Sólo mediante presiones de todo tipo que llegan a la violencia y al gansterismo, es
como la fascista Ceteg, ha podido obligar a que directores de las escuelas
cierren planteles educativos, para ir a un loco paro indefinido, como parte de
un siniestro plan para tratar de desestabilizar no solo esta entidad sino parte
del país.
Los padres de familia de infinidad de planteles de
preescolar y primaria, son quienes se han opuesto al absurdo paro laboral, pero
es necesario que las autoridades educativas respalden a quienes verdaderamente
desean trabajar en las aulas.
Los cetegistas radicales exhiben una actitud
hipócrita y más falsa que un billete de diez pesos, cuando argumentan que su
paro laboral y las marchas, “son para exigir la presentación con vida de los 43
normalistas de Ayotzinapa”.
Lo que verdaderamente exige la Ceteg radical son
prebendas, plazas, mejores claves y muchos beneficios personales. Utilizan el
caso Iguala-Ayotzinapa como presión para el chantaje. Es bueno el negocio.
Los cetegistas radicales y violentos, tienen una
muy mala fama en esta entidad, a la cual han dañado mucho su economía.
Destruyen e incendian edificios públicos, agreden a la población y perpetran
todo tipo de delitos, pero cuando la policía –antimotines- interviene y les
impide bloquear carreteras y pretender tomar el Aeropuerto de Acapulco, son
chillones y parecen plañideras chinas.
En Acapulco, cetegistas bajo el mando de la maestra
radical Rosario Pérez Medel, trata de expulsar a la directora del jardín de
niños “José Antonio Adame”, Loreli López Melo, porque se opone a cerrar el
plantel, suspender labores y apoyar el loco paro laboral cetegista de los
“webones”.
Al igual que la maestra Loreli López Melo, existen
muchos maestros que en verdad desean impartir clases a los niños, y están en
contra del paro laboral decretado por la Ceteg radical y violenta que utiliza
métodos fascistas y cavernícolas para cerrar planteles educativos, con el
hipócrita argumento de “apoyar a la normal de Ayotzinapa y exigir la
presentación de los 43 normalistas”. ¡Falso todo eso!... ¡Cínico negocio!...
Punto.
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