Coincido con Armando Ríos
Piter en que el sistema de partidos en el que hasta ahora se ha basado la
democracia mexicana está rebasado. Pero hay que subrayar que mucho se debe a la
desconfianza ciudadana hacia quienes son colocados por éstos en los cargos de
representación popular, léase, a los políticos.
Una encuesta reciente de
Consulta Mitofsky evidencia que el nivel
de confianza hacia los senadores (cargo que ocupa Ríos Piter) es de apenas 5.2
puntos, casi igual de bajo que los 4.8 que hay hacia los partidos que los
postulan.
Lo lógico sería que si se
aparta de los partidos porque han sido rebasados, también dejara la curul, dado
que los senadores están en la misma situación.
No es así porque su
separación del PRD y el resto de los partidos (la que anunció ayer no obstante
seguirá en la fracción perredista del Senado para no desintegrarla) forma parte
de una estrategia política para lograr los requerimientos necesarios para hacerse
de una candidatura independiente, más no ciudadana, ya que quien juega futbol
es futbolista y el que hace política es político.
La misma encuesta de
Mitofsky muestra un 41.9 por ciento (casi la mitad) de indecisos entre confiar
o no en el discurso antisistema y es ahí donde Armando Ríos Piter parece haber
encontrado el nicho que buscaba, comenzando con el discurso antipartidos y para
hacer en lo posible un contrapeso al puntero a la presidencia, Andrés Manuel
López Obrador, al parecer, su verdadero objetivo.
El senador arremetió en
una entrevista radiofónica contra el tabasqueño al que acusó de ser parte del
mismo sistema al que critica, ya que utiliza las prerrogativas partidistas.
En resumen, la ruta
aparente de Ríos Piter es una candidatura independiente tipo la de Pedro
Kumamoto, quien llegó a diputado en Jalisco con un gasto mínimo de campaña.
Pero a diferencia del netamente
apartidista joven tapatío, el guerrerense tiene una trayectoria que pasa no por
uno, sino por tres partidos políticos: el PRI, el PAN y el PRD, que le hacen
imposible diferenciarse de López Obrador o cualquier otro político, porque él también
ha sido parte del sistema que ahora critica.
De cualquier forma su
decisión es una pérdida importante para el PRD en el que militó por 10 años como
cuadro distinguido, capaz de moverse en las altas esferas de la política
nacional, y que sabe posicionar su marca y establecer agenda, virtudes que no
se le pueden negar y que sin duda empleará para hacer crecer su nuevo proyecto
político personal.
Pero sobre todo porque es
el noveno senador que deja al PRD y en el caso de Guerrero, el único que le
quedaba. Aún faltan 10 meses para el 2018 y del barco amarillo siguen saltando
al agua quienes no creen que llegue a la costa. No le ven futuro.
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