Sin relevo al bate en la sesión de preguntas, en la mañanera del último lunes de abril, el sedicente periodista que pretendió erigirse filántropo de su pueblo, cumplió el cometido de la fila mercenaria y dio pauta para que el licenciado López Obrador evadiera la veda electoral.
“Hable usted, licenciado,
responda y hable porque la pregunta es mía”, pareció ese arrojo de supuesta
interrogante seria y fundamentada para que Su Alteza Serenísima se sirviera con
la cuchara grande y metiera en camisa de fuerza a los once ministros y
ministras integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Otro
capítulo del cuentacuentos que le tuerce el brazo a la ley porque así lo dicta
la 4T.
Pero, bueno, en realidad
serían diez ministros, porque el ministro presidente debe excusarse de conocer
la acción de inconstitucionalidad del 13 transitorio, cuando ésta sea
discutida, porque le implica en la ampliación de su mandato.
Mañanera de lunes y el
mercenario abre el espacio para que, del ronco pecho que no es bodega de Su
Alteza Serenísima se conozca el bando que implica concretar su decisión de que
el Poder Judicial de la Federación se someta a su dictado. ¡Faltaba más!
“En días recientes –expuso
el remedo de filántropo-- se causó un revuelo a nivel nacional por parte de los
partidos políticos de la oposición y por supuesto también de los intelectuales
con respecto al aplazamiento del ministro Arturo Zaldívar al frente de la Corte
hasta el 2024 y no en el 22, justo cuando usted termina su administración”.
Margen aparte de
descalificar a integrantes del Poder Judicial, este personaje de la picaresca
de Palacio, una especie de telonero para la presentación del cuentacuentos que
dicta línea, descalifica, insulta, estigmatiza, da cátedra de historia patria y
hasta del catecismo y exorciza a los demonios del neoliberalismo y los
conservadores, preguntó:
“(…) Presidente, en caso de
que los integrantes de la Corte no avalen dos años más del ministro Arturo
Zaldívar al frente de la misma, ¿ellos no estarían convirtiéndose en cómplices
de la corrupción que tanto queremos erradicar de México? Y, ¡sopas!, que el
licenciado Andrés Manuel emplaza a los ministros; aunque sonó a amenaza. Lea
usted:
“Sí, yo creo que conscientes
o inconscientemente, por el coraje que les produce la transformación que se
está llevando a cabo en el país, pues apoyan al régimen de corrupción, porque
en este caso lo que se aprobó fueron leyes para reformar al Poder Judicial y se
consideró de que estas reformas se llevarían a cabo siempre y cuando el
presidente de la Suprema Corte y el presidente a la vez -es la misma persona-
del Consejo de la Judicatura fuese una gente honorable, íntegra, que no
perteneciera a los mismos grupos de poder económico y político que llevaron a
la ruina al país, a la decadencia, los que avalaron la corrupción.
“Entonces, imagínense, se
hacen reformas y el encargado de conducir el proceso de transformación del
Poder Judicial es un personaje del partido conservador del antiguo régimen,
caracterizado por el servilismo en favor de los grupos de intereses creados,
sobre todo del poder económico, que nunca se preocupan por el pueblo y a favor
de la corrupción. ¿Pues de qué sirve que se lleve a cabo una reforma así?, pues
es letra muerta”.
O sea, ¿no?, si no es el
ministro Zaldívar Lelo de Larrea nadie más.
¿Cree Su Alteza Serenísima
que los mexicanos integran una masa ñoña que acepta explicaciones pueriles con
una insultante postura que le tuerce el brazo a la máxima ley de leyes, que es
la Constitución General de la República?
Pues sí, lamentablemente la
convicción del inquilino del austero Palacio Nacional es que los mexicanos
todos, salvo un margen de conservadores y neoliberales de la mano de
intelectuales que añoran los tiempos de las vacas gordas, creen a pie juntillas
en sus decisiones y sueños de un país desmantelado.
Bueno, qué le digo, ahí
tiene usted a Moisés Ignacio Mier Velazco, coordinador de la bancada de Morena
en el Palacio Legislativo de San Lázaro y presidente de la Junta de
Coordinación Política de la Cámara de Diputados.
Mire usted, don Nacho llegó
de emergente de Mario Delgado, como la inmensa mayoría de cuadros dirigentes de
Morena tiene en su ADN al PRI.
Resulta que, la madrugada
del jueves pasado, cuando se discutía el famoso 13 transitorio que amplía dos
años la gestión del ministro Zaldívar Lelo de Larrea, la diputada presidenta
Dulce María Sauri Riancho dio una discreta lección de política con el ejemplo
francés del Contrato Social y el poblano
Mier Velazco no quiso quedarse atrás, pero…
“(…) Citó un coordinador acá
que cualquier alumno de primer año de derecho sabe lo que es el apego a la ley.
Quiero decirle a ese académico que entre derecho y justicia, un transformador,
un liberador, un revolucionario, opta por la justicia.
“¡Claro!, la supremacía
entre derecho y justicia depende de un pensamiento político-ideológico. El
conservadurismo opta por el derecho. El liberador, y somos parte de un
movimiento liberador, opta por la justicia, por la felicidad y/o por lo que es
necesario. Y no nos diga a sus compañeros, con todo respeto, que optemos por el
derecho, porque estaríamos sumándonos a ese derecho que no garantiza lo justo,
que no garantiza la felicidad, que no garantiza el desmantelamiento de un
régimen corrupto, en algo que es más sensible para toda la población, que es la
administración de justicia”.
¿Le entendió? Lúcido,
lúcido, listo, listo el diputado Mier con esa disertación para decir que se
plegaban a lo previsto y su bancada y socios no le cambiarían una coma al 13
transitorio; ¡vaya!, lo avalaron total y cínicamente. Aunque le partieron la
madre al 97 constitucional.
¿Y el cuentacuentos de la
mañanera que suele ser homilía cuando no clase de historia patria decimonónica,
aunque se constriñe a la referencia de cuatro o cinco próceres con sus
contrapartes del siglo XX?
Su Alteza Serenísima no se
atrevió a cuestionar a Porfirio Muñoz Ledo. ¿Y cómo? Porfirio pintó su raya
desde el inicio del sexenio, apenas arrancando la LXIV Legislatura federal cuyo
último periodo ordinario de sesiones fenece.
¿Alguna duda? Corrían las
primeras horas del viernes 23 de la semana pasada cuando Muñoz Ledo intervino
en tribuna y sostuvo su personal y fundamentada postura frente a la aprobación
de la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial y, en especial, de esa
aberración inconstitucional que implica el transitorio de marras.
La intervención de Porfirio
fue amplia, pero basta con las siguientes líneas para que usted decida de qué
lado de la ley está.
“Muchas gracias, presidenta
y amiga, por su benevolencia –abrió Muñoz Ledo--. “Los muertos que a gritos
queréis matar gozan de cabal salud”. Lo primero en cuestión, dije al tomar
posesión de la Presidencia de la Mesa Directiva de esta Cámara, es definir si
merece su nombre de honorable Congreso de la Unión. No se habla de honorable
Suprema Corte, no se habla de honorable Presidencia de la República.
“Aquí parece haberse... la
virtud del honor, que es cualidad que impulsa a una persona a actuar
rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo a colaborar, respeto que se tiene
de la dignidad de una persona y de una institución. Este es un tema de
dignidad.
“Me opongo, con toda la
fuerza de mi ser, a una violación tan flagrante... y absolutamente... de la
Constitución. Me opongo con toda la fuerza y convicción de mi ser, con todo el
esfuerzo memorioso que hemos hecho desde 1988 para instaurar en el país un
orden democrático y no una república autoritaria a este insensato proyecto de
violar la Constitución Política del país. Puedes preguntarme”.
Y en Morena ni se inmutaron.
Total, Porfirio no fue de los escogidos por el índice de Su Alteza Serenísima
para reelegirse diputado federal.
¡Ah!, la democracia. Andrés
Manuel, el mismo que por la vía democrática fue elegido jefe de Gobierno del
entonces Distrito Federal y luego Presidente de la República, dice que “es una
vergüenza lo que hemos vivido en materia de democracia, por siglos no ha habido
democracia en México, es de los países del mundo con más atraso en materia de
democracia, es el país con más fraudes electorales en la historia, se puede
probar”.
En serio, no es cuento,
Andrés Manuel se asume producto de esa vergonzosa democracia. Y, en ese espacio
de la cultura, Su Alteza Serenísima confesó:
“Mi deseo mayor es que
suceda algo parecido a lo que se vivió en México después de la Revolución,
cuando se desarrollan las artes, la literatura. Los murales de aquí del Palacio
y todos los murales tienen que ver con el ambiente que creó la Revolución
mexicana. Tiene que ver con Orozco, tiene que ver con Rivera, tiene que ver
Siqueiros, con todos”.
¿Sabrá que esos murales y la
obra plástica fueron ordenados y pagados por los gobiernos post revolucionarios
como alegoría del México que los vencedores querían se conociera?, ¿la alegoría
del triunfo de los generales y la clase media alta y los nuevos ricos
codeándose con aristocracia sobreviviente pero no con el pueblo jodido? ¿Sabrá?
No, es mucho pedir. Digo.
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