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martes, 3 de septiembre de 2013

Y EL ESTADO DE DERECHO ll? Por: Miguel Ortega Zapata.

Miguel Ortega Zapata
Los acontecimientos de protesta de la CNTE, las últimas semanas en la Ciudad de México, han demostrado que cuando la autoridad no se impone, surge el desorden. En los años recientes, las autoridades mexicanas, tanto federales como locales, han sido omisas en cumplir con lo establecido por las normas jurídicas, al exigir el respeto a los derechos a terceros perjudicados.
Parece una constante el hecho, ya que parece que por temor a enfrentar los costos políticos de los hechos, han sido tolerantes en exceso. La tolerancia propicia el abuso, como lo hemos visto, y los que al final “pagan los platos rotos”, son los ciudadanos, comunes y corrientes, que tienen la mala fortuna de vivir o tener su negocio por las calles o avenidas por donde circulan los manifestantes.
Desafortunadamente no nada más son los miembros de la CNTE, los que en estos días se están manifestando en la Ciudad de México, sino además, aquellos están en contra de la promulgación de la Reforma Energética, que presuntamente pretende privatizar PEMEX, los que se manifiestan contra la falta de seguridad pública, además, los que reclaman mayores empleos o incluso aquellos que se manifiestan a favor o contra su deporte favorito.
En esta vorágine, al final de cuentas, resulta muy atractivo para algunos tener la oportunidad de manifestarse de forma grosera y cometiendo todo tipo de tropelías, sin que nadie los cuestione y los detenga. Algunos consideran esto como una forma de empoderamiento ciudadano.
Lamentablemente este tipo de actos establece mecanismos que rayan incluso a favor de la delincuencia organizada o el crimen organizado, como consecuencia de la gran ausencia de autoridad. Autoridad que está obligada por las normas vigentes a imponer el orden y a velar por la seguridad de los ciudadanos, pero que no lo hace por tal vez por complicidad o tal vez solapamiento a favor de quienes se manifiestan  por el supuesto de ver que sus derechos no son tomados en cuenta.
También hay quienes aprovechan la manifestación para desahogar sus frustraciones, escudándose en el anonimato que dichos actos, para insultar a los políticos, disfrutando con ello la resonancia que ello encuentra en la sociedad en general.
Es importante destacar que si algunos padres de familia son capaces de manifestarse en la calle, realizando actos de barbarie, insultando todo aquello que los ha frustrado en contra de comerciantes, empresarios periodistas y autoridades, no se deben de extrañar cuando sus hijos les falten a ellos el respeto.
Se considera que a partir del sábado pasado miles de personas comenzaron  invadir las calles y avenidas de la Ciudad de México, instalándose en plena vía publica, en donde pernotaran, preparan alimentos y realizaran sus diversas necesidades fisiológicas, causando nuevamente un verdadero caos vial. Lo peor será cuando se dediquen a bloquear los accesos a los edificios públicos a comercios y empresas o a recintos parlamentarios, como sucedió la semana pasada.
Para los manifestantes les ha resultado hasta gracioso observar que hasta los legisladores federales tienen que huir y realizar sus actividades en sedes alternas. México parece con ello como un país en decadencia, falto de moral social y como consecuencia falto de autoridades que pongan orden al Caos.
Lo que parece que nuestras autoridades no perciben es que la mayoría ciudadana ya está harta de este tipo de hechos, no solamente los que han sufrido en carne propia daños materiales directos, así como aquellos que no pueden realizar sus actividades cotidianas de forma normal y oportuna.
Cuantos delitos habrán de sufrir mas en ese desorden, ya que no solamente son los daños materiales como aquí hemos dejado constancia, sino que van de la mano, los hurtos, las violaciones y las vejaciones en general.
México tiene que retornar al Estado de Derecho, retornar al orden constitucional; que los reclamos y protestas por injusticias o violaciones a los derechos, se conduzcan por la vía legal y que nuestras autoridades los atiendan y respondan como a ello corresponde.


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