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jueves, 28 de agosto de 2014

MÉDULA De las muelas y el mal juicio de algunos políticos Por Jesús Lépez Ochoa

Hace unos días me terminaron de sacar una muela y un diente. Ha sido una de las experiencias más dolorosas pero a la vez más esperanzadoras de mi vida.
Digo “me terminaron” porque la cirugía que requerí por descuidado –debo aceptarlo- comprometió tres piezas dentales, dos que ya me extrajeron y otra más que espero solucionar con endodoncia.
No sé mucho de estas cosas pero los que sí saben me dijeron que por no haberme sacado a tiempo la llamada muela del juicio, ésta provocó que se me enchuecara el diente que se encuentra –más bien se encontraba-  ubicado antes de ésta (como ya soy neófito confeso disculparán que no le diga por su nombre).
La cara de la pieza en mención, en vez de estar hacía arriba de frente al diente superior, se encontraba de lado mirando hacia la lengua tal vez sorprendido por tanto que hablo. El crecimiento de la muela entró en conflicto con ese diente y éste a su vez afectó a otros haciendo un efecto dominó de malestares, muy lastimosos para mi persona.
Debido a esa posición del diente no fue posible sacarlo entero junto con la muela del juicio. Requerí otra sesión en la que, con todo y anestesia, sentí por un par de horas como que me jalaban un pelito de la nariz, de esos que duelen hasta lo más profundo de la conciencia.
Fue doloroso pero la esperanza de que una vez fuera esos benditos dientes de mi boca el dolor pasaría, me ayudó a superar la traumática experiencia de estar frente a frente con un personaje que no necesita verse rudo para ser temible: el dentista y sus odiosos ganchitos.
Un par de días antes, médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), realizaron en el Hospital Regional Vicente Guerrero una “procuración de órganos” que desde el 2009 no se hacía en Guerrero.
Una familia del vecino estado de Morelos cuya hija de apenas 18 años de edad quedó en coma luego de un accidente de automóvil, tuvo que decidir donar sus órganos y así la joven pudiera descansar en paz luego de un largo periodo en estado vegetal.
Sin duda fue una decisión muchísimo más dolorosa aún pero la esperanza de que ella pueda vivir a través de otra persona hizo que esa familia afrontara esa triste situación con un gran valor y altruismo.
Los teóricos del conflicto indican que éste propicia la innovación, es decir, que puede hacer a las personas tomar decisiones, o hacer cosas que antes no habían hecho. De ahí que si alguien es conservador y espera que el estado de las cosas continúe sin alterarse no es recomendable colocar a las personas en una situación en la que deban tomar una decisión radical de todo o nada, o de patria o muerte como en la guerrilla de los años 1970.
Lo digo por el Partido Acción Nacional (PAN), que para distraer la atención de la consulta popular propuesta por la izquierda para la reforma energética, pretende jugar con un tema doloroso para millones de mexicanos, sobre todo para los 60 millones que viven en la pobreza.
El PAN quiere preguntarnos si estamos de acuerdo en que aumente el mísero salario mínimo, como si fuera un simple asunto de consensos y no de justicia histórica. Si se toma en cuenta que más de la mitad del país es pobre, el resultado será obvio.
¿Qué harán los panistas? ¿Qué le dirán a las cúpulas empresariales y al embajador del Fondo Monetario Internacional en sus gabinetes y el de Peña Nieto, léase Agustín Carstens? Este ya  profetizó a México el apocalipsis económico como si actualmente estuviéramos en el paraíso o ganáramos su peso en oro.
¿Quién le cree al PAN o quién le cree al PRI cuándo salen con que llevarán a consulta temas como el aumento al salario o la eliminación de diputados plurinominales que en su Pacto por México pudieron meter en la agenda de las reformas, en la que si dieron cabida al robo más grande de todos los siglos que incluyó su propia versión del Fobaproa?
Que un país con un PIB per cápita de 10 mil 832 dólares existan 60 millones de pobres refleja claramente las desigualdades con las que la derecha mexicana se ha puesto a jugar.
Parafraseando a Tito Livio, el valor es lo que nos hace iguales y la necesidad es la más poderosa de las armas. La derecha, si tiene buen juicio, no debe jugar con el tema del salario porque la esperanza es una llama que no podría apagar sin afectar a las cúpulas empresariales históricamente aliadas con el panismo.
No sea que 60 millones de mexicanos despierten decididos a quitarse para siempre ese dolor de muelas que los gobiernos neoliberales han sido para este país. Apelamos a su buen juicio.

jesuslepez@hotmail.com

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