Tablilla de arcilla babilónica en escritura cuneiforme que atestigua el avistamiento del Cometa Halley en el año 164 a.C expuesta en el Museo Británico.
Desde la antigüedad los
cometas, esos cuerpos celestes de hielo, polvo y rocas que orbitan alrededor
del Sol, han llamado la atención de las diferentes culturas. Su luminosa
aparición en el cielo era considerada un mal presagio. Tanto que incluso
durante la Dinastía Han (del 206 a.C. al 220 d. C.) los astrónomos que no eran
capaces de predecir su aparición eran ejecutados.
Manuscrito chino texto en
seda de Mawangdui, de hace 2200 años con los 29 diferentes tipos de cometas.
Y fueron los astrónomos
chinos de esa época los que crearon el primer catálogo de cometas: el Libro de
Seda, manuscrito en tinta sobre seda
realizado alrededor del año 223 a.C. El atlas de cometas más antiguo que ha
llegado hasta nosotros, que representa las 29 diferentes formas cometarias y
los diversos desastres asociados a ellas. Cada ideograma de los distintos tipos
de "estrellas escoba", aparece acompañado de un pequeño texto que
avisa sobre la desgracia que causará (enfermedades, plagas, guerras, hambrunas,
sequías, muertes de reyes…)
Durante el Imperio Romano
creyeron que el cometa que apareció a la muerte de Julio César en el año 44
a.C. era su propia alma.
En la Edad Media, el miedo
a los cometas continuó anunciando muertes de reyes, llegándose incluso a crear
cometas imaginarios para justificarlas. Uno de ellos fue el del año 814
-inexistente- que se dijo anunció la muerte de Carlomagno.
Escena XXXII del Tapiz de
Bayeux donde se representa el cometa Halley, visible en el cielo de Inglaterra
en 1066 y que fue interpretado como un mal augurio en la coronación del rey
Harold II.
En el siglo XVII Kepler
todavía creía que los cometas eran emanaciones de la Tierra, es decir un
fenómeno atmosférico.
Sólo en la segunda mitad
del siglo XVII, cuando Isaac Newton, tras observar el paso del cometa Halley,
analizar su trayectoria, y formular la ley de la gravitación universal supuso
el definitivo triunfo de la ciencia sobre la superstición.
Y es ahora cuando la
misión Rosetta ha logrado posar el módulo de aterrizaje en la superficie del
cometa Chury (67P/Churiúmov-Guerasimenko), cuando empezaremos a analizar su
composición al igual que la piedra Rosetta ayudó a descifrar los jeroglíficos. Un pequeño paso para
Philae, sonda espacial del tamaño de una lavadora cuyo aterrizaje tras dos
rebotes es un gran salto para la Humanidad. Avance científico que tal vez logre
encontrar los materiales orgánicos necesarios para el origen de la vida en la
Tierra.
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