CHILAPA, GRO.- “Ojalá y le
hagan caso, pero… creo que está predicando en el desierto”, me dijo el
compañero de al lado, mientras devoraba un suculento fiambre. Los alcaldes
tienen hambre de dinero, y de poder, y dudo que sean honestos, y humildes con
la gente, y dudo que no se roben el dinero, agregó.
Muchos como él, comían, y
muchos otros, la “clase política” de Chilapa, en referencia a ex alcaldes, ex
diputados, y otros ex ediles, así como ex funcionarios, así como de otros
municipios que también estuvieron presentes, ya habían terminado, y escuchaban
atentos al gobernador electo del estado, Héctor Astudillo Flores, recomendar a
los actuales presidentes municipales, actuar con responsabilidad en el cargo,
con sencillez, pero también, con honradez.
Héctor Astudillo, también
había terminado de comer. Esperó que prácticamente todos los asistentes lo
hicieran para hablar. Antes, ya lo había hecho el alcalde de este lugar,
Chilapa, Jesús Parra, quien le dio la bienvenida, lo mismo que el edil de
Tlapa, Jesús Noé Abundis, quien se aventó un chorizote en nombre de los ediles
de la Montaña. Eso sí, sudaba como si estuviera trabajando.
Sí. En su visita a este
municipio, luego de que por la mañana estuviera en una reunión con el Grupo
Aca, quien al igual que el Grupo Cuicalli, de Chilpancingo, se apropian la
representatividad de la sociedad, Héctor Astudillo se reunió con los alcaldes
priístas de la Montaña Baja y Alta, y a la que además asistieron, como ya
dijimos, la “clase política” de los municipios que gobiernan.
Y lo hizo, luego de que
minutos antes se reuniera con los familiares, o mejor dicho, con algunos
familiares de los desaparecidos de este municipio de Chilapa, en donde quedó de
manifiesto que no son solo 50, sino más de 100, entre el 2014 y lo que va del
2015, mientras que el gobernador electo se comprometió a que a su llegada a la
gubernatura del estado, que será en 12 días, a partir de esta fecha, habrá de
conformar un grupo especial dentro de la Fiscalía General de la entidad, para
que se haga cargo de investigar estas desapariciones.
Pantalón de mezclilla y
camisa blanca, enrolladas las mangas, Héctor Astudillo pidió a los alcaldes de
esta parte del estado, así como a los de la región de la Montaña, cumplirle a
la gente, pero no solo a los priístas que votaron por ellos, sino a todos los
de su respectivo municipio. El proceso electoral ya terminó, dijo, y ahora, hay
que cumplir.
Dijo también que el
problema número uno en el estado es el de la seguridad, la cual, agregó, si no
se da, no hay paz y tranquilidad, y en consecuencia, las inversiones y el
turismo difícilmente llegan a la entidad.
Y les dijo, cómo deben de
ser: honestos, responsables, humildes y honorables, “porque el poder es
pasajero”. Y agregó: si quieren repetir, porque ya es posible la reelección,
“tienen que hacer las cosas no solo bien, sino muy bien”, y aquí fue donde les
pidió no utilizar el dinero destinado a sus municipios, para hacerse ricos.
“... creo que está
predicando en el desierto”, me martilló en el oído mi compañero de al lado,
mientras daba cuenta de una pierna de pollo que, junto con manitas de puerco “a
la vinagreta” y carne desebrada de res, además de ensalada de verduras
hervidas, adornadas con hojas de lechuga, integraba el suculento platillo,
originario de esta ciudad, el fiambre.
Y es que, me dijo, tras
salpicar mi camisa con comida, los que hoy son alcaldes como los que ya han
sido y los que sueñan con serlo, saben que por más que se roben los recursos,
de manera descarada, hasta ahora no hay ninguno en la cárcel, ora porque las
leyes de fiscalización son muy blandas, o por la complicidad que existe entre
los ladrones.
“A poco el que fue alcalde
de Acapulco, el que fue diputado está en la cárcel? Pues no. Y eso que dejó al
municipio en la bancarrota. Hasta parece que es el requisito que deben tener
los políticos para estar vigentes”, me dijo.
“Bueno, no es el único,
aunque a lo mejor no fue cierto”, le digo, más en tono de broma que de cierto.
Hay que probarlo, le digo, ya entre risas, mientras aquel ahora le hace los
honores a un plato de frijoles, luego de que exigiera un “bonche” de tortillas.
“Pero ojalá y fuera
cierto”, me dice ya serio. “Ya es hora que alguien ponga orden ante tanto
desmadre. Ojalá y Astudillo meta a la cárcel, cuando menos a un alcalde, de los
tantos ladrones que hay. A lo mejor así les da un poco de miedo, porque hay
algunos que ya ni la chingan. Se llevan todo. Son peores que ratas”, añade.
“O hay que matarlos, como
hacen en otros países”, le sugiero con la misma broma. “O hay que traer a la
anaconda esa que se tragó a un diputado. Jajaja”.
“La corrupción somos
todos”, dice otro compañero que se mete a la plática, mientras Héctor
Astudillo, en esos momentos, invitaba a los alcaldes para que lo acompañaran,
el próximo 27 de octubre, dentro de 12 días, a su toma de protesta en el
Congreso local. “Los alcaldes entran muertos de hambre, y salen como los nuevos
ricos del pueblo”, añade.
En fin. Hay que esperar,
le dije, mientras en la mesa de honor, además del gobernador electo, estaban el
alcalde de Chilapa, como anfitrión; el de Tlapa, el de Zitlala, el de Olinalá,
entre otros, así como algunos diputados locales.
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