Aunque todos los partidos políticos han dejado mucho qué desear, el Partido Verde Ecologista de México es, sin lugar a dudas, el emblema de la falsa representación ciudadana y el uso de las prerrogativas de Ley en beneficio personal.
Se supone que el sistema de partidos debe ser un pilar de la democracia. Pero en nuestro país ha resultado un montón de varillas oxidadas por la corrupción y el compadrazgo, que han corroído a todos los institutos políticos en todos sus niveles.
En el caso del Partido Verde, los escándalos de corrupción van desde su jefe político Jorge Emilio González Martínez, videograbado en 2004 aceptando un embute de 2 millones de dólares de un grupo de inversionistas, hasta los achichincles en Guerrero del repudiado ex subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, Arturo Escobar y Vega.
Recientemente el Instituto Nacional Electoral (INE), detectó que en 2009 fueron escriturados a nombre de Marco Antonio de la Mora Torreblanca unos terrenos en Iztapalapa, dados por un proveedor en pago al Partido Verde por el incumplimiento en la impresión de unas playeras.
De la Mora, líder político del Verde en Guerrero, era el suplente del entonces diputado federal Arturo Escobar, con quien comparte el buen gusto por los bienes raíces.
De hecho, son vecinos en el exclusivo fraccionamiento San Antonio Sonterra Stone en el estado norteamericano de Texas, donde Escobar adquirió en junio de 2007 una residencia valuada en 4 millones de pesos. Un par de meses después, de la Mora compró otro inmueble valorado en 3.7 millones, en ese mismo lugar.
Marco Antonio de la Mora vendió su residencia en 2012, nada menos que al ex diputado federal por Guerrero Alejandro Carabias Icaza, actual Jefe de la Unidad de Normatividad y Regulación de la Agencia de Seguridad Energía y Ambiente (SEA), recién creada por el gobierno federal al entrar en vigor la reforma energética, y de cuya firma depende la realización de todo proyecto que tenga que ver con petróleo, gas o electricidad en el país.
Meses después, el actual presidente de la Comisión de Ecología de la Cámara de Diputados, y secretario general del Verde en Guerrero, Arturo Álvarez Angli, también adquirió una residencia en Sonterra Stone, valuada en 3.8 millones de pesos.
Aunque la casa de Texas que le vendió a Carabias no es nada para Marco de la Mora comparado con los predios con valor de 11 millones detectados por el INE en Iztapalapa, o con el privilegio de vivir en el lujoso condominio Porto Chervo en Acapulco, donde es vecino de personalidades como la conductora de televisión Laura Bozo, y un departamento cuesta aproximadamente 750 mil dólares.
Nada son tampoco para el Verde los 88 millones de pesos que el INE le impuso de multa por el asunto de los predios de Iztapalapa. Ese partido ha acumulado más de 500 millones en multas. Y le importa poco.
No es dinero de Escobar, ni de Marco de la Mora, ni de Jorge Emilio González. Cometen irregularidades con el dinero de los mexicanos, y pagan con el dinero de los mexicanos. Negocio redondo el de los verdes.
Sobre este tipo de partidos-varilla descansa la democracia mexicana, que asemeja a un techo sin pilares sólidos que le permitan a México echarle otro piso encima. Por eso nuestro desarrollo democrático como nación, está por los suelos.
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