Teresa Gil/ La situación que vive el país tenía que repercutir, lógicamente, en el ámbito familiar. Un entorno enfermo, genera núcleos enfermos. Estudios que han sido confrontados con puntos de vista del DIF nacional, señalan que cuatro de cada diez familias son disfuncionales. Las razones tienen que ver con problemas económicos, violencia intrafamiliar, alcoholismo, migración y aunque no se mencionan, las desapariciones de número tan elevado y las muertes violentas. Estas últimas pueden estar impactando si consideramos, por información recién publicada, que se reflejan ya en el promedio de vida de los mexicanos. Hay además una desintegración del núcleo familiar- que es protegido con derecho propio por la ONU desde 1948-, con el aumento de divorcios. Ese problema ya se agudizaba desde 2009 cuando hubo alrededor de 85 mil divorcios, con descenso de 21 por ciento de matrimonios, según el INEGI. Curiosamente, se da menor número de divorcios en familias de un mismo sexo. Estas entran en la clasificación junto con las familias nucleares que son las tipo y las extensas, especies de familias patriarcales, que han añadido otros familiares y conocidos al hogar. El machismo está presente, ya que es un hombre el que encabeza la familia en casi el 80 por ciento, no obstante que las mujeres dan casi el 50 por ciento del aporte económico. En familias de un solo progenitor, la mujer predomina en alrededor del 85 por ciento. Todas esas causas se reflejaron en una celebración fría y sin interés del Día Nacional de la Familia el primer domingo de marzo, fecha creada por el foxismo para darle un toque religioso moralista al concepto -criterio Televisa-, cuando ya existe un día mundial de la familia el 15 de mayo, creado en 1993 por la ONU. Esta fijó esa fecha, para fomentar un entorno sano en una unidad básica que merece ser protegida. En muchos países no se ha logrado. La enfermedad familiar ha sido tema de muchas obras, pero una de las más geniales es La familia de Pascual Duarte (Ediorial Aldecoa, primera edición en 1942, con múltiples ediciones posteriores), del premio Nobel español Camilo José Cela. Es el ejemplo clásico de la familia disfuncional con un protagonista violento que vive en un entorno miserable, con una madre enferma, una hermana prostituta y un hermano deforme. En lo que fue la prosa brillante que lanzó al mundo al muy joven Camilo, se ve el impacto de la España de la época, rala, pobre, con un franquismo autoritario, que acaba de instalarse. Pascual va ingresando a la cárcel de delito en delito, hasta que termina hundido después matar a la madre. Una novela desoladora y terrible. Todo referido en documentos que alguien da a conocer. La definición convencional de lo que debe ser una familia, se estrella con la realidad y Pascual se aferra a su frase clásica: “Yo no soy malo, aunque no me faltan razones para serlo”. Frase que a lo mejor se ha concretado en los miles y miles que delinquen en México. (entresemana.mx)
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