AURELIO NUÑO (Foto de Archivo GradoCeroPress) |
Agradezco y saludo con
mucho gusto a Juan Ignacio, muchas gracias. A Leticia, muchas gracias por la
invitación. A toda la familia de don Ignacio, a sus nietas; a sus bisnietas;
bisnietos; a todos los que están hoy aquí presentes, alumnos, maestros de esta
escuela; a don Pepe Carreño; a Lucy. Un gusto poder estar entre todos ustedes.
Como seguramente les ha
pasado a todos ustedes, estoy seguro que a millones de mexicanos, a mí me tocó
crecer viendo a don Ignacio. Viéndolo en la tele; viéndolo en el cine; viéndolo
en el teatro, y además de estar viendo al primer actor de México, como se le
conoce hoy; de estar viendo a uno de nuestros máximos representantes de las
artes escénicas, como estoy seguro que también le ha pasado a millones de
mexicanos, por esa inteligencia, por esa gran capacidad de actor, por saber
transmitir esa gran calidez que tiene también en su vida, yo creo que al igual
que me pasó a mí, a muchos mexicanos les pasó que lo sentíamos, sin conocerlo,
sin tener el honor de conocerlo personalmente, lo sentíamos cerca.
Lo sentíamos como alguien
que de alguna u otra manera pertenecía a la familia; pertenecía a México, y que
siempre ver su figura, ver una película de usted; ver alguna serie, alguna
telenovela; verlo en el teatro, daba además de un gran gusto una gran
tranquilidad, porque uno se sentía con alguien con el que estaba seguro, con el
que era cercano, y que hacía muy bien las cosas.
Y precisamente por eso, y
por la gran admiración que le tengo a usted, don Ignacio, para mí fue, a lo
mejor usted no lo sabe, pero para mí fue y si me lo permite lo voy a compartir,
para mí fue un gran honor, una oportunidad que me dio la vida, y es que el año
pasado, el presidente de la República me dio la misión de informarle
personalmente a don Ignacio que había sido galardonado con el Premio Nacional
de Ciencias y Artes, el máximo premio que da el Estado mexicano a los
científicos y a los artistas de nuestro país, y la vida y el presidente de la
República me dieron la oportunidad de ser yo quien le comunicara esa gran
noticia a don Ignacio.
Sé que a don Ignacio le
dio mucho gusto. Así me lo dijo, pero lo que él no sabía es que yo creo que a
mí me dio más gusto de haber tenido esa oportunidad en la vida de ser yo quien
le haya dado esa gran noticia, don Ignacio. Fue un gran gusto, y después poder
compartir con usted en Palacio Nacional, usted recordaba hace un momento, la
entrega de esos premios nacionales de Ciencias y Artes, y que con todo
merecimiento estuviera usted ahí, don Ignacio.
Ignacio López Tarso: Yo
digo que he estado en el mejor de la reunión, porque yo estaba entre el
presidente de la República, Peña Nieto, y a mi derecha el secretario de
Educación. Mil gentes ahí en el patio central de Palacio, gente muy importante
en la mesa del pódium, pero yo dije: yo tengo el mejor lugar…
Aurelio Nuño Mayer:
Déjenme, y para concluir, destacar, don Ignacio, desde mi óptica dos facetas
que usted le ha dado a México, por supuesto la de ser el gran actor que es
usted, haber tenido tantas décadas en el mundo artístico; más de cien obras de
teatro de todo tipo, desde Shakespeare, que estábamos viendo las fotos;
Molière; teatro clásico griego; en fin, todo lo que usted ha hecho y que todos
aquí conocen, que además está muy bien narrado en el libro que escribió Susana,
su hija, que es una entrevista a usted –Hablemos de teatro–, un libro en donde
a través de una plática con usted pues se va dando la historia contemporánea
del teatro en México, y que usted ha aportado mucho a ello.
Pero yo quiera destacar
dos temas adicionales. Uno, que posiblemente haya sido involuntario, don
Ignacio, pero que a través de su carrera usted se volvió un cronista de México;
se volvió un cronista de su historia; se volvió
un cronista de las diversas épocas que le tocó retratar en el teatro, en
el cine, en la televisión; se volvió un cronista de los personajes de nuestra
sociedad; se volvió un cronista de las partes más nobles, también de los
vicios. En fin, de todo lo que tenemos como sociedad; de lo que hemos
evolucionado y caminado como país.
Y en ese sentido usted, y
todo el trabajo que ha hecho, hoy, si uno lo ve son pinceladas que a lo largo
del tiempo acomodan una crónica del México moderno y contemporáneo que no puede
estar mejor representada por usted y los diversos personajes que ha hecho,
desde por supuesto un maestro rural hasta un pepenador, hasta un ingeniero en
la Sierra Tarahumara. En fin, todo eso que usted ha proyectado, hoy se vuelve
parte de la crónica del México contemporáneo.
Y en segundo, don Ignacio
es que usted también, ha sido un gran maestro; usted ha sido ya un formador de
generaciones. Un formador de generaciones en el teatro, en la televisión, en el
cine, y por supuesto en gran medida una formación de generaciones, como me tocó
a mí, en donde a través de usted aprendí
mucho de historia de México, y estoy seguro que muchísimos otros
mexicanos también lo hicieron.
Así es que en su andar,
además de ser un gran actor, de ser un gran artista, de ser un hombre además
muy noble, muy sencillo, un gran mexicano, usted ha sido también un gran cronista del México
moderno, y usted también ha sido un gran maestro y un gran formador de
generaciones, repito, en el teatro, en el cine, pero a todos quienes lo hemos
seguido en distintos momentos.
Así es que para mí es un
verdadero honor acompañarlo; estar con su familia; estar aquí en esta academia,
en este centro de enseñanza de teatro, que le deseo el mejor de los éxitos. Sé
que lo van a tener, ya lo han tenido, y ahora con esta ampliación, con estos
nuevos proyectos que emprende, estoy seguro que tendrán el mejor de los éxitos,
y estará reflejando la calidad de don Ignacio y que muchas generaciones se
seguirán beneficiando, teniendo la mejor formación que es, además, lo que queremos para los
niños y los jóvenes de México, que tengan en todos los aspectos, en lo que se
quieran desarrollar, las herramientas, los conocimientos, las habilidades, para
que puedan triunfar y puedan ser felices en la vida.
Muchas gracias, y muchas
felicidades, y un honor, don Ignacio, poder compartir, una vez más la mesa con
usted. Muchas gracias.
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