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domingo, 17 de agosto de 2014

TODO POR UN TIRANTE

 En el París de la Belle Époque, el pintor John Singer Sargent (1856-1925; autorretrato) produjo contra su voluntad, un sonado escándalo a raíz del retrato titulado Madame X.
Sargent, de origen estadounidense, pero asentado en Europa, fue un arribista que se dedicó a la carrera de retratista para colarse en la alta sociedad de París, donde conoció a otra arribista profesional también de origen estadounidense: la sensacional Virgine Amélie Avegno (pron. viryín amelí aveñó), mujer impactante no sólo por su elevada estatura, anchos hombros y cuerpo de reloj-de-arena, sino sobre todo por la suave y blanquísma piel que ella misma suavizaba y blanqueaba aún más con aceites, tinturas y talcos; y a quien la madre había adiestrado en las artes de fémina caza-fortunas, con éxito, pues finalmente se casó con Pierre Gautreau (pron. gotró), casi treinta años mayor que ella, pero banquero, con lo cual Virgine Amélie se convirtió en la socialité Madame Gautreau.
Retrato original de Madame Gautraeu (oprímase para ampliar) -adviértase el tirante caído
En cuanto el pintor Sargent conoció a Madame Gautreau, ofreció al marido inmortalizarla 'en el esplendor de su belleza' mediante un retrato de gran formato. El banquero, sintiéndose halagado, accedió. De inmediato, Sargent solicitó un jugoso anticipo. Tardó casi un año en terminar el cuadro, pues la vida social de Madame Gautreau era intensa.
Ella posó para el pintor en el castillo que el banquero tenía en la campiña de Bretaña. El vestido elegido para modelar fue uno de amplísimo escote, de color negro, para resaltar al máximo la espléndida blancura de su tez. Así, cuando Sargent concluyó el retrato, de 2 metros de alto, en 1884 , lo inscribió para exposición en el Salón de la Pintura Parisina. El marido y sobre todo, la madre de la modelo, opusieron un reparo: el cuadro era un tanto indiscreto, atrevido, así que se le propuso al autor no titularlo con el nombre de Madame Gautreau sino con el de Madame X. En el Salón de la Pintura Parisina, de cualquier modo, el retrato ocasionó un escándalo mayúsculo por... el tirante caído.
La prensa formuló una pregunta envenenada: "¿El retrato representa el instante previo a la caída del vestido?". La identidad de la modelo se reconoció al instante (la X no había servido de nada). Los periódicos fueron implacables: "¿Cómo permitió el banquero Gautreau que su mujer posara semidesnuda durante largas sesiones, ante otro hombre ?" Para colmo, el hasta entonces amante secreto de Madame Gautreau (el doctor Pozzi, su ginecólogo) se presentó públicamente para defender "el honor de Virgine Amélie". Fue el acabóse. Los Gautreau tuvieron que salir a toda prisa de París a un largo viaje por el mundo, pues las artes de la suegra convencieron al banquero Gautreau de evitar un divorcio que sólo alimentaría más el escándalo.
John Singer Sargent, en su estudio, con el retrato corregido

El retratista fue obligado a regresar a su estudio para corregir la causa del escándalo. Singer repintó el tirante caído y lo colocó en el lugar apropiado, pero el daño estaba hecho. Nadie aceptó la enmienda que sólo incrementó las mofas. Fue por tanto, el fin de la carrera de John...

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