Científicos en EU ligan temblores con inyección de agua residual de producción en depósitos de gas shale. Pemex alista prospecciones y estudios de su impacto.
En ese proceso se inyectan millones de litros de agua a presión para liberarlos y estimular su flujo a la superficie.
El Universal
Los llamados sismos inducidos son movimientos menores generados por la actividad humana. La mayoría de ellos son de baja magnitud, pero el ocurrido el 11 de noviembre de 2011 en las inmediaciones de la ciudad de Oklahoma (en EU) ha dejado una huella indeleble que va más allá de las afectaciones a los pobladores.
Ese movimiento de 5.6 grados de magnitud no sólo provocó pánico, daños en viviendas y heridos leves en las zonas aledañas al epicentro (localizado a unos 71 kilómetros al este-noroeste de esa ciudad): científicos del Servicio Geológico de EU (USGS) lo han ligado con la inyección de aguas de desecho de la exploración petrolera.
En un artículo publicado en la revista Geology, investigadores del USGS sostienen que ese temblor -el más poderoso que se haya registrado en Oklahoma, en una zona de baja sismicidad donde no hay confluencia de placas tectónicas- fue detonado por la inyección de agua residual a pozos profundos.
“Utilizamos el registro de las réplicas para iluminar las fallas que fueron rotas durante la secuencia y mostramos que el extremo del plano de ruptura inicial está a 200 metros de lospozos de inyección y a un kilómetro de la superficie”, escribe la sismóloga Katie Keranen junto con sus colegas del USGS.
“La ruptura progresiva de tres planos de la falla en esta secuencia sugiere que cambios en la presión desde que se originó el resquebrajamiento inicial detonaron sucesivos temblores, incluido uno más grande que el original”, detallan los investigadores en el reporte académico.
Ellos consideran que el efecto acumulado de la inyección de agua residual durante 18 años en la zona del pozo redujo la resistencia efectiva en la falla de Wilzett (que atravieza la zona). El 30% de las réplicas iniciales ocurrieron en la misma sección de roca sedimentaria.
Fracturación peligrosa
No es la primera vez que la industria petrolera se ve inmiscuida en una polémica ambiental. Grupos ecologistas en todo el mundo han denunciado que la técnica para extraer petróleo y gas shale (conocida como fracturación hidráulica o fracking) de las rocas sedimentarias puede contaminar los suelos e incluso los mantos freáticos.
En ese proceso, en el que se efectúan perforaciones horizontales con explosiones para acceder a las zonas donde están atrapados los hidrocarburos no convencionales se inyectan millones de litros de agua a presión para liberarlos y estimular su flujo a la superficie. En este proceso se emplean equipos de extracción y varias sustancias químicas.
Por su parte, varios investigadores en EU han asociado este proceso de extracción con los temblores inducidos, pero las evidencias no son claras. Los científicos del USGS, en cambio, aseguran que el movimiento sísmico no derivó de la exploración, sino de la disposición final del agua residual de ese proceso a más de mil metros de profundidad.
“Al parecer sí hubo cierta relación entre el bombeo de agua residual y la ocurrencia del terremoto (en Oklahoma); es muy probable que eso lo haya provocado”, comenta el sismólogo Vladimir Kostoglodov, del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Exploración polémica
El académico del Departamento de Sismología lo explica con una comparación: cuando nos sumergimos en una alberca sentimos en nuestro cuerpo la presión de las columnas de agua ejercida en todas direcciones.
“Lo mismo ocurre en la tierra, pero en lugar de agua la roca ejerce la presión volumétrica. Entonces, para hacer desplazamientos sobre una falla pequeña e inducir un sismo debemos aplicar un esfuerzo mayor que esa presión”, añade el doctor Kostoglodov.
Además, el agua (inyectada) incluso puede penetrar dentro de las fisuras y disminuir la resistencia a la fricción, así como la presión normal de los bordes. “Es el mecanismo que suponemos que funciona en este caso”, apunta el científico del IGf.
El investigador de EU Paul Segall ha documentado desde los 90 la posibilidad de que los temblores puedan ser inducidos por la extracción o inyección de fluidos a tierra profunda, al modificar los niveles de presión en la zona.
A pesar de ello y de que el temblor en Oklahoma fue intraplacas (se localizó al interior, no en los bordes de placas tectónicas) los científicos del Servicio Geológico local rechazan que haya sido provocado por la presión del agua inyectada y lo atribuyen a causas naturales.
En México, Pemex Exploración y Producción anunció en 2011 su primera producción de gas shale en el pozo emergente 1, en el municipio de Hidalgo, Coahuila. En los primeros trabajos de evaluación la prueba tecnológica aplicada fue exitosa, por lo cual se aplicará en otros yacimientos de la zona, según informó la paraestatal.
Estudios adicionales de Pemex señalan que en Chihuahua, Tampico y Veracruz también se han identificado yacimientos de gas shale con potencial para iniciar proyectos de extracción. Y el pasado 20 de marzo la Secretaría de Energía anunció un convenio de colaboración por 3 mil 133 millones de pesos con la Compañía Mexicana de Exploraciones para evaluar las reservas de ese recurso.
Por su parte, la Sener tiene el proyecto denominado “Asimilación y desarrollo de tecnología en diseño, adquisición, procesado e interpretación de datos sísmicos 3D-3C con enfoque a shale gas /shale oil en México”, al cual se incorporarán los respectivos estudios de impacto social y ambiental.
Sobre ello, Vladimir Kostoglodov comenta que sería muy importante que se multipliquen los estudios en México para evaluar los riesgos potenciales de la prospección y explotación petrolera mediante el fracking y así proveer a Pemex con información suficiente para tranquilzar o en su caso alertar a la población.
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