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miércoles, 17 de septiembre de 2014

LOS NOVIOS Por: Isaias Alanís (A UN AÑO DE LAS DESGRACIAS CAUSADAS POR LAS TORMENTAS "MANUEL" E "INGRID")

La trajo el viento de la mañanita y el deseo de pasarse un día y una noche al lado de sus familiares, amigos y todavía aleteando en su pecho como una descarga de siempre vivas húmedas el juramento que le hiciera Él hace dos años de que hoy regresaría del norte para casarse con ella.
Se conocieron hace tres meses durante la noche del baile popular realizado en el zócalo. Se juntaron sus cuerpos y se reconocieron entre cadera y muslo durante todo el baile como si fueran uno mismo. Cuerpo contra cuerpo y libres del cuerpo a cuerpo le metieron candela a la cumbia y reggaetón. Al amanecer del otro día Él ya estaría a miles de kilómetros de Ella.
Si acaso se tocaron las manos y un roce casi invisible de labio contra labio selló su romance con el sudor tradicional del trópico y el hierro candente de las promesas de Él para Ella.
No hay nada extraño en esto y mucho menos se podría prestar a una novela rosa. Se enamoraron y punto.
Su romance resistió el cruce de la frontera, la ambición de polleros y sicarios, las balas de Rangers, y Minutemen y el peligro de caer abatido y lo menos grave, embodegado a una cárcel del condado y después de investigarlo y marcarlo con hierro candente en los diez dedos de la mano y el iris de sus ojos, enviado por humanidad a un call center para hablar con su familia que a estas alturas ya ha sido extorsionada por los mismos que los cruzan la frontera.
 En estas condiciones se asemilló su romance si es que a esto se le pude llamar así.
Lo bueno es que desde las cumbres de los cerros, el lecho del río o la arena del desierto en medio de víboras, cactus y el peligro de helicópteros, grupo motorizado y de a caballo de la border, su romance no se detuvo, se volvió eterno por intermediación del feis y las fotos que subía al cruzar un barranco o el retrato que se tomó frente a una cascabel descuartizada a pedradas.
Ya en la ciudad continuó por  Skipe y wasap esta saga romántica de los tiempos modernos. Todo se lo contaban.
Semanas después, Él se acomodó en un trabajo y desde el mostrador de un restaurante de comida mexicana a donde había entrado a trabajar como cajero por haber estudiado la preparatoria y hablar más o menos inglés, el dueño le encomendó esa tarea y por ser familiar de un compadre oriundo del Paraíso y que hace poco fue ejecutado por un par de sicarios tras confundirlo con uno de sus enemigos en el negocio de la “mercancia”.
-Lo dejaron como harnero para cernir maíz, pobre de mi compadre, tan bueno que era. Fue lo primero que le dijo el patrón tras recibirlo y darle el trabajo-
Desde que decidió irse a probar fortuna -como se dice vulgarmente- por no encontrar en su pueblo posibilidades de trabajo, Ella se convirtió no solo en su confidente, sino en su guía espiritual.
Se hablaban a diario. Su ciber romance transitó en menos de mil nano segundos que tarda un mensaje en llegar de un móvil a otro. El mismo tiempo que dura una ensoñación y un orgasmo.
Ella llegó a la comunidad minutos antes de las nueve de la mañana.
Iba vestida para tal ocasión con un conjunto verde y rojo.
Como a eso de las once treinta Él, se apareció por la entrada del pueblo en un taxi que lo llevó directo del Aeropuerto de Acapulco a la comunidad cafetalera de la Pintada.
En medio de un cielo brillante y oscuro que algo tramaba, se besaron largamente.
Al llegar a su casa, saludar y abrazar a su futura suegra y familiares de Ella que ya lo esperaban con ansia, abrió una de sus maletas y comenzó a sacar regalos para todos.
Pero el regalo de Él para Ella fue tan especial que les pidió salieran de la habitación de adobe y techo de teja para dárselo en la intimidad.
Él abrió un cofrecito que semejaba madera de nogal. El ejercicio mágico de botar los cerrojos de la tapa lo hizo sin dejar de mirarla a los ojos. Una luz de astracán rojo salto del interior del joyero. El arca perdida en un sueño, apareció, no sobre el Monte Ararat, sino entre las manos de Él que una vez bien abierto, con la otra mano sacó una sortija de oro coronada con un brillante en forma de flor.  En el interior del anillo se podían leerse sus nombres enlazados por un  corazón.
Ella se quedó absorta.
Es para el día de nuestra boda, amor. Te amo.
No se lo digas a nadie, será una sorpresa para hoy en la noche después de la cena.
Acordaron guardar el secreto.
Pidieron a los familiares que entraran.
Y entre risas y bromas todos les hacían preguntas
-Apoco el rapidín fue tan rápido
-Ensénennos la foto
-Ya cuando nacerá el chamaco
Una vez que trascurrió el tiempo y sentados a la mesa escuchaban las historias de Él en los Estados Unidos, y el cielo tronaba como si se hubieran disparado todos los cañones del mundo, se dispusieron a comer bajo una lluvia intensa y enérgica.
-Al rato para, así es, llueve porque hoy vamos a dar el grito de independencia bien mojados-
Dijo su madre mientras servía en copitas de cristal con forma de barril mezcal de Vallecitos de Zaragoza.
Ella, apenas si mojó con sus labios el mezcal y en el corredor de la casa bajo la lluvia infernal se besaron sin formulismo. Fue un  beso frugal y de  olvido.
La familia de Ella hacia bromas y recogían los platos de la comida, retiraron la mesa de madera de cedro rojo y como afuera llovía y las cadenas de papel de china verde, blanco y rojo yacían revueltas con el lodo en el piso de tierra del patio decidieron hacer el baile dentro de la casa.
De pronto se oyó un ruido infernal, justo en el instante en que Él y Ella rompieron el baile y seguros de su amor se trenzaron en largo beso pre nupcial, luego de que Él hiciera público el compromiso y Ella mostrara el anillo en el arca abierta que no fue la de Noé sino un cofrecito de fabricación china semejante a madera de cedro y forrado de astracán por dentro como ya se dijo.
El USB introducido en la compu estaba repleto de cumbia colombiana. Sonaba a todo volumen.
De lo otro, del alud, nadie escucho nada. Es más, los novios menos así como estaban de obnubilados con su romántico festejo.
El cerro se partió en dos y tres y cuatro tramos.
Un cortina oscura de lodo cubrió la casa y la sepultó.
No quedó nada, tampoco del pueblo.
Sólo una banderita tricolor tirada sobre una cumbre de lodo y manchada de agua de albañal ondeaba con el viento y la lluvia que caía a madres y padres.
De Ella y Él, ni un rastro. Nada.
Así es el amor de invisible. Igual que la tragedia.
Veinte días después la madre de Él consiguió dinero para pagarle a los topos para que buscaran el cuerpo de su hijo porque del gobierno no llegó la ayuda prometida.
Nunca los encontraron, según el censo oficial fueron cinco los muertos en esa casa.
Para la mamá de Él, fueron trece los fallecidos, asegura que además de la familia de la novia de su hijo, Él le comentó por MSN que invitaría a unos amigos, que estaría bien, que no se preocupara.
Si llegaron tardecito o no, eso nadie lo sabrá porque tampoco nadie sabe los nombres de los amigos de Él  que había invitado al convivio que la familia de Ella le preparó como bienvenida y para sellar su romance con próxima boda.

Y  lo que rompe cualquier historia de amor, es que salvo la madre de Él que vive en shock y perdió para siempre la memoria y con ella el rastro de su hijo nadie sabe o conoce los nombres de Ella y Él porque el lodo y agua borró para siempre un romance sin concluir y sus cuerpos enlazados nunca han sido encontrados, como tampoco la sortija de matrimonio donde supuestamente están grabados con letra gótica sus nombres. 

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