DICE BIEN EL DICHO. CUANDO
LA PERRA ES BRAVA, hasta a los de casa muerde, y exactamente eso es lo que está
pasando en el Ayuntamiento de Acapulco, encabezado por la alcaldesa Adela Román
Ocampo, y en donde la mayoría de los regidores que lo integran, y que son de su
partido, le ponen todo tipo de trabas no solo para que no se apruebe el
Presupuesto 2020, sino para todo tipo de acciones que tienen que ver con su
gobierno.
Y es que, ciertamente, son
los regidores de Morena, incluidos los dos síndicos, los que han hecho hasta lo
imposible para que no se apruebe el Presupuesto en cuestión, lo cual es de suma
importancia para la aplicación de los recursos públicos en ese municipio.
Ciertamente el sentido
común señala que quien le pondría trabas a la alcaldesa en el Cabildo porteño
serían los regidores de oposición, es decir, los del PRI y PRD, entre otros,
pero no los de su propio partido, es decir, de Morena, quien parece que aún no
entienden que son gobierno, pero además, que más allá de las diferencias, están
obligados a trabajar unidos y de manera coordinada por Acapulco.
Pero, pero ocurre que no.
Ocurre que en vez de ser un solo equipo, los dos síndicos y los regidores de
Morena son los primeros en ponerle trabas a la edil, de tal forma que son sus
principales opositores, amafiados con otros grupos de su propio partido con el
fin de hacerla fracasar en su objetivo de hacer un buen gobierno.
Así es, diría el Maestro
Columnista. Al igual que ocurre en el Congreso local, es el delegado del
gobierno federal en el estado, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, quien tiene metidas las manos en el Cabildo
de Acapulco, y quien le juega al
aprendiz de cacique con el fin de que no se mueva nada en Morena si no es de su
consentimiento, en una equivocada apreciación de que es el todopoderoso porque
supuestamente el Presidente de la República lo ve como si fuera su hijo, además
de que su hermana y su cuñado son cercanos al Ejecutivo federal.
Por supuesto, dice otro
refrán, no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre, aunque Pablo
Amílcar no hace más que las funciones de Oficialía de Partes, o mejor dicho, de
recibidor de solicitudes y demandas, y hasta de oreja, pues donde todo se
decide es en las oficinas centrales del gobierno federal, y las más de las
veces, en la del propio Presidente.
Obvio, eso no lo saben
diputados y presidentes municipales, así como síndicos y regidores, de ahí que
lo siguen, engañados de que de él dependen las croquetas, perdón, las próximas
candidaturas, aunque éstas se decidirán en otra parte, pero como no lo saben…
En fin que ése es el
asunto. Por eso es que los regidores del Ayuntamiento porteño, que siguen al
delegado, son los contras de la alcaldesa. El objetivo: hacer que su gobierno
naufrague, y que la edil sepa quien manda, al fin que para eso es el hijo putativo
del Presidente, su hermana secretaria de la Función Pública, y cuñado del
gringo loco que se dice asesor del propio mandatario federal.
Por supuesto, ni modo que lo acepten, y menos que ellos son
los que le han puesto piedras a la edil para que el presupuesto del
Ayuntamiento de Acapulco siga sin aprobarse.
Y eso, hay que decirlo, es
mezquino y perverso, pues el que no se apruebe el presupuesto del presente año,
más que afectar a la presidente municipal, afecta y perjudica a los
acapulqueños, y en especial a quienes viven en las colonias populares y
comunidades rurales, en cuanto a obra pública y programas sociales, así como de
asistencia y apoyo alimentario en favor de quienes menos recursos tienen, y más
ahora, como consecuencia de la pandemia por el coronavirus.
Triste, y lamentable, pues
en vez de apoyar, y hacer equipo con los alcaldes de su partido, con el fin de
que hagan un buen gobierno, el delegado federal en el estado les pone piedras
en el camino a través de sus incondicionales. Acostumbrados al pleito, a la
crítica, a ser oposición, no entienden que son gobierno y que en vez de andar
de pendencieros, deben cumplir con su responsabilidad de entregar resultados.
Hay que decirlo. Pocos son
los alcaldes, y alcaldesas, que tienen claro lo que deben hacer por sus
municipios, y pocos son también quienes tienen un compromiso con sus gobernados
con el fin de resolver los problemas existentes, y mejorar su condición de
vida. Sin embargo, paradójicamente son sus compañeros de partido los que les
ponen piedras en el camino. La edil de Acapulco es una de ellas.
Criticable la cosa. Como decía, en Morena no
entienden que son gobierno. Y que en vez de pleitos, deben dar resultados.
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julio651220@hotmail.com
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