LA CUEVA DE LOS SUEÑOS OLVIDADOS

Hace unos 26.000 mil años un niño de entre ocho y diez años, de 1.30m de altura y con una antorcha para iluminarse, se internó solo en la profundidad de la cueva de Chauvet y dejó sus pisadas sobre la arcilla, las huellas humanas más antiguas de las que tenemos noticia.

  

Tras la visita, un desprendimiento de rocas selló la entrada hasta que en 1994 tres espeléologos descubrieron una pequeña grieta por la que entrar. Allí dentro se maravillaron ante las pinturas de 442 animales; un bestiario de fauna salvaje. Osos de las cavernas, panteras, caballos, renos, mamuts, bisontes, leones, hienas o rinocerontes lanudos...

La mayor parte de la obra de los dibujos y pinturas se remontan hace 32.000 años y se conservan como si se hubieran pintado ayer.

Su antigüedad se remonta a la Edad de Hielo, el doble de edad que cualquier otra pintura conocida y su estudio arroja importantes descubrimientos sobre los usos, costumbres y creencias de nuestros ancestros neandertales.

El descubrimiento tuvo un enorme eco en los medios de comunicación. Pero las autoridades no quisieron repetir los errores cometidos con otras cuevas, como la de Lascaux, descubierta en 1940 y que se cerró al público en 1963 debido a los daños causados por la afluencia masiva de visitantes.

La cueva Chauvet fue declarada patrimonio nacional y desde el primer momento se prohibió el acceso al público. Sólo un equipo científico internacional, dirigido por Jean Clottes, y algunos afortunados –como los autores del espectacular documental La cueva de los sueños olvidados, dirigido por Werner Herzog– han tenido el privilegio de acceder a ella

El equipo de Herzog consiguió un permiso especial para entrar a filmar las pinturas, que se muestran junto con comentarios y entrevistas a varios arqueólogos y personal relacionado con la cueva, uno de los mayores tesoros ocultos del arte rupestre.

Un viaje en el tiempo de 32.000 años que logra el efecto prodigioso de trasladarnos a un lugar en el que muy pocos han podido entrar.