El caso Evo Morales se le
va a amorcillar al gobierno mexicano, hasta convertirse en un peso muerto con
el cual no sabrá qué hacer. Por eso nadie más del bloque populista
latinoamericano quiso encargarse del político boliviano expulsado de la
presidencia en su país.
En política exterior,
pronto el distinguido huésped empezará a ser un dolor de cabeza, porque es
previsible que el nuevo gobierno de Bolivia empiece a emitir órdenes
internacionales de captura en su contra, por crímenes, fraudes y otras
fechorías comunes en casos de mandatarios defenestrados.
Fue por eso que el
dictador electoral boliviano no fue acogido por los gobiernos de Cuba o
Venezuela, que hasta ahora tenían, por mucho, lazos de entendimiento y
complicidades más fuertes que la 4T: Cuba y Venezuela tienen una posición
endeble en el sistema jurídico internacional.
La Habana y Caracas saben
que les resulta difícil cobijar a alguien cuya búsqueda sea aprobada por
Estados Unidos: suficientes problemas tienen ya, como para agregarlos al
estrangulamiento económico y legal que les plantean las sanciones económicas de
Washington.
Por eso le sugirieron a
México que se encargara del hermano Evo, al fin que hace una semana Nicolás
Maduro dijo en La Habana que México es el nuevo jefe del “progresismo” en
Nuestra América. El liderazgo incluye hacerse con los compañeros en apuros.
En política interna,
pronto el distinguido huésped comenzará a ser un dolor de muelas por dos
razones en especial:
–Una, que desde aquí hará
política activa para tratar de volver al poder en su país, lo cual creará
dificultades bilaterales con Bolivia. El respeto al derecho ajeno como piedra
angular de la paz, dejará de serlo cuando el gobierno de Bolivia ejerza su
derecho a juzgar a un gobernante que agravió al país.
–Dos, que el costo
económico de su estancia va a tensar al extremo a la sociedad mexicana, pues
choca con la leonina política de austeridad del gobierno que lo mantiene a él y
su corte; mientras aquí dejan de recibir recursos las estancias infantiles o
los hogares para mujeres golpeadas.
Pero, por encima de todo,
dar posada a Evo Morales es un error político de la 4T porque su presencia en
México es un recordatorio constante del fracaso del sistema de gobierno que
impulsa la 4T: la destrucción de las instituciones, el secuestro del instituto
electoral y la captura de los tres poderes del Estado.
Un recordatorio que
incluye todo por lo que cayó Evo Morales: el fraude electoral y la gigantesca
movilización popular, con anuencia del Ejército, en contra de su despotismo y
de su intento de perpetuarse en el poder.
Que él esté aquí quiere
decir…
Que los nuevos dictadores
no son inamovibles.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.