Scarlett Johansson fue el rostro de la campaña de Moet et Chandon de 2009 |
“Oblivion Drinker”
(Bebedoras para olvidar). Esta es la etiqueta que ya le han puesto en EE.UU a
un creciente fenómeno. Se trata, dicen los expertos, de mujeres de clase media
que utilizan el alcohol para dejar a un lado el estrés del día. Y alertan de
los riesgos. Señalan la copa de vino como “la pequeña ayuda de mamá” (mother’s
little helper) y avisan de que muchas mujeres sustituyen los ansiolíticos
recetados por un copa al final del día. “Es una epidemia”, declara la
psiquiatra Henrietta Bowden-Jones y añade: “Mujeres inteligentes, con carreras
profesionales de éxito, e hijos, están usando el alcohol como una herramienta
para conseguir que su cerebro deje de ir a 300 millas por hora”. Conozco a
mujeres que beben a solas. Yo lo hago.
Algunas mujeres beben vino
al final del día, otras un gin tonic, o whisky escocés. Algunas mujeres beben
vodka. En las pelis norteamericanas las mujeres beben solas en la barras de los
bares, pero esas no son de verdad. Las que lo hacen, las ciertas, tienen un
lugar elegido para ese trago: puede ser en la bañera caliente, o en la terraza
de casa, o en la pequeña salita cuando ya no hay ruido de niños ni lavadoras.
Son mujeres transparentes,
como el líquido de la ginebra y, también como la ginebra, llenas de aromas que
se aprecian si las degustas despacio.
Las mujeres que beben
solas saben que ese es un minuto de libertad. Un momento para ellas, nada que
ver con pintarse las uñas, o comprarse un vestido. En el primer trago, paladean
el eco de las endorfinas que el alcohol desata en el cerebro, y se relamen.
Entonces aparcan las confusiones, los quehaceres cotidianos, el dobladillo del
pantalón, la reunión del miércoles, la cita que salió regular. Todo queda del
otro lado, y gozan ese instante como una transfusión de sangre oxigenada.
Cuando amanece, infatigables, vuelven a poner en marcha el día a día.
Las mujeres que beben a
solas saben que ellas flotan tras cualquier naufragio. Conocen ya que la vida
tiene baches, dificultades, que hay cosas que hacen herida. Y también saben que
después se pasa.
Son mujeres con historia,
con muchas historias, que no necesitan contar más veces, son las mujeres que le
gustaban a Chavela Vargas (Mujeres con historia y hombres con futuro). Chavela,
que bebió 45.000 litros de tequila.
A veces bailan, y lo hacen
sin mirar quien mira. A las mujeres que beben solas no les importa nada lo que
piensen de ellas, ni los vecinos, ni los psiquiatras. Si esa copa de vino, si
el gin tonic que paladeo esta noche mientras escribo, aparta a un lado el
ansiolítico caro que hoy recetan como aspirina, bienvenida sea esta epidemia.
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