Luis Carlos Rodríguez González/ Los mexicanos pagamos de las gasolinas más caras del mundo, casi al doble que en Estados Unidos donde la más parecida a la Magna cuesta 5.24 pesos, con la ventaja de que allá se distribuyen combustibles de primera calidad y se venden litros completos, así como existe una política transparente en materia de precios de los energéticos y no disfrazados en los llamados “gasolinazos”.
De hecho en México vivimos un 1 de enero donde se atrasó el Día de los Inocentes y la Secretaría de Hacienda reculó en el llamado fin de los gasolinazos mensuales lo que había pregonado desde hace más de un año y que también había sido promesa de campaña de candidatos del PRI en el 2012. Todo era una farsa.
A principios del 2014 el secretario de Hacienda, Luis Videgaray aseguró que en el 2015 México se despediría de los gasolinazos, ya que se comenzarán a cosechar los beneficios de la reforma energética.
El pasado 1 de enero, en plena resaca por las fiestas decembrinas, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) publicó en el Diario Oficial de la Federación un acuerdo en el que establece que durante el año podría darse otro incremento en el precio de las gasolinas y diésel en caso de que estos combustibles sean afectados por la volatilidad del mercado.
Satanizado por el PRI durante el sexenio de Felipe Calderón, quien desde finales de 2009 instrumentó estos incrementos mensuales a las gasolinas magna, premium y diesel, bajo el argumento de que de no hacerlo, las finanzas públicas tendrían un fuerte impacto debido al gasto que se destina a subsidiar el combustible, siguió vigente en los primeros dos años y de acuerdo a lo anunciado por Hacienda, al infinito y más allá.
Cabe recordar que en 2009, el precio de la magna subió 28 por ciento y después 11 por ciento en 2010, 2011 y 2012. En el 2013, ya en la era Peña, la brecha entre el precio de México y el de referencia en Estados Unidos ya no era tan grande. De acuerdo con datos del Banco Mundial, la gasolina regular en Estados Unidos costaba en promedio 97 centavos de dólar, sólo once centavos más que la mexicana.
Ese siempre fue al argumento de los tecnócratas de Hacienda y Energía. Que el gobierno mexicano subsidiaba la gasolina y que los combustibles en nuestro país eran de los más baratos en el mundo, pero ahora que el precio internacional del petróleo ha caído en más de 50 dólares por barril, cuál es el argumento. Ya la gasolina en Estados Unidos es más barata que en México.
Incluso la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas) entregó a la Comisión de Energía del Senado un estudio donde se advierte que a la par de los altos precios de las gasolinas en México, son de pésima calidad y ni siquiera existen Normas Oficiales Mexicanas (NOM) en materias de metrología y control de las cantidades exactas de litros que entregan las pipas de Pemex a las 10 mil 715 gasolineras en el país.
Es decir, en México pagamos las gasolinas más caras que en Estados Unidos, de peor calidad y aún con “litros incompletos” que entrega Pemex a los gasolineros, quienes nos endosan ese faltante o robo al consumidor final, es decir a los automovilistas, taxistas y transportistas.
Mientras en noviembre pasado, en plenos festejos del Halloween los estadunidenses festejaban la baja histórica en el precio de sus combustibles –menos de 3 dólares por galón-, aquí en México nos recetaron los 12 gasolinazos mensuales y además Hacienda no descartó un incremento adicional en el año al que se aplicó el 1 de enero.
La Agencia Bloomberg, en Estados Unidos, informó hace unos días que la gasolina regular -la más parecida a la Magna en México- se vende entre los 2.38 y 1.32 dólares el galón -3.78 litros-.
Lo cual quiere decir que actualmente el litro de gasolina en Estados Unidos se encuentra entre los 5.24 y los 9.46 pesos, con un tipo de cambio promedio de 15.03 pesos por dólar.
A partir del 1 de enero pasado el precio de la gasolina Magna aumento a 13.71 pesos por litro, la Premium 14.53 pesos por litro, y el diésel de 14.36 pesos por litro. Más los incrementos que determine la Secretaría de Hacienda durante el año, es decir gasolinazo discrecional. Dónde quedarían los beneficios de la Reforma Energética como la baja de energéticos que presumió el gobierno federal y senadores como David Penchyna.
Con estos aumentos, al ser los gasolinazos una especie de “IVA disfrazado” o impuesto a todos los productos, ya empiezan las alzas en productos básicos, alimentos, medicinas, transporte y otros servicios. Es la realidad de la farsa del fin de los gasolinazos en México.
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