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viernes, 27 de septiembre de 2013

Salud, el drama comienza Ernesto Rivera Rodríguez

Quince días después el drama que dejo la tormenta “Manuel”,  inicia el olor a muerte comienza a invadir grandes áreas de la ciudad y puerto de Acapulco, aumenta el hedor a muerte en las zonas y sectores que aún se encuentran bajo el agua y las grandes capas de lodo. Nadie sabe aún las dimensiones del problema o catástrofe de salud que se avecina: dengue, paludismo, tétanos, conjuntivitis, malestares de la piel, hongos, piojos, problemas gastrointestinales. Y Lázaro Mazón el secretario de Salud en Guerrero, entregando despensas, en vil actitud de proselitismo político.   

El 21 de Agosto pasado el gobernador del estado, Ángel Aguirre Rivero, recorrió las instalaciones  del Hospital General de Acapulco, para conocer de primera vista las condiciones de la infraestructura del principal nosocomio del sector salud del gobierno de Guerrero, debido al movimiento  telúrico superior a los cinco grados de la escala de Richter, que un día antes sacudió por la mañana gran parte de la zona costera del estado, con epicentro en el municipio de San Marcos.

El gobernador iba acompañado de la titular del Sector Salud a nivel federal, así como de autoridades municipales entre otros,  y el reconocimiento fue catalogado como satisfactorio. No había daño alguno.

Por ese evento no hubo decesos humanos que lamentar.

Casi un mes después, las sonrisas de esa mañana se convirtieron en un rictus de enormes proporciones, ahora no fue un sismo, fue una tormenta tropical de nombre “Manuel”, que mantuvo al estado de Guerrero, durante más de cuatro días bajo el agua, y a las autoridades inmóviles, casi paralizadas.

El evento de tales magnitudes no era en esa noche del 14 de Septiembre y a las 24 horas siguientes sobre los eventos de la conmemoración del Día del Inicio de la Independencia de México, algo digno de tomarse en cuenta. ¿Cuántas tormentas tropicales pasan por Guerrero, en un año, sin dejar mayores afectaciones? Muchas quizá.

El nombre de la tragedia hoy convertida en drama que apenas comienza y se puede volver innombrable. El hedor a muerte barre todos los sentidos humanos, por donde quiera que se le mire, las siete regiones del estado fueron “ferozmente” atacadas por un diluvio de agua, cientos de  pueblos afectados, cuando no desaparecidos con todos y sus habitantes, a los cuales eufemististicamente se les denomina como: desaparecidos. Cuestión de retórica y de las estadísticas.

Acapulco jamás en su historia había sido sometida, a las insondables fuerzas de la naturaleza, con esa magnitud, que ha dejado afectadas el total de las colonias y asentamientos humanos de la zona suburbana, asentamientos en la zona oriente  que por haber sido construidos sobre humedales, indudablemente tenían los días contados, y así fue. En la zona poniente los cerros provocaron deslaves de tierra, ya heridos por los recurrentes sismos del mes anterior.

Cincuenta y un municipios del resto de la entidad, más de un millón y medio de guerrerenses bajo la fuerza inaudita del agua, que convirtió a  los riachuelos en ríos y a los ríos en portadores de la destrucción y de la muerte. Puentes caídos, derrumbados, como estructuras hechas de paja y lodo, lodo bajo el cual quedaron. Caminos intransitables, comunicaciones destruidas. Volvimos durante horas a la era de las cavernas… y seguiremos así durante meses, viendo el desastre por todos lados y la magnitud del drama que apenas comienza: el de salud, el de vivienda, el de trabajo.

Cerca de 150 mil hectáreas de cultivo totalmente afectadas. Miles de cabezas de ganado perdidas. Aún las perdidas en la ganadería son incuantificables. Súmesele, los animales de corral, las mascotas y demás, y además el sin número de seres humanos que ya son estadísticas de los caídos, y que sin sonrojarse las autoridades se atreven a afirmar que hasta hoy (viernes 27) suman un poco menos de 150, cuando nos atreveríamos a ponerle un cero más al extremo derecho.

Para el sector salud todo es cuestión de informar con un “Boletín de prensa”. Así lo ha hecho el IMSS, el ISSSTE, y el sector salud del Estado.

Quien lee los boletines? Técnicamente nadie. Lo mismo paso con el aviso de la tormenta “Manuel”.   Lázaro Mazón, el secretario de Salud en el estado, se encuentra más ocupado en salir en las fotografías, entregando despensas, como muchos otros políticos que pretenden hacer su agosto sobre mojado.

“Manuel” fue el nombre de la tormenta, el Sistema Meteorológico Nacional, había dado la información con días de anticipación, pocas autoridades la tomaron en cuenta, hubo otras prioridades políticas y deportivas que superaron la atención de los “cintillos en negro” que atravesaban la pantalla de las televisiones y con letra más menuda  anunciaban el evento metereológico que se avecinaba. Era el catorce  de Septiembre, el sino ya estaba escrito.

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