Francisco J. Siller La frase, acuñada en los mejores tiempos del priísmo nacional, pinta de cuerpo entero a los mexicanos. De alguna forma siempre caemos en la corrupción que propicia la autoridad. El policía o el burócrata. Nos piden dinero para librarnos de una infracción de tránsito, del alcoholímetro, para ganar tiempo en los trámites oficiales.
Siempre hay una forma de arreglo. No se diga de lo que ocurre en las licitaciones gubernamentales, muchas veces ofrecidas al mejor postor y a quien deje algo bajo el agua. Así se han hecho grandes fortunas en México. Transando. Otro dicho popular entre burócratas: A mí no me des nada, sólo ponme donde haya...
Así cómo va a avanzar México. Los buenos deseos de los políticos a la cabeza del gobierno no bastan. Sobre todo cuando ellos son los principales corruptos que se enriquecen del erario público. De nuestros impuestos. Ni a quien irle, priístas, panistas o perredistas. Todos tienen cola que les pisen.
Para transparencia Internacional, México es un país corrupto y lo califica con 35 puntos en una escala del 0 (completamente corrupto) al 100 (completamente limpio). La principal fuente de corrupción en nuestro país parte del narco que compra policías, funcionarios judiciales, alcaldes, gobernadores y legisladores. Quién sabe hasta dónde llega la penetración del dinero mal habido, lavado con la complacencia del sistema financiero, con los prestanombres. Es una cadena sin fin que beneficia a muchos, pero somos más a los que nos afecta y que pagamos por ello.
El discurso político de siempre sobre la corrupción deja siempre la responsabilidad al ciudadano. ¿Qué hacer cuando la política es corrupta? Nuestra arma es el voto ejercido cada tres o seis años. Pero no lo razonamos debidamente. Queremos cambiar. Que no sea el PRI, que sea el PAN o el PRD. Los escándalos son los mismos. En Guerrero, Michoacán o Oaxaca, y por qué no, el Distrito Federal.
No des mordida, no dejes que te muerdan. Padece las consecuencias de tus actos, has fila aunque te tardes horas, no le embarres la mano a nadie. No te dejes corromper. No trances. Solo son slogans de una mala campaña de publicidad. ¿Quién puede creer que con sólo decirlo se acabará la corrupción?
Al final, poderoso caballero es Don Dinero. De donde venga, pero directo a los bolsillos sin fondo de políticos y funcionarios. Ellos protestaron cumplir y hacer cumplir nuestras leyes. A lo mejor hay alguna que los mexicanos no conocemos, o será aquella Ley que se reescribe todos los días según los intereses de cada quien, la Ley del que no transa, no avanza.
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