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miércoles, 22 de mayo de 2013

Entresemana Michoacán Por: Moisés Sánchez Limón

Moisés Sánchez Limón

¿Quién o quiénes son los responsables de la crisis de seguridad pública que priva en Michoacán?
¿Quién de los ex gobernadores Cuauhtémoc Cárdenas, Luis Martínez Villicaña (+), Jaime Genovevo Figueroa Zamudio, el efímero Eduardo Villaseñor Peña (+), Ausencio Chávez Hernández, Víctor Manuel Tinoco Rubí, Lázaro Cárdenas Batel, Leonel Godoy Rangel, Fausto Vallejo o el interino en activo Jesús Reyna García, abonó al fardo de la inseguridad que cargan los michoacanos?
Demagogia y opacidad en el ejercicio de gobierno, contubernios suprajudiciales, omisiones, corrupción. Póngale usted el adjetivo y la causa que desee, porque vivir en Michoacán se ha vuelto un reto, la hazaña de sobrevivir con la desconfianza hacia el vecino, el pasajero de al lado, el conductor del vehículo que se empareja en un alto del semáforo, el limpiaparabrisas, el vendedor callejero…
Morelia, por ejemplo, la capital que fue oasis de tranquilidad, de certidumbre de cultura y alto nivel educativo, en la que se respiraba seguridad, perdió esas características en los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel y de Leonel Godoy –quíteles usted el apelativo de perredistas, que nada tiene que ver con sus incapacidades de gobierno--.
Sin duda, también aportaron su grano de demagogia los presidentes municipales morelianos desde finales del siglo pasado, cuando paulatinamente en Morelia se degradó la seguridad, los servicios y sólo se ha conservado, por obra y gracia de empresarios que le apuestan, el ciclo cultural.
Presidentes municipales desde 1999 han sido de Morelia: Salvador Galván Infante, Augusto Caire Arriaga (interino), Fausto Vallejo Figueroa, Salvador López Orduña, Carlos Macouzet Zamacona (interino), Rocío Pineda Gochi (interina), y el actual alcalde Wilfrido Lázaro Medina.
Quién de ellos es responsable de la crisis en servicios urbanos y la carestía de los mismos en la capital michoacana, de que asaltantes de poca monta pero peligrosos y armados asalten a plena luz del día a jóvenes estudiantes, amas de casa, empleados, comercios, en fin, en colonias donde se respiró de siempre seguridad.
Demagogia. Wilfrido Lázaro gana en doble vuelta la elección a alcalde de Morelia y promete el oro y el moro, garantiza seguridad y sus policías rehúsan patrullar, incluso de día, colonias en las que se reportan robos a casas habitación, a comercios y transeúntes, porque tienen miedo. ¡Vaya jenízaros!
Fausto Vallejo finalmente es gobernador y su endeble salud le resta capacidades para gobernar y los malquerientes del interino Jesús Reyna García, no lo dejan trabajar.
Sí, la familia política michoacana, priista de nacencia desde los tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, cuando a la entidad comenzó a señalársele como asiento de narcotraficantes, es responsable de que Michoacán haya quedado gradualmente en segundos planos de apoyo en recursos, inversiones y, sobre todo, seguridad.
En la región de Tierra Caliente, hasta mediados de los 90 era seguro transitar por sus carreteras; luego aparecieron los asaltantes de caminos aunque todavía sin vínculos con el crimen organizado que, los registros son públicos, se apoderaron del estado y crecieron en su entorno, a partir del inicio del milenio.
Los presidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón dieron al traste con la seguridad. El primero porque no supo gobernar, el segundo porque incumplió aquella oferta de que, en su gobierno, a Michoacán le iba a ir bien, pero muy bien, y lo desbarrancó en la zozobra, el miedo, la intranquilidad, tanta que el domicilio de su señora madre, en Morelia, por supuesto, aún se mantiene bajo resguardo militar. Declaró la guerra al crimen organizado y vino el caos.
Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel hicieron como que gobernaron y acumularon riqueza, dejaron robar a su séquito, permitieron injusticias, cobijaron impunidades, maicearon a los conflictivos y dieron pie a esas escenas que aterran con camiones incendiados y encapuchados violentos.
¿A quién culpar? Ese es un ejercicio que ya no vale la pena, porque quita tiempo a las urgentes medidas federales y estatales que devuelvan a los michoacanos la tranquilidad, la certeza del empleo, la posibilidad de estudiar, respirar sin miedo al caminar por cualquier calle.
Mire usted. A nivel nacional la percepción de inseguridad de la población es de 90 por ciento, comenta Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación.
Y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anuncia que la Federación, es decir, las fuerzas de seguridad del gobierno federal, se mantendrán en Michoacán “hasta que se recupere la paz y la tranquilidad en la entidad”.
¿Creerle a Osorio Chong? ¿Confiar en Jesús Reyna? En la enésima promesa, no hay de otra. Los michoacanos no tienen más que otorgar el beneficio de la duda a quienes prometen devolverles paz y tranquilidad. Parafraseando al secretario de Gobernación: ¡Carajo! Digo.

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