A río revuelto ganancia de
pescadores. Ángel Aguirre Rivero encontró en la adversidad política priísta y
perredista la coyuntura ideal para reaparecer en escena y hacerlo al estilo de
Antonio López de Santa Anna como “su Alteza Serenísima” del PRD guerrerense.
Al igual que el
tristemente célebre “Cojo de Jalapa” en el siglo XIX jugaba con liberales y
conservadores para que le pidieran ser presidente de la República, cargo que
ocupó 11 veces invitado por unos y por otros, el ex gobernador de Guerrero en
pleno siglo XXI juega con los liberales priistas y la ¿izquierda? perredista
para ser proclamado jefe político vigente en la política estatal.
En el PRI mantuvo cuadros
como el ex alcalde de Chilpancingo Mario Moreno Arcos, que pese a su traición
en la elección que llevó por segunda ocasión al gobierno estatal a su líder
político en 2011 siguió militando como el enemigo en casa, papel que sigue
desempeñando al operar en contra del actual alcalde capitalino Marco Antonio
Leyva Mena.
Leyva es visto como el
enemigo a vencer en la conocida aspiración de Moreno Arcos de obtener la
candidatura del PRI a gobernador para el grupo de Ángel Aguirre que buscó sin
éxito ante Héctor Astudillo y que sin duda buscará para el 2021, por lo cual ha
iniciado una labor de desgaste de la alcaldía chilpancingueña. Así lo han
señalado varios analistas políticos.
El propio alcalde reveló
el pasado 7 de junio en una entrevista que el 95 por ciento de quienes hacen
protestas en la capital primero se movilizan y luego acuden ante la autoridad a
solicitar audiencia, cuando llegan a hacerlo, lo que demuestra que se trata de
protestas mediáticas que en nada tienen que ver con la auténtica demanda
social.
Aparte de ser un cuadro
probadamente institucional y con arraigo en el priismo, Leyva Mena ha innovado
en el Ayuntamiento con prácticas de gobernanza que son criticadas, pero que
buscan un cambio en la cultura política de la sociedad chilpancingueña al
trabajar personalmente con los ciudadanos en esas pequeñas obras, que no son
vistosos elefantes blancos, pero que influyen en cambiar la percepción errónea
de que el gobierno debe resolverlo todo, y fomentan la participación social.
En lo que respecta al PRD
Aguirre tampoco ha estado ausente. Si bien regresó al senador Sofío Ramírez al
PRI, mantuvo cuadros perredistas que le son leales y que no tuvieron empacho en
pedirle que regrese a ese partido al cual renunció luego del escándalo de la
desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, en Iguala, durante su gobierno.
Ante el desdibujamiento ya
no de su ideología sino del propio partido en el ámbito nacional y la derrota
que no ha superado en Guerrero, 10 diputados perredistas acudieron a su
invitación a la Ciudad de México para pedir su regreso, de igual manera que los
conservadores pidieron a Maximiliano de Habsburgo que fuera el emperador de
México sin importarle que fuera un liberal.
Total, si el PRD se ha
consolidado como satélite de la derecha panista y reciclador de priístas ¿qué más daba rogarle a Aguirre que los
libere de la orfandad política y los guíe por el camino de su Fundación Corazón
de Ángel a asegurar candidaturas para el 2018.
Con ello se aseguran además de mantener el
municipio más importante, Acapulco, con Ángel Aguirre Herrera, hijo del ex
gobernador, pues la incapacidad y debilidad de carácter de Evodio Velázquez
Aguirre quien sucumbe lo mismo al halago que a la crítica, lo hace ver cada vez
más lejano de una reelección.
Cierro con una frase de
Benito Juárez: “Es singular esta gente nuestra. Al que no la conoce y es fatuo,
sus ovaciones y adulaciones lo embargan,
lo tiran y lo pierden; y si es débil,
sus injurias y maldiciones lo desalientan, lo tiran y lo pierden también”.
jalepezochoa@gmail.com
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