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sábado, 5 de septiembre de 2015

falcotitlan : TURISMO Hugo Falcón Páez

Una fractura, simplemente devasta lo perfecto.
Desde 1996, Acapulco, Guerrero, ha sufrido un deterioro por la expansión urbana, más que cualquier otro agente. Sin embargo, la fisura la lograron esas manos que gobernaron y lo siguen haciendo a modo. Curiosamente en ese entonces arribó a la gubernatura Ángel Aguirre Rivero, a quien el Congreso local designó para acabar el periodo de seis años que Rubén Figueroa Alcocer no concluyó. En tal desajuste, la capacidad de gobernar esta entidad se volvió una crisis. Afectando el sector comercial, educativo, académico, laboral, ambiental, ecológico, social, económico, pero sobre todo el turístico. No importa quiénes fueron los titulares de tan sustancial cargo, lo que es real hasta el día de hoy es el resultado. Mediocre, infame y deprimente. No hay seguimiento ni seriedad, no hay profesionales ni tácticas, ni siquiera amor al lugar donde nacieron. El reflejo está en la degradación constante de la ciudad, y sumado a esto, la nueva ola de violencia. Y en el municipio, por igual. El puerto está en una delgada línea de que se vuelva un turismo de baratijas y grandes consorcios de un puñado de empresarios. De acabar con la duda y con el temor de que no hay un futuro, las franjas del Acapulco Tradicional, Dorado y Diamante, están en la espera de una resonancia mundial.

Consultores certificados de la Secretaría de Turismo, así como investigaciones geográficas de la UNAM, han arrojado desde hace casi veinte años conclusiones que ponen en desventaja a Guerrero, a su afamado Triángulo del Sol y a la leyenda (Acapulco) que fue y que permitió por unas decenas de años ser pasarela de artistas, cantantes, deportistas, escritores, pintores, empresarios y políticos de alto impacto, por citar algunos epígrafes. En el olvido se encuentran las partes altas de las bahías de Acapulco y Puerto Marqués. La constancia les duele a los directivos o jefes de dichos institutos. Suelen rascarse las manos para cobrar un salario mal ganado, calentar el puesto para suponer lo que obtendrán en tres, cuatro años o seis años, y envolverse en la popularidad que se erige como humo sobre carrizos triturados. Es generacional, porque lo que parece venir en la urbe este año, será peor de lo que recién obtuvimos. El libre albedrío en una política unisectorial es el extremo de lo que hacen, al jalarle la manga al Ejecutivo, y a todo lo que se mueva en el extranjero como diplomático y plan de negocios. La ocupación hotelera no es la representación cualitativa y objetiva, sino más bien es la cuantitativa y subjetiva, por eso dejemos a un lado estadísticas improbables o que se asemejan al conteo visual de cualquier citadino.

El panorama debe ser planeado con proyectos, no de Carlos Slim Helú, ni de Televisa, ni de algún partido político, ni emporios transnacionales, ni mucho menos de negocios personales. Francamente si se hace un estudio de fondo o una investigación sistémica, logremos algo por estas tierras en la estructura turística. Si alguien alza el dedo y les dice qué es lo que requiere Acapulco para ser el portento del Siglo XXI, sería el choque frontal, porque ya dejemos esa tendencia de que la época de oro y el Acapulco golden, los cuales son descalabros de cronistas, payasos del espectáculo, grupos de politicastros, comunicólogos ramplones, seudoperiodistas y editores zalameros. Los festivales, tianguis, ferias o cualquier actividad en pro de la actividad turística deben ser globales, parece que no han descubierto el internet. Ya no me refiero si cursaron la facultad o estudios superiores.

Los instrumentos para que Caleta, Caletilla, La Angosta, Manzanillo, Condesa, Icacos, Pie de la Cuesta, Tlacopanocha, Hornos, Pichilingue, Revolcadero, Bonfil, Isla de la Roqueta, La Quebrada, por mencionar sitios de orgullo nacional, no es el de apilar centros comerciales que en su interior sólo hay vendimia de artículos chinos o productos “pirata”. O restaurantes y cantabares disfrazados de cantinas de pueblo, también a lo que llaman actualmente como antros o bar, que son lupanares. Para muestra es la “nueva Condesa”, me refiero del tramo de la gloriosa avenida Costera Miguel Alemán Valdés, que comprende desde la altura enfrente de la calle Wilfrido Ruiz Massieu hasta lo que era el monumento de la Fuente de La Diana Cazadora. Ella, convertida en un morrocotudo adefesio que se alza sobre una base endeble y oxidada, la cual empotraron en una fuente y sistema de luces, donde los controles han sido hurtados por delincuentes, propiamente dicho. Las macrotendencias nacionales e internacionales, los escenarios para el año 2020, el sector privado y público, la balanza de pagos y el PIB turístico, análisis de nichos y mercados europeos, así como el turismo fronterizo y la infraestructura carretera, ejes más relevantes, deben ser dominados por la Dirección de Turismo Municipal de Acapulco y la Secretaría de Fomento Turístico. Pero no, parece que los contratan, sí, para golpear más esta zona del Sur de México. Algo tan surrealista como lo que sucede con la supuesta Secretaría de Cultura de Guerrero, con infraestructura que tras un decreto aprobado en el 2013, con una primera Comisión de Cultura en el Congreso local, es facultada como tal y tiene el derecho de sustentarse con la investidura. Para muchos sigue siendo el Instituto Guerrerense de la Cultura, erigido tras el Decreto 468, a través del entonces gobernador Alejandro Cervantes Delgado, creado el 20 de abril de 1983 como un organismo público descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propios. En el cual desde hace muchos años viven enquistados entes, que replican como merolicos lo que les envían desde el Distrito Federal. Lo que sí es positivo y concreto, es la iniciativa que enviará Enrique Peña Nieto al Congreso de la Unión, para crear la Secretaría de Cultura. Instancia primera en el país en esa materia. Ya el titular de Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, indicó que se suprimirían áreas que dupliquen funciones, y que ni el INBA ni el INAH desaparecerán. Entonces “la pregunta de los 64 mil” que dijera el finado Pedro Ferriz Santacruz, ¿puede un congreso local cabildear por espontaneidad un decreto de relevancia tal, que apenas tomará la Cámara Alta del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos? De ocurrencias y hurtos ya estamos quebrados, cuidado, porque algo así devasta lo perfecto.

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