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miércoles, 2 de diciembre de 2015

CONTEXTO POLÍTICO Por Efraín Flores Iglesias La vieja práctica del nepotismo


Uno de los graves problemas o vicios que se cometen en las instituciones (esas que Andrés Manuel López Obrador mando al diablo) es el nepotismo. Para algunos, es un orgullo; para otros, es algo condenable.
El nepotismo es una vieja práctica de los que llegan al poder. Data, incluso, hace miles de años. En la República Romana, por ejemplo, el cónsul Pompeyo legó a su suegro Quinto Cecilio Metelo Escipión dos legiones aunque éste mostraba una gran ineptitud en ámbitos militares. Y, a pesar de la oposición de Marco Antonio, quien desde la tribuna del Senado denunció esta situación, no pudo hacer nada debido a que el Senado era dominado por los boni (“hombres buenos” en latín) y que fue utilizado por importantes líderes políticos en la época final de la República.
En la Iglesia Católica tampoco cantan mal las rancheras. En la Edad Media, algunos Papas y obispos criaban sus hijos naturales como “sobrinos” y les daban preferencia. De hecho, esos sobrinos fueron elevados a ser cardenales. El caso más emblemático fue el del Papa Calixto III quien convirtió a dos de sus sobrinos en cardenales; uno de ellos (Rodrigo) llegó a ser Papa (Alejandro VI). El mismo Alejandro VI promovió desde El Vaticano a Alejandro Farnesio, hermano de su amante Julia Farnesio, como cardenal, y que años después llegó a ser Papa (Pablo III).
El gran Napoleón Bonaparte siendo emperador de Francia, también practicó el nepotismo. A su hermano José Bonaparte, mejor conocido como “Pepe Botella”, lo convirtió en rey de España.
En México tenemos muchos casos. Y en Guerrero, ni se diga.
Ángel Aguirre Rivero y Rogelio Ortega Martínez son dos casos. Claro, el más descarado fue Aguirre, quien acomodó a un centenar de sus parientes en puestos claves de la administración estatal, a tal grado de manejar recursos públicos sin que nadie les dijera nada.
Carlos Mateo Aguirre Rivero, quien estuvo recluido durante unos meses en el penal de máxima seguridad de El Altiplano por los delitos de peculado y lavado de dinero, actuando en los hechos como vicegobernador de la entidad desde su cargo como coordinador general del Ejecutivo. Incluso, es conocido como “El Señor Diez por Ciento” por los diezmos que les pedía a empresarios constructores que ejecutaron obras y a proveedores de medicamentos en el gobierno de su hermano.
En la administración de Rogelio Ortega también hubo casos al respecto. El pasado 23 de junio, la Agencia Apro dio a conocer que 40 familiares y amigos del gobernador sustituto cobraban en el gobierno del estado y de manera simultánea en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro). Uno de ellos, fue su tío Rubén Fuentes Alarcón, quien ganaba 11 mil pesos como jefe de la Coordinación General de la Zona Sur de la UAGro, y 40 mil como su asesor.
En el Congreso local se sabe que en cada Legislatura los diputad@s han dado de alta a sus espos@s, hijos, hermanos y concubin@s.
En el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) también es descarado el nepotismo. Los magistrados tienen a sus hijos y esposas en puestos claves, sin tener antigüedad de nada. Es el derecho de sangre, pues. La carrera judicial para ascender a otros cargos, es una falacia. O, bueno, a lo mejor son contados los que llegan por méritos profesionales.
En anteriores entregas he abordado en este espacio los nombres de algunos magistrados que hacen de esta práctica un orgullo o algo normal.
El 14 de agosto, por ejemplo, señalé que la  magistrada Lambertina Galeana Marín (en ese entonces presidenta del TSJ), tenía o sigue teniendo como secretaria particular a Paloma Oviedo Galeana, y colocó a Kenia Oviedo Galeana como proyectista de la Sala Familiar. Resulta que ambas jóvenes son sus hijas. Y eso no es todo. A su sobrina Lorena Benítez Radilla la colocó como juez de Primera Instancia de lo Familiar del Distrito Judicial de Hidalgo.
El 11 de agosto designó a Berenice Jáuregui Alarcón como coordinadora de la Unidad de Igualdad de Género, área que funciona como enlace entre el Poder Judicial y las instancias involucradas en la Igualdad de Género y Derechos Humanos en el estado.
Berenice Jáuregui no es consanguínea de ella, pero sí del veterano magistrado Julio Lorenzo Jáuregui García. ¡Zas!
Me llama poderosamente la atención una declaración que dio el recién estrenado magistrado presidente del TSJ, Robespierre Robles Hurtado, quien reconoció el nepotismo y amiguismo que impera en esta institución, comprometiéndose que su meta “será erradicarlos una vez que el pleno apruebe el Reglamento Interno de la Carrera Judicial”.
Esto lo dio a conocer este martes durante un encuentro que sostuvo con legisladores en la Sala José Francisco Ruiz Massieu del Congreso local.
Se escucha bonito, pero es necesario que lo refleje en los hechos. Hay que darle el beneficio de la duda, porque ya basta que empleados del TSJ con antigüedad y experiencia sean hechos a un lado por los recomendados de los magistrados. Es cuanto.

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