“No es facilidad, sino
fatalidad” -Frase de la película Los
Caifanes-
No es el compositor ni el
cantante de protesta que conocimos cuando filmó la película "Los Caifanes". Son homónimos. Este
-al que me refiero- es un hombre de la
política, es un bien nacido en la ciudad de Ometepec, allá en la Costa Chica de
Guerrero. Y, así es precisamente paisano del gobernador del Estado.
¿Coincidencias en la política o causalidades de la biología?
Éste, es quien se ha
manejado en los pasillos del CEN del Sol Azteca que viene a dirigir los
destinos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en Guerrero. Hay
avances. Se dice que viene con equipo humano nuevo. Y rescatar lo que sirva en
el negro y amarillo.
Mientras en el filme, el grupo
de amigos (dos burgueses, el capitán Gato y sus Caifanes) recorren calles,
cabarets, parques, funerarias, fondas y plazas públicas, se muestran algunos
usos y costumbres de la época alternados con una amplia gama de expresiones
artísticas de aquel tiempo.
Oscar Chávez, el político,
recorre municipios, casas, dependencias, oficinas, hogares y sitios donde pueda
oír y ser escuchado de lo que se habrá de hacer en el que viene, el “Armagedón
de la política 2015”. Y, para ello, hay que estar debidamente preparados -dice-;
pues mientras unos mantienen un pie en el estribo; otros, ya están desde Morena
lanzando denuestos en contra del partido
que les dio todo lo que la “izquierda” requiere: casas residenciales, autos
lujosos, paseos y compras de joyas y ropajes de marca, visitar y conocer ciudades
europeas, paz y tranquilidad espiritual
que se las envidiaría el propio Dalai Lama.
Los anquilosados
perredistas, los mismos de siempre; los que se han validado unos con otros y
buscan padrinos y madrinas en el D.F., como pretendiendo encontrar al líder
impoluto e intachable, allá en la capirucha; cuando aquellos son verdaderos
dirigentes del comercio ambulante; y, no me refiero al señor de las ligas o a
su flamante esposa, hoy senadora. No, me refiero a quienes tras la izquierda
provocan la ocupación sanguinaria de lotes y terrenos. Es decir la invasión de
propiedad privada, como cualquier delincuente.
Eso, eso es lo que detesta precisamente
Oscar Chávez, pretende, al menos, dejar a un lado del PRD, a esos facinerosos de la grilla; a
esos forajidos que perviven detrás de las siglas de un organismo político
creado por un burgués; pero padroteado por verdaderos maestros de la farsa y la
vileza. Tramposos del columpio y maestros del sube y baja.
La palabra caifán es un
mexicanismo, no muy usado en la época actual y casi restringida a la Ciudad de
México. Por lo que su definición se vuelve huidiza. Según Carlos Monsiváis,
quien también aparece en esta película, esta palabra proviene de los mexicanos
avecindados en California, conocidos como pachucos y que mezclan las palabras
en español e inglés "cae fine", que cae bien, "caifan".
(Wikipedia).
Aunque claro está en el caló
Caifán es el que las puede todas...No deja de ser una explicación más correcta
allá por los años 80’s de ser un padrote. Y contra estos habrá de enfrentarse
Oscar Chávez, el político y no con composiciones musicales, sino con arreglos y
pactos donde el PRD debe ser un partido
de izquierda, tal y como lo planteó el burgués Cárdenas Solórzano.
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