Hablar de la pintora mexicana Sofía Bassi, es recordar y reconocer a uno de sus alumnos en México, el acapulqueño José Luis Medina Manzanarez.
Estudioso de esta arte,
viaja al extranjero para conocer a otros pintores y muralistas con los que
entabla amistad, en la convivencia, el intercambio de ideas y métodos para
fortalecer sus técnicas. Allí también expone de manera individual y colectiva.
José Luis, ha expuesto sus
obras en diversas galerías de México, así como en salas de diversos hoteles en
Acapulco y la propia Casa de la Cultura, sus reconocidos ángeles dentro de la
experiencia mística y onírica que ello entraña. Han sido no tan solo admirada
sino adquiridas por coleccionistas y amantes de la pintura nacionales y
extranjeros. Bien cotizada, a la par del extinto pintor poblano Antonio Ramos
Barbosa, íntimo amigo de Medina quien, por cierto, como admiración y respeto a
su obra le dedica un retrato, que cuida y pende en el centro de su estudio,
como una heráldica de quien habita esa casa llena de libros de diversos géneros
y en varios idiomas. Afuera en amplios pasillos lleno de plantas olorosas y
bellas que adornan su jardín, se observan figuras mayas y olmecas.
Los trazos y líneas de sus
dibujos son concluyentes y encrespados, como para fortificar una especie de
doble realidad, que se catequiza en una especie de subterfugio para el
descubrimiento y planteamiento de un mundo interior. “He llevado mi arte y mi
experiencia en otras latitudes, donde se me ha invitado”. Señala.
El uso de la textura del
lienzo y los colores así como la calidad
y sabedor de su estilo con una intención de gran carácter deja una clara
huella de sus pensamientos vibrando en cada pigmento que nos adentra en una
grata y extensa experiencia de apreciación para reflejar nuestras emociones y romper
equilibrios y soportes armónicos que nos expresa en todos y cada uno de sus
cuadros.
Ángeles y arcángeles, como San
Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel y Sariel entre otros han sido plasmados entre
los pecados capitales y la hambruna del conocimiento para entendernos como
seres humanos, amorosos y bondadosos. La pintura de Medina, se plasma en cada
lienzo como una llamada al mundo para controlar la angustia de las pesadillas.
Entrevistado en su
estudio-Casa, donde si el tiempo lo permite, dice: “se tiene planeado crear un
Museo donde habrá exposiciones permanentes de mis cuadros, de mi colección de
timbres postales, de la heráldica y de poemas; así como de otras obras
pictóricas de reconocidos pintores de Guerrero, de México y del mundo”. José
Luis, siempre sencillo tras más de 35 años de conocernos, narra sonriente y
dichoso de encontrarnos de nuevo, hablamos de diversos temas. En poco tiempo
cientos de palabras.
El artista, se interesa
demasiado por el subconsciente, dice y agrega: “las emociones y reacciones
químicas del cerebro, junto con las implicaciones filosóficas emergentes de
este instante, es parte esencial de la vida de sueños y realidades de cada
uno”. Entre el dolor, el sufrimiento y la alegría como sana convivencia de
reflexión. Entre el fracaso y el triunfo de todos en cada paso de la existencia
misma, recalca.
Destaca: “No necesito de la
pintura, ella necesita de mí. Me requiere para plasmar imágenes genéricas
abstractas e indeterminadas, y en general, un afanoso interés por la
psicología, fisiología y filosofía del mundo onírico y alucinado, para seguir
interpretándonos”.
Rodeado de cuadros,
caballetes, tubos de pintura al óleo, piedras decoradas y el olor a mango, nos
narra: “El verde esmeralda, el turquesa, el olivo combinado con los azules
cobalto, almirante, celeste y lapislázuli, emergen con la imagen de todos los
santos y arcángeles que se guardan en el olimpo de cada conciencia, de cada
espectador, de cada crítico, de cada mirada que se posa en mis pinturas”.
“Azules y verdes, de tierra, de mar, de alas, de vuelos, de mi propia vida,
están en los personajes que tienen siempre un mensaje”. Rubricó el pintor de
esta tierra suriana.
Conozco al maestro José Luis
Medina Manzanares, desde hace más de 30 años, hemos participado en exposiciones
pictóricas, intercambio de timbres postales y compartidos escenarios con poetas
y escritores. Medina es un coleccionista de timbres postales que cuenta con una
extensa compilación de todas partes del mundo; así como de sobres cancelados de
“Primer Día”, que causaría admiración de muchos y de todos los devotos de este
arte. Ambos fuimos amigos y colaboradores cercanos del maestro creador del “Teatro
de Las Máscaras”. Roberto Ceballos Delgado.
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