Tengo en mi casa a
Cleto y ahora donde lo meto pero como lo
dijo ya su señora
murió, murió, murió -Chava Flores-
Si la épica urbana de
la Ciudad de México tiene en el Santo, el enmascarado de Plata a un verdadero beato
de los de abajo, también tiene en Chava Flores a uno de sus más sustanciales
cronistas. “Cleto el Fufuy sus ojitos cerró…”. Cuyas crónicas cantadas son la
fotografía de una ciudad. Y en el imaginario político necrofílico a Felipe
Calderón, cuya guerra de exterminio contra los carteles, dejó más de 100 mil
muertos, 30 mil desaparecidos, desplazados y daños colaterales cuantiosos, y lo
más grave, impolutas las redes de lavado, financiamiento y protección a capos metidos a funcionarios
públicos que ayudan a los narcos. En esta línea de exabruptos y equivocaciones,
ante las críticas de todo el mundo conocido y por conocer, Felipe Calderón se
montó en un tanque de guerra y coordinó la conflagración contra un enemigo
visible. Cayendo una y otra vez en su intento por frenar con la fuerza una red
bien ordenada de trasiego, no sólo de drogas, sino de los millones de dólares
que este negocio ilícito genera anualmente y que es una cantidad
estratosférica.
Y como la estrategia
no daba resultados o fue operada para que no los diera, ante la indefensión en
que se encontraba el estado de Michoacán y a su capricho por montar en la
gubernatura a su hermana, la Cocoa, “el 12 de diciembre de 2010, el gobierno de
Felipe Calderón informó que fue abatido Nazario Moreno “El Chayo”, entonces
líder de “La Familia Michoacana”. Y el Chayo, al igual que el regreso de las
mujeres Vampiras del Santo, o de los muertos vivos, siguió muerto, pero de risa
capitaneando el negocio desde la coartada de su propia muerte. Y así como el
Cid Campeador, guió a las tropas al triunfo, El Chayo, o el más Loco, bajo el
hálito de muerte que el gobierno federal le acomodó, siguió con la fiesta en
Michoacán.
Si el Señor de los
Cielos, dicen los que saben que no murió, lo mismo le pudo pasar a Lazcano
Lazcano, cuyo cuerpo fue robado o a Nacho Coronel. Lo inaudito es que el
gobierno federal incurra en esta clase de delitos al falsear la información o por
fines triunfalistas dar un golpe mediático ante lo errático o chueco de su
estrategia contra la delincuencia. Felipe Calderón Hinojosa, Genaro García
Luna, Maricela Morales, Alejandro Poiré y los mandos de la SEDENA y Marina
Armada de México, tienen que rendir cuentas al pueblo de México.
Si la actual
administración de Peña Nieto, de veras va contra la delincuencia y tienen ya un
plan para desarticular las redes de corrupción que permiten la circulación de
grandes capitales insertados en la producción nacional y que vienen de la
economía ilegal, el presidente tiene que fincarle responsabilidad histórica a
Felipe Calderón, no sólo por los miles de muertos, desaparecidos y desplazados,
sino también por falsear los hechos con respecto a la eliminación, ojo, no
detención de cabezas del narco tráfico.
Si el aseguramiento y
detención del Chapo Guzmán y ahora el abatimiento de Nazario Moreno, son dos
duros golpes a la delincuencia, el gobierno federal tiene que redoblar los
esfuerzos y blindar al país ante el nacimiento de nuevos carteles o sub grupos
celulares que va a proliferar ante el desmantelamiento de la unidad, que
representaba el cartel de Sinaloa comandado por
el Chapo. Para nadie es un secreto que las principales lavanderías se
hayan en empresas establecidas y que gran cantidad de circulante se genera en
los bajos mundos de la narco economía. Aunque duela, pero ni modo, México tiene
una narco economía solvente, productiva y generadora de empleos. Empleos
ensangrentados, pero empleos veloces que cambian de mano como las cartas de la
baraja en las manos de un tahúr.
Fueron seis años de
mentiras del calderonato, ¿en México, la sociedad le puede pedir cuentas a un
ex presidente? Es más, mandarlo al exilio por gandalla y mentiroso. He aquí el
comunicado del gobierno federal el día en que supuestamente abatieron al Chayo
leído por Alejandro Poiré: “El pasado 9 de diciembre, diversos elementos de
información obtenidos durante un operativo desplegado por elementos de la
Policía Federal, el Ejército Mexicano y la Marina-Armada de México,
coincidieron en señalar que cayó abatido Nazario Moreno González, también
conocido como “el Chayo” ó “el Doctor”, principal líder y uno de los fundadores
de la organización criminal. Sin duda, el golpe más severo que haya recibido
esta organización en toda su historia criminal”.
Ahora que el gobierno
federal ha identificado el cadáver del místico muerto vivo, ¿qué sigue? Todo va
ser miel sobre hojuelas y se la van a llevar de a muertito con el peso
mediático de un gobierno que detiene o abate a los delincuentes. La ruta no es
esa. Tampoco la revancha para darle el tiro de gracia al PAN de Calderón que
con esto cayó a la lona. De lo que se trata es de seguirle, pero ¿Cómo?
El presidente tiene
en sus manos frenar tanta corrupción que se asemilla como pandemia en cualquier
nicho emanado de la responsabilidad gubernamental. El Caso de Oceanografía ha
llenado océanos de corrupción en tan pocos años, gracias al eje que mueve los
hilos del poder desde el poder mismo. Lo que debería ser un estado para la
sociedad, se ha convertido en un monstruo para las pequeñas sociedades anónimas
de capital variable cuyo centro es ocupado por delincuentes en potencia o que
ya lo son. La prueba son doce años de panismo que ha generado una corrupción
desmedida, cínica y productiva.
¿Enrique Peña Nieto,
es el presidente que va a poner las cartas sobre la mesa, de este país que cada
vez más, se nos escapa de las manos y va directo al despeñadero de la historia?
Ojalá que sí sea.
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