NORMA ROSAS |
La pandemia del
coronavirus ha traído consigo no sólo la mayor contingencia sanitaria de
nuestra era y la amenaza de la recesión económica más grande de la historia,
además ha arrojado a nuestra cara a través de nuestros dispositivos una
marejada de contenido pseudoperiodístico difundido a través de portales de
noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo es
la desinformación.
Estas noticias falsas se
han convertido en uno de los grandes temas de los que las ciencias de las
comunicación tendrán que analizar minuciosamente, una vez que estos días de
cuarentena sean solamente notas a pie de pagina en el libro de nuestra
existencia.
¿Por que surgen las fake
news? Las razones pueden ser muchas pero lo cierto es que mientras algunas
surgen de forma intencional, para fines políticos o económicos, otras son tan
sólo el producto de la imprudencia o falta de rigurosidad de quien las genera y
sobra decir que un escenario como el COVID-19 es el perfecto telón de fondo
para que esta información pueda pulular entre la sociedad, desde los
conspiranoicos que ven la posibilidad de “revelar” su verdad del mundo, a los
ciudadanos que ansían tener algo de certidumbre en una realidad cada vez mas
caótica.
Y no, ni de cerca pensemos
que estas son noticias inofensivas, que no le hacen daño a nadie; en la era de
los medios masivos, tener información confiable es como tener agua potable, si
esta no pasa por los filtros adecuados puede contaminar a la sociedad e
irremediablemente causar malestar entre las personas basta con recordar
publicaciones en cadena sobre teorías de la conspiración hechas virales en
Facebook donde se relacionaba la pandemia de coronavirus (COVID-19) con una
estrategia económica que beneficia a China, esto sumado a la insistencia del
presidente Donald Trump de hablar del “virus chino”, ha logrado que las denuncias
por agresiones xenófobas se hayan multiplicado en contra de la comunidad
asiática en Estados Unidos.
El mismo Trump protagonizó
un episodio por más desafortunado, cuando en medio de una conferencia ante
medios de comunicación decía “veo el desinfectante, que lo deja OK en un
minuto, ¿hay alguna manera de que podamos hacer algo así mediante una
inyección? Porque ves que entra en los pulmones y hace un daño tremendo en los
pulmones, así que sería interesante probarlo”, dejando la posibilidad de que
una inyección a base de productos de limpieza pudiera ser un método eficaz en
contra del virus Sars-Cov-2.
Por supuesto esta
información irresponsable tuvo sus consecuencias, pues van más de 300
intoxicados por ingerir cloro tras sugerencia de Trump, y los gobernadores de
los estados de Michigan y Maryland, en Estados Unidos, pidieron que el
mandatario y las autoridades en general sean cuidadosas con sus declaraciones,
toda vez que estas entidades son las que registran más llamadas de emergencias
por envenenamiento con cloro.
Nuestro cerebro no busca
necesariamente la verdad, sino aquello que lo haga sentir seguro, y con una
enfermedad totalmente nueva, de la que a diario recogemos nuevos datos y nuevas
características es natural buscar con empeño, cuando no desesperación algún
dato que nos haga sentir en control de las circunstancias, de hecho a este
fenómeno se le llama sesgo de confirmación o recolección selectiva de
evidencias.
Pero ahora más que nunca
no podemos ser descuidados con la información que consumimos y compartimos,
pues en el afán de sentirnos más seguros podemos terminar por afectar no sólo
nuestra salud sino la de aquellos que nos rodean, agravando a un más estos delicados
días de guardar.
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