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viernes, 1 de marzo de 2013

MIRADA INTERIOR MORELOS: ¿ÚLTIMA LLAMADA? Por: Isaías Alanís


Isaias Alanis
A finales de los ochenta escribí una serie de artículos sobre el futuro ecológico del estado de Morelos. Esta serie de tres artículos fueron publicados en el semanario Nuevo Consenso, desarrollé con documentación de primera mano, el desastre ecológico del llamado Valle de Cuernavaca y del impacto de la industrialización sin control de CIVAC, así como lo peligroso de los asentamientos irregulares manoseados y propalados por los priistas de entonces a favor del clientelismo electoral, así como la negativa de los municipios a implementar con precisión los planes de desarrollo urbano, y por ende del crecimiento anárquico y el gran negocio de los bienes raíces, la prueba de ello es el crimen espantoso de Enedino Montiel y su esposa, a manos de fraccionadores de Cuernavaca bien identificados, por defender las tierras comunales de Ahuatepec, hoy prósperos centros urbanos de lujo donde una élite, incluyendo a narcos, habitan en caseríos diseminados a lo largo de la franja que separa a la sierra del Ajusco Chichinautzin con el Valle Sagrado de Tepoztlán y el Texcal, que pertenece a los municipios de Cuernavaca, Tepoztlán y Jiutepec.

Apoyado en los estudios de la arquitecta Isabel Vargas Mata, experta en urbanismo y una mujer que debería estar al frente de una dependencia encargada de estos menesteres por su eficiencia, honestidad y experiencia en otros países como Inglaterra y Egipto donde desarrolló centros urbanos con planeación y respeto a la biodiversidad. Me di a la tarea de articular tesis para el desarrollo sustentable de Morelos y lo más importante, presionar a las autoridades de esa época a que se abriera un canal de legislación que permitiera, por ley, delimitar las áreas de crecimiento urbano y las agrícolas y de reserva ecológica.
Pudo más la ambición y ceguera de los políticos y fraccionadores. 

Recurrí a la historia de Morelos desde el Tamoánchan a la experiencia de los asentamientos irregulares de la Barona, moda que nace en Chihuahua en los setentas y se entroniza en Morelos donde surge una clase de invasores profesionales en sintonía con los grupos de poder que han expoliado a Morelos, ante la mirada cómplice de la autoridades que también sacaron raja económica de esa transacción. En esos mismos textos, hice un balance de la grave contaminación producida por CIVAC, y el impacto no sólo en la zona conurbada de Jiutepec, Emiliano Zapata Xochitepec, Temixco, sino en toda la parte poniente del estado donde el Río “Yautepec”, el “Tembembe” desciende con montañas de espuma y contaminantes químicos desde que se instalaron las empresas en CIVAC, y que alcanzan a enfermar los mantos freáticos y los ricos manantiales de Las Fuentes, Chiconcuac, Palo Escrito, Santa Isabel en Tlaltizapán, y allá donde el río subterráneo que nace de las fuentes subterráneas del eje neo volcánico cruza por el Texcal y brota en diversidad de manantiales de la región sur y sur poniente de Morelos y que cubre prácticamente a los municipios de Tlaquiltenango, Zacatepec, Jojutla y su contaminadísimo río Apatlaco, Apotla en Xoxocotla, Mazatepec, Tetecala y Coatlán del río y a todo el sistema hidrológico del estado. Y que afecta al corredor turístico que va de Las Fuentes a Las estacas, el Rollo y los cientos de balnearios ubicados en esa región, así como a la agricultura, que en los municipios de Xiutepec, Emiliano Zapata. Temixco y Xochitepec es casi una actividad primaria abandonada por la contaminación de sus aguas, una prueba es el molino de arroz de Emiliano Zapata que es un monstruo viviente de lo que la contaminación, producto de una industrialización mal planeada ha dejado en Morelos.  Amén de las enfermedades respiratorias, del corazón de la piel en los habitantes que sufren el impacto de CIVAC.

En este contexto apocalíptico, su sucedido con la negativa del gobierno de que se instale la minera a cielo abierto, me llama la atención el texto de Juan Carlos Ruiz: “Con población de casi 700 mil habitantes, la conurbación formada por Cuernavaca, Jiutepec, Temixco, Emiliano Zapata y Xochitepec se encuentra bajo amenaza de desastre ambiental y destrucción patrimonial por parte de Esperanza Resources Corp… (La Jornada/1/3/13).
Lo grave es que ya es un desastre desde la década de los setentas en que se pierden tierras de las más ricas para el cultivo, se matan los manantiales y se siembra la tierra con cemento. Se minimiza la floricultura, se acaba la producción de arroz y entonces, los campesinos prefieren rematar sus tierras al mejor postor, ante dos fenómenos que pudieron prevenirse, la contaminación y el crecimiento urbano caótico y contra natura.

Habría que revisar la historia de Morelos para saber que no sólo la minera canadiense ha destruido la ecología local. Existen infinidad de testimonios, en otros países, películas en Perú de lo acecido en comunidades donde la Esperanza (puta que nombre) Resources Corp ha explotado minerales mediante el proceso de lixiviación, explosivos, y cianuro con el uso criminal de las aguas profundas de la tierra cercana a la mina a tajo abierto.

A qué precio se ha pagado la industrialización de CIVAC con un deterioro ecológico criminal y degradante de la naturaleza. En el mismo artículo, se hace una estimación de las ganancias que obtendría la minera dejando un cadáver en la región y en especial la zona conurbada que incluye a los municipios de Coatlán, Tetecala y Mazatepec, no sólo Temixco, Emiliano Zapata, Xochitepec y Jiutepec. “En menos de 12 años la trasnacional canadiense pretende extraer metales preciosos dispersos en el subsuelo morelense por un monto de al menos 2 mil 800 millones de dólares. En contraste, y de acuerdo con lo que declara la empresa, la operación de la Mina Esperanza tendría un costo de casi 127 millones de dólares, más 9 millones para supuesta mitigación de daños ambientales y financiamiento de "relaciones con las comunidades…".
Y como siempre, en este negocio hay muchos vivales que quieren sacar raja, sicarios del desarrollo criminal.

Que las organizaciones existentes en el estado, hagan un frente común con el gobernador del estado Graco Ramírez, que ya dio muestras fehacientes y justas de estar en desacuerdo con la minera canadiense. Y crear un frente gobierno-sociedad para impedir este ultraje, como lo hemos escrito en otras Miradas a la zona arqueológica de Xochicalco, y al patrimonio natural de los morelenses.  Que el Congreso local tome cartas en el asunto, artistas, creadores, pequeños y medianos empresarios, balnearistas, empresas turísticas de la zona de Tequesquitengo y Tehuixtla, que se verían afectadas al mediano plazo por la contaminación por un capricho expansionista y colonizador de los canadienses, y millonario negocio de la Esperanza Resources Corp, que por donde se le mire, es una aberración y un ultraje a la soberanía estatal y nacional. Hay que impedir que se instale y deje una estela de muerte en Morelos. Hay que hacer conciencia en los habitantes de Tetlama y Cuentepec, les van a llover migajas de mexicanos y canadienses sin escrúpulos. En ese barco estamos todos, ciudadanos, organizaciones y que lleve la punta como ya lo hizo con congruencia y madurez visionaria el gobierno de Morelos.





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