con la creación de la ‘Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia’. Esta última tiene el propósito de garantizarle a las mujeres el “acceso a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar conforme a los principios de igualdad y de no discriminación” (Art 1). Dentro de esta ley se cuida la relación de trabajo entre la mujer y el hombre, la igualdad entre sexos, la anti discriminación y la dignidad humana. Además, el la Ley Federal del Trabajo incluyeron el artículo 170, el cual protege las jornadas de trabajo, su salud mientras están embarazadas, sus deberes como madre de familia e incluso les aseguran el puesto de trabajo en el “que desempeñaban, siempre que no haya transcurrido más de un año de la fecha del parto” (Ley Federal de Trabajo, Artículo 170 Inciso VI). Aun así, hay mucho por hacer, porque todavía hay mujeres que trabajan sin contrato y no tienen los recursos para someter una demanda o contratar a un abogado. Es necesario exigir que se le cumplan los derechos a las mujeres, que se les otorgue servicio médico, prestaciones y un salario justo para estas dignas mujeres que nos crían a todos.
En cuanto a los niños, en la encíclica Rerum Novarum se mencionó que “se ha de evitar cuidadosamente y sobre todo que entren en talleres antes de que la edad haya dado el suficiente desarrollo a su cuerpo, a su inteligencia y a su alma” (León XIII).
Tristemente, muchos de los niños y adolescentes mexicanos no han tenido la fortuna de recibir una educación de calidad y, en la mayoría de los casos, han tenido que abandonar sus estudios antes de lo que indica la ley para empezar a trabajar. El Artículo 23 de la Ley Federal del Trabajo indica que los “mayores de 16 años pueden prestar libremente sus servicios, con las limitaciones establecidas en esta Ley. Los mayores de catorce y menores de dieciséis necesitan autorización de sus padres o tutores y a falta de ellos, del sindicato al que pertenezcan, de la Junta de Conciliación y Arbitraje, del Inspector de Trabajo o de la Autoridad Política”. (Art 23) Las autoridades mexicanas han establecido que el límite mínimo para el nivel académico de los jóvenes debería de ser preparatoria, por lo cual se ha establecido que dieciséis años sería la edad adecuada para trabajar legalmente. Sin embargo, esto limita a muchos jóvenes por que los presiona a trabajar antes de acabar sus estudios a nivel profesional. A esto se le agrega la falta de recursos de esos jóvenes para continuar sus estudios y por ente, los abandonan.
En la Ley Federal del Trabajo también se indica que queda prohibido que los menores a dieciséis años trabajen más de seis horas diarias (Art 177) y también está prohibido que trabajen en los días de descanso y domingo (Art 178). No obstante, en la mayor parte de la Republica, no se ha logrado respetar ni una de estas dos leyes y, en la opinión de muchos, aún son demasiado jóvenes para ser exigidos con tanta carga física por trabajo.
Hace falta que las autoridades mexicanas impongan sus leyes de manera que se respeten en todo el territorio nacional, para que los jóvenes tengan la oportunidad y la obligación de seguir sus estudios, y a largo plazo, elevar su calidad de vida a algún nivel digno. Los mexicanos nos distinguimos por ser paisanos que se preocupan los unos por los otros, por ser buenos vecinos y personas humildes. Es hora de que nos den lo que nos merecemos, es hora de que crezcamos como país y compatriotas.
Fuentes Bibliográficas
Ley General de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, Cámara de Diputados.
Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de febrero de 2007
Cámara de Diputados, Ley Federal del Trabajo. Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1º de abril de 1970
Papa León XIII (1891), Carta Encíclica Rerum Novarum
Women in World History (1996), “The Plight of Women's Work in the Early Industrial Revolution in England and Wales”
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