KARMELYNDA VALVERDE |
No
quisiera decir exactamente que todo tiempo pasado fue mejor, pues neta que
–entre otras cosas-la tecnología viene a ser una excelente herramienta, sea
cual fuere la ocupación que tengamos, pero sí puedo decir que en aquellos años de
mi no tan lejana niñez (no hace mucho, cuando mucho un tostón, je je je) el
festejo del Día de las Madres, era algo sencillo pero muy, muy hermoso.
Con
qué ilusión preparábamos desde un mes antes el bailable, que nos ponía la
maestra Esthela Romano, con ensayos diarios en su casa, lo que se convertía en
un sano chacoteo pues tanto Susana Guillén Apreza como yo, aprovechábamos para
echar relajo entre ensayo y ensayo.
La
víspera del 10 de mayo, la calle principal (o la calle derecha como la
conocíamos) se vestía de colores, pues cual más acaba sus mesitas con los
regalos para nuestras madres, envueltos en papel colorido papel celofán. Los más populares fueron por años, la
consabida jarra de cristal con su juego de 6 vasos y desde luego los pasteles con
betún de clara de huevo. Era el tradicional pastel, relleno de mermelada de
fresa de los que don Tito Camero el panadero, hacía alarde y fue el pastelero
oficial de todos los chamaquitos de mi generación, ya fuera para cumpleaños o
primeras comuniones.
Pero
sin duda, los pasteles que preparaba Rosa la mujer del compositor Indalecio
Ramírez, superaban en sabor y textura los de don Tito Camero. ¡Un verdadero deleite no solamente para el
paladar sino también visual! Ay! Esos pasteles en los que imperaba el sabor de
mantequilla de a devis, con harta mermelada en medio y cubiertos con betún color azúl verde mmmm….
Hasta
parece que vuelvo a ver afuera de la
farmacia ‘’La Salud’’ de tía Concha Noriega, además de las infaltables jarras
con vasos, monederos y cositas de bisutería…mientras que a la altura del billar
del Güero Añorve, la mesita de doña Lola
Lanche, quien además de vender todo tipo de frutas y golosinas (cuacuyules en
conserva por ejemplo) para el 10 de mayo vendía pastelitos y algunos otros
regalitos, como salseras, saleros, pocillos de peltre.
La
familia Cisneros Guillén, también ofrecían para el regalo del 10 de mayo,
sabrosos pasteles además de que diariamente ofrecían plátanos al horno,
gusanitos y frutitas de horno.
Unos
años después, tía María Cristina Guillén de Zarco, ofrecería en su ‘’Papelería
Paty’’ regalos más modernos y hoy en día, abundan los negocios que ofrecen todo
tipo de bisutería, accesorios, zapatos, perfumes y ropa…pero neta que nada como
aquellos regalos que con tanto sacrificio ahorrábamos nuestros domingos, para
comprar el acostumbrado pastel de betún azúl-verde y la infaltable jarra con
vasos. Con decirles que doña Angelina Díaz Pamplona llegó a coleccionar una
considerable cantidad de jarras con vasos pues cada año ¡le regalábamos lo
mismo!: su pastel y su juego de jarra con vasos…solamente le cambiábamos de
color je je je…
Ese
era otro Ometepec….¡y yo lo añoro tanto!.
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