MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN |
En
temporada electoral, perredistas distinguidos y en el poder proceden con
cautela. Evitan meterse en honduras con el magisterio beligerante.
Y abogan por el diálogo
como solución que hace rato dejó de tener esa característica entre las huestes
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y el gobierno
federal, para atemperar el conflicto provocado por la Reforma Educativa que trastorna
intereses políticos y económicos de un puñado de docentes que se transformó en
adalid de la democracia selectiva.
Y es que, a este
magisterio, la suerte de millones de escolapios le importa un bledo, los han
abandonado para dedicar tiempo completo a lo que llama lucha justa y
democrática, contra el interés oficial que busca imponerles un nuevo modelo
educativo que obliga a capacitarse, actualizarse y, sobre todo, trabajar.
Es posible que tengan
razón en ciertos puntos de su recurrente, maleable y manipulador pliego
petitorio que enarbolan por las calles y frente a quien o quienes quieran
escuchar a sus líderes, pero en términos generales los maestros que abandonan a
sus grupos para marchar por las calles céntricas de la ciudad de México, lo
desconocen.
Y es cierto, los
mecanismos que entraña la Reforma Educativa para conseguir la colaboración del
magisterio en aras de consolidarla, tienen la virtud de ser de corte
burocrático, mecánico y reiterativo que en poco o nada ayuda a dinamizar la
impartición de educación en el nivel primaria y con reservas en el de
secundaria. Mete a los profesores de grupo en honduras ambivalentes, es decir,
hay duplicidad de tareas, por ejemplo, en la aplicación del curso y su
evaluación.
Por eso, en ése ámbito
procede algo más que el diálogo, algo que los tecnócratas de la Secretaría de
Educación Pública y sus filiales en el interior del país no tienen:
sensibilidad que da la experiencia de estar –porque nunca han estado-- frente a
un grupo de escolapios de la sierra oaxaqueña o de los barrios pobres de la
capital del país, por citar un par de casos.
Se trata de poner orden;
imposible continuar en esa anarquía prohijada por la CNTE y autoridades que la
permitieron por más de dos décadas.
¿Dialogar con la
dirigencia de la CNTE? Ese grupo cerrado que controla al magisterio disidente
no quiere diálogo. Se ha visto en todas las entrevistas que han sostenido,
incluso, con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que más
que diálogo lo que les viene a modo es que la autoridad federal acepte,
incondicionalmente, sus demandas. Y luego echarse a la hamaca.
Y, bueno, estará usted de
acuerdo en que ese puñado de sedicentes demócratas que controla a la CNTE, no
ha expuesto un solo compromiso ni siquiera la posibilidad de reducir sus
demandas que, por ende, dan la razón a quienes los llamamos fundamentalistas.
En esas condiciones, desde
hace rato era previsible cómo debería desembocar el conflicto: El golpe dado a
la estructura dirigente de la Coordinadora, con la aprehensión de un primer
grupo de sedicentes maestros identificados plenamente, como cabeza del
vandalismo desatado en el estado de Oaxaca y, especialmente, en la capital
oaxaqueña convertida en su bastión que ha cuestionado severamente al PRD,
espacio por el que coló su interés Andrés Manuel López Obrador.
Oaxaca es una de las doce
entidades que en junio del año entrante registrará en las urnas el tipo de
gobernador que sus ciudadanos decidirán.
Y el PRD aspira a
mantenerse en el poder en Oaxaca y avanzar en otras entidades como ha ocurrido
recientemente en Michoacán, cuya gubernatura recuperó merced al voto ciudadano
que se fue por el menos peor y recuperó el bastión que tuvo durante doce años,
tiempo en el que los gobernadores de filiación perredista, Lázaro Cárdenas
Batel y Leonel Godoy, sumieron a la entidad en una severa crisis que tuvo su
máxima y grave expresión con el crimen organizado que se infiltró en todas su
estructura estatal y municipal.
Por eso se entiende que
Francisco Martínez Neri, con toda su experiencia en estos asuntos, obtenida
cuando fue rector de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, y actual
coordinador de los diputados federales del PRD, considere a las detenciones de
personajes que en las marchas de la CNTE azuzaron y participaron en el vandalismo,
como actos intimidatorios y asegure que es muy grave que haya maestros en la
cárcel.
Martínez Neri plantea
“hacer las cosas de otra manera para el beneficio de la educación en el país y
que antes de recurrir a más detenciones de maestros se agote el camino del
diálogo”. Sin embargo, asume:
“No dudo que haya algunos
actos delictivos, no lo dudo. Pero lo que no puedo dejar de entender es que el
gobierno trama una serie de hechos para poder encarcelar a sus opositores y no
me extrañaría que hoy esté ocurriendo algo similar”.
Bueno, Juan Carlos Orozco
Matus, Othón Nazariega Segura, Efraín Picazo Pérez y Roberto Abel Jiménez,
parecen todo, todo menos maestros que, en esa tramposa referencia de Martínez
Neri, cometieron “algunos actos delictivos”.
Y, bueno, sin ánimo de
ofender al sentido común de mis tres lectores, no es tanto que estos maestros
sean opositores al gobierno de Peña Nieto y por esa razón estén confinados en
el penal del altiplano.
No, son vándalos,
personajes que, como fueron captados por cámaras de seguridad, no protestaban,
no llevaban mantas, no marchaban como el resto de los centistas. No, éstos
quemaban inmuebles, saqueaban oficinas, cerraban acceso a una refinería. Vaya,
incurrían en delitos que se castigan severamente.
Haberlos dejado libres
implicaría estupidez de la autoridad, debilidad o muestra de impunidad
complaciente. Por eso el PRD es cauto, por eso, incluso, el gobernador de
Michoacán, el perredista Silvano Aureoles Conejo, dice tener conocimiento de
que hay bastantes denuncias en contra de representantes sindicales del
magisterio y que podrían ser detenidos por la Procuraduría General de la
República (PGR) como ocurrió en Oaxaca, con dirigentes de la CNTE,
Dice que hay órdenes
contra centistas michoacanos, “y bastantes porque es el mismo caso de Chiapas,
es el mismo caso de Oaxaca y Gurrero; ya empezaron en Oaxaca con las
detenciones y entiendo que van por lo menos por otros 30 líderes más”.
Empero, refiere que no le
gustaría que se pudieran dar estas aprehensiones porque tensarían aún más las
cosas; por ello la importancia de trabajar de manera política. O lo que es lo
mismo: aplíquese la ley pero nomás tantito; permítase que desmadren todo a su
paso, pero en lugar de encarcelarlos, dialoguen con ellos. Sí, pues, chance y
los convencen que sean poquito vándalos. ¿Diálogo? Digo.
LUNES. Una oración por los
que se nos adelantaron. Conste.
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Vanguardia Digital
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