Para la dirigencia nacional de Morena que se elegirá en noviembre próximo, solo hay una opinión y una opción y éstas pasan por Palacio Nacional.
Veamos. La corriente aglutinadora del descontento social que fortaleció al Movimiento Regeneración Nacional ha comenzado a diluirse; el bono democrático que llevó a Andrés Manuel López Obrador se decanta al ritmo en que la austeridad republicana ha emprendido un singular adelgazamiento de la administración pública federal con daños colaterales en el sector privado.
Por ello es importante consolidar al partido del Presidente. Un proceso elemental para evitar que el destino alcance a Morena en los comicios intermedios de 2021, con ausencia de López Obrador en las boletas de mantenerse firme la postura de la oposición legislativa de no aprobar que en la fecha de la elección se vote la consulta para revocar el mandato al Presidente de la República.
La insistencia de que en la boleta electoral del primer domingo de junio de 2021 aparezca el nombre de Andrés Manuel para que el ciudadano decida si le revoca el mandato, se entiende en la elemental fórmula de aplicar la ola AMLO ganadora en los comicios federales de 2018, cuando el tabasqueño arrasó en las urnas y se alzó con poco más de 30 millones de sufragios, y mantener la mayoría en la Cámara de Diputados, que será renovada en esa jornada del 6 de junio.
A la luz de los resultados del primer año de la LXIV Legislatura federal, con la aprobación de la Reforma Educativa y de la Reforma Laboral, la creación de la Guardia Nacional y enmiendas constitucionales y de leyes secundarias que se integran como basamento sobre el que se construye la 4T, puede considerarse que Morena está fortalecido como partido político.
Pero no hay tal. Diputados y senadores de Morena han sido disciplinados y prácticamente sin chistar han aprobado las propuestas del Presidente de la República. Pero el poder es el poder y, lejos de enderezarse como el acorazado que puede arrasar en los comicios intermedios de 2021, acusa problemas de solidez, de unidad partidista. Y eso lo conoce de sobra el tabasqueño.
Y es que las tribus heredadas del perredismo permean en las decisiones partidistas y en espacios legislativos¸ han hibernado y están en vías de volver por sus fueros como evidencia el activismo del llamado Movimiento Nacional por la Esperanza, dirigido por René Bejarano y su esposa, la ahora diputada federal Dolores Padierna, vicepresidenta de la mesa directiva de la Cámara baja, y la corriente que encabeza Alejandro Rojas Díaz Durán.
Díaz Durán por su cercanía con Ricardo Monreal Ávila, podría considerarse como el brazo beligerante y golpeador de éste senador que además de ser coordinador de la bancada senatorial de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, prácticamente tiene derecho de picaporte en Palacio Nacional, donde suele desayunar con el Presidente y acordar directamente como si fuera miembro del gabinete.
Por tanto, nadie se traga la especie de que Rojas Díaz Durán actúa independiente. Incluso, su cordón umbilical está estrechamente unido con el ahora canciller Marcelo Ebrard – Monreal lo calificó como el mejor integrante del gabinete--, con quien renunció al PRI en busca de nuevos estadios y finalmente está en uno, en el de las ligas mayores donde podrá hacer el trabajo que sabe hacer. Y reventar las aspiraciones de Yeidckol Polevensky es una encomienda en la que no puede fracasar.
Porque, vea usted, es un secreto a voces el enfrentamiento existente entre Ricardo Monreal y la señora Polevnsky, cuya idea de dejar el cargo a una persona de sus confianzas tiene el objetivo de consolidar a su grupo rumbo a los retos del futuro inmediato. Poder es poder.
En ése ánimo se entiende la insistencia de Martí Batres de reelegirse por un año más en la presidencia de la Cámara de Senadores, porque el equipo de la señora Yeidckol salió averiado del proceso en el que logró que Miguel Barbosa ganara la gubernatura de Puebla.
¿Conviene al Presidente contar con un partido en el que se negocian cargos y nominaciones a modo de la lideresa? No, porque esa estructura no es garantía de que servirá a la causa de Andrés Manuel, cuyo futuro después de la Presidencia no será precisamente la banca.
En fin. ¿Usted apostaría por la candidatura de Alejandro Rojas Díaz Durán a la presidencia nacional de Morena? Yo tampoco; ser rijoso y golpeador no es una carta de recomendación para dirigir al partido del Presidente y, sobre todo, consolidarlo como el partido que merecemos los mexicanos, pero sí puede hacer la tarea de minar espacios, las rutas de la señora Citlalli Polevnsky.
¿Entonces? Lea usted lo que hace unas semanas dijo Mario Delgado, cuando se le preguntaba, en entrevista para el diario El Economista, de sus aspiraciones y si hay prioridad para pensar en la presidencia de Morena.
“Sería un gran error pensar que todo está ganado, que tenemos que seguir apoyándonos en la ola de Andrés Manuel López Obrador y no que el partido tiene que organizar también su propia fuerza para que ya no tenga que ser jalado por el presidente, sino que ayude a empujar al presidente y su proyecto”.
Eso es lo que piensa quien ha sido candidateado por Ricardo Monreal, quien lo considera un peso pesado para dirigir a Morena.
Mario Delgado Carrillo no se negó a esa calificación de Monreal. No. Incluso en esa entrevista para El Economista declaró que está dispuesto al sacrificio.
En junio de 2021 se renovará a la Cámara de Diputados y habrá elección de 13 nuevos gobernadores. ¿Tiene Delgado la estatura y los amarres elementales de estas leyes no escritas para consolidar la mayoría legislativa y ganar esas gubernaturas?
Bueno, si Monreal lo califica peso completo y deposita en él su confianza por consolidar a Morena a medio gobierno de Andrés Manuel, no es aventurado estimar que Regeneración Nacional estaría dispuesto a dar la batalla para mantenerse en Palacio Nacional por un sexenio más.
“La renovación de dirigentes de MORENA debe ser a través de una elección abierta y democrática en la que participe el pueblo de México, que es el alma del movimiento más importante en la historia nacional”, dijo ayer Alejandro Rojas Díaz Durán y acotó:
“En su momento legal, me registraré para competir al cargo de Presidente del CEN de MORENA. En tanto, seguiré dando la batalla para que la gente decida quiénes deben ser los futuros dirigentes nacionales, estatales, federales, municipales y de las alcaldías de la capital de la República”. ¿Usted cree que se registre Rojas?
--¿Usted aspira o le gustaría participar en el proceso para renovar la dirigencia nacional de Morena?—preguntaron a Mario Delgado en esa entrevista para El Economista.
—Hay que privilegiar en el proceso de renovación del partido, que el partido salga fortalecido. Ésta debe ser la prioridad y en mi caso yo esperaría a ver qué va a plantear el partido en este proceso de renovación, en qué condiciones y bajo qué reglas—respondió Delgado.
--¿Le interesa?
—Yo estoy en una posición, la verdad que me honra mucho, me distingue mucho ser el coordinador de la mayoría de los diputados de Morena, todavía hay mucho trabajo qué hacer aquí. Pero si yo puedo contribuir a fortalecer al partido, claro que estoy dispuesto a ello, pero hay que esperar todavía la convocatoria del partido—resolvió el aún coordinador de los diputados federales de Morena.
¿Polevsnky tiene candidato? Subirse al encordado con el hombre de confianza de Ricardo Monreal fue una batalla que había perdido desde el momento en que descalificó al zacatecano y minimizó a Rojas Díaz Durán. Además, la deferencia presidencial hacia Mario Delgado es la señal que la aún encargada de la dirigencia de Morena no ha entendido. Conste.
@msanchezlimon
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