EFRAIN FLORES IGLESIAS |
Confrontar es su estilo. O
mejor dicho, ya se le volvió costumbre pegarle a todos. Al parecer no le
aprendió nada al ex gobernador Rubén
Figueroa Alcocer, su padre.
Quiere ser alcalde del
puerto de Acapulco, pero si sigue así, jamás logrará su propósito. Ni en su partido, el PRI, lo ven con buenos
ojos.
Se
comporta como un niño berrinchudo y cada vez que hace
señalamientos en contra de sus adversarios políticos que, por cierto, son
muchos, no aporta pruebas.
En efecto, me refiero a José Rubén Figueroa Smutny.
Ya ha sido diputado local
en dos ocasiones (LVI y LX Legislatura) y diputado federal en la LVI Legislatura. Pero políticamente no ha
madurado (ni madurará). “Chango viejo no
aprende maroma nueva”, reza un dicho popular.
En la pasada elección no
apoyó a los candidatos postulados por el PRI. Y todo porque le fue negada la
candidatura a la presidencia municipal de Acapulco.
Sueña con gobernar algún
día el estado de Guerrero, pero con la actitud que ha demostrado, no llegará
lejos. La política es de sumas, no de restas. Y eso no lo entiende el
“Chómpiras” José Rubén Figueroa Smutny.
Va
de mal en peor. Hasta con sus aliados se pelea. De bipolar, no lo bajan. No se
sabe cuándo anda de buenas o de malas.
Lo único que provoca es
que su grupo político sea relegado por otras expresiones políticas al interior
del PRI.
Claro,
no todos los figueroístas se comportan igual que él. Para empezar, su padre,
don Rubén Figueroa Alcocer es mesurado en sus declaraciones. No le gusta la
polémica y privilegia el diálogo.
No está mal que denuncie
situaciones que considere irregulares o injustas, pero que presente elementos,
pruebas o evidencias. Acusar es fácil,
cualquiera lo hace. Pero, insisto, no se vale hacerlo sin sustento. Es irresponsable,
pues.
Rubencito, como le dicen algunos, necesita
aprender mucho de su padre y su abuelo, quienes en su momento gobernaron al
Guerrero bronco.
También necesita hacer a
un lado el odio y la frustración que ha venido proyectando desde que “se metió”
a la política.
ENTRE
OTRAS COSAS… Finalmente, ocho diputados del PRD se
pusieron el saco, rechazando ser corruptos, que cobren dinero por los trabajos
legislativos o tuerzan la ley.
Esto lo manifestaron luego
de que Sebastián de la Rosa Peláez
renunciara el pasado martes a la Coordinación de la Fracción Parlamentaria del
PRD en el Congreso local, argumentando que algunos de sus compañeros de bancada
se han rendido a la práctica perniciosa del uso patrimonialista del poder y
abuso de su autoridad.
“La razón de mi renuncia,
como ya lo he explicado, no solo es por demás simple y llana, es también grave:
no puedo ser el Coordinador de una Fracción Parlamentaria en un Congreso que le
ha permitido a un grupo de Diputados, reclamar la defensa de sus intereses
personales por encima de cualquier compromiso social, de filiación
político-partidaria e, incluso, presumiblemente trasgrediendo la legalidad”,
dijo el ahora ex líder de la bancada perredista.
Sebastián
de la Rosa no dio nombres, pero ocho de sus compañeros inmediatamente se
pusieron el saco. Solitos se evidenciaron. ¿A poco no?
Nos leemos el lunes.
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