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viernes, 23 de mayo de 2014

LA NETA DEL PLANETA Karmelynda Valverde LA CULTURA DEL CHILATE

KARMELYNDA VALVERDE
Simplemente delicioso, refrescante y dice la Vox Populi  que ¡hasta nutritivo!, aunque la neta es que el chilate rebosa de hartas calorías, suficientes para redondear las de por sí generosas caderas de las mujeres costeñas. Aunque bueno, hay que decir también que el chilate, esa espumosa y sumamente rica bebida achocolatada, es adictiva. ¡Y vaya que si!. Nadamás probarlo y su saborcito se impregna no solamente en el paladar sino también en nuestra psique.
Mamá Laura fue un buen ejemplo de ello. Adelina, la ayutleca que durante años fue su chilatera preferida, llegaba con semejante olla de peltre al zócalo del bello nido, a las meras doce y el primer vaso que tenía que servir era por supuesto el de mi abuela materna.
Desde las once y media de la mañana, mamá Laura, cuya casa estaba enfrente del zócalo comenzaba a asomarse mirando hacia la banca donde Adelina colocaba la olla de chilate y la cubeta con agua con limones, para enjuagar los vasos floreados de veladora, donde servía el chilate y al ver que la chilatera no aparecía, comenzaba a desesperarse.
-A ver tú chamaca, vete a asomar a la casa verde a ver si divisas a Adelina en la calle derecha, porque pasan de las doce y yo ya siento necesidad- mandaba mamá Laura a alguien de la servidumbre, cuando se le hacía que Adelina se demoraba en llegar.
Por supuesto que Adelina, no llegaba más tarde del medio día, pero si por alguna razón se demoraba sólo unos minutos después de las doce, mamá Laura entraba en un estado de desesperación y cuando exclamaba aquello de ‘’Ya siento una necesidad aquí en el estómago’’ es porque tenía que ingerir en FA, vaso y medio de chilate.
Y claro que por supuesto que desde luego que yo también fui educada dentro la Cultura del chilate. Chilatera empedernida que he sido, como casi todos en la familia, con la particularidad de que esta chincualuda paloma sin nido, solamente bebe chilate de agua…¡porque el de leche me da curso!.
El chilate tiene su chiste. No cualquiera puede presumir de hacer buen chilate. Hay unos chilates como Dios manda: especitos, espumosos, con el punto exacto de azúcar y canela….¡y hay otros chilates bien chirrios: ralos, aguados e insípidos.
Y por si todas sus bondades fueran poza cosa, el delicioso chilate es el mejor remedio para la cruda. ¡netaaa!. ¡Ay! como me acuerdo de aquellas crudas tequileras, en las que saliendo de misa de doce (ah porque eso sí, yo fui borrachita pero creyente) ingería por lo menos dos vasotes de chilate para calmar las ansias no precisamente de novillera, sino del desasosiego post etílico, para que la calma volviera a mi espíritu pero sobre todo a mi estómago lánguido, más que dispuesto a ‘’gomitar’’.
Alguna vez, un director de cine me preguntaba que a qué se debía que la anatomía de las mujeres costeñas fuera tan frondosa y yo le reviré de inmediato ‘’es que somos criadas con chilate’’.
Sí, acepto que el abuso de la ingesta de chilate puede provocar también el crecimiento desmedido de la timba y si la perritera del chilate es grande pueque llegue un momento en que crezcan al parejo las nalgas y la timba, a tal grado de no saber si la paisana va o si viene, pero eso es parte de nuestras costeñísimas características.

Es más, las mujeres costeñas, lucimos orgullosas nuestras achilatadas protuberancias….y sin ningún rubor las mostramos al ‘’aigre’’ en tops y shorts.  Nos asumimos como bebedores consuetudinarios de chilate, que es parte de nuestra idiosincrasia, por eso durante generaciones hemos educado a nuestros hijos y los seguimos educando dentro de la Cultura del chilate, que es, como dije al principio de esta entrega: ¡Refrescante y delicioso!

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