SON MÁS DE 5 MIL MUERTOS.
CINCO MIL 177 para ser exactos. Y según parece, mañana lunes serán más. Y
pasado mañana, otros más. Y después más y más muertos por el coronavirus; ése
que según el presidente de la República, su gobierno ya lo tiene domado y por eso
hay que volver a la normalidad, aunque también dice que hay suficientes
crematorios en el país para incinerar los cuerpos inertes, y también
suficientes espacios en los panteones para que, en su caso, sean enterrados.
Cierto. Cinco mil 177
muertos no parecen ser nada si consideramos que el país tiene 127 millones de
habitantes. Y en efecto, parecen no ser nada cuando el Presidente Andrés Manuel
López Obrador, y el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, informan
sin ningún rubor las cifras de los decesos, como si los que mueren fueran
simples objetos que no merecen ningún tipo de consideración.
Sí, hasta este domingo,
los muertos por el también llamado Covid-19, ese virus que apareció en China
porque sus habitantes gustan de comer murciélagos, cucarachas, ratas y muchas
otras cosas, y que luego se expandió por Europa, matando a miles de personas
para después llegar a América, y al resto del mundo, ha matado, aquí y allá, a
muchos miles de personas al ser infectados por el coronavirus que tiene un alto
contagio, y que afecta más a quienes padecen enfermedades crónico-degenerativas
y por consecuencia, tienen bajas defensas en el cuerpo.
¿Usted se imagina lo que
son 5 mil muertos? ¿Se los imagina todos juntos? Así, en hileras? ¿Se imagina
cuántos eran padres de familia? ¿Cuántos eran abuelos? ¿Cuántos hermanos?
¿Tíos, sobrinos, compadres, vecinos? ¿Se imagina cuántas familias se quedaron
se quedaron sin el sostén económico? ¿Cuántos huérfanos, cuántas viudas?
Y sin embargo, todo ello
parece no importar, no sólo para el gobierno, que en voz del Presidente de la
República dice que son más los muertos por la delincuencia organizada, como si
eso fuera un consuelo, y como si existiera comparación al respecto. Tampoco
parece importar a un sector de la población que, como ha ocurrido en otras
partes del mundo, hacen caso omiso de las medidas de prevención, e incluso hay
quienes señalan que el coronavirus no existe y que sólo es una invención del
gobierno “para controlarnos”.
Lo cierto es que ya van
más de 5 mil muertos, y mientras no sean familiares de quienes no les importa
el coronavirus, o pongan en entredicho su existencia, la gente saldrá a las
calles, la mayoría de ellas, no por necesidad, sino por el simple hecho de torear
a la muerte, y porque dicen ya estar cansados del encierro. Otros,
encomendándose al Dios de su preferencia, y otros más porque tienen necesidad
de salir porque su familia tiene que comer para poder subsistir.
También, hay que decirlo,
mientras no se enferme el Presidente de coronavirus, o un ser querido de éste
muera, o algún secretario de estado, las cifras de los muertos, serán solo eso:
cifras como cualquier otras, números fríos y no vidas humanas que se han
perdido, ya porque no siguieron las medidas de prevención o no creyeron en la
letalidad del virus, o ya porque al estar en la primera línea de batalla, como
lo son los médicos y enfermeras, y ya también porque el gobierno no ha dotado a
los hospitales de aparatos médicos y material de prevención.
¿Quiénes son culpables de
estas muertes? ¿Acaso las autoridades del más alto nivel que siempre han
minimizado la pandemia, y que nunca le han dado la importancia a la letalidad
del virus, invitando a extranjeros a venir al país cuando otros gobiernos cerraban
sus fronteras, y llamando a la población a salir a la calle cuando era
fundamental quedarse en casa?
¿Son culpables acaso los
propios muertos por no acatar las recomendaciones de prevención y no quedarse
en casa cuando era necesario, en razón de que hasta ahora no hay una cura
contra la enfermedad y menos aún una vacuna? ¿Son culpables las autoridades por
no actuar a tiempo como ya está documentado?
Y es que, si bien para las
autoridades los muertos son simples números, para los deudos son historias de
familia; son padres, hermanos, esposos, hijos, abuelos, vecinos. Son seres
queridos que por uno u otro motivo han muerto a causa del coronavirus, no
porque ésta era la única enfermedad que tenían, sino que el Covid-19 agravó las
que tenían y al final los llevó a la muerte.
Por desgracia, hay que
decirlo, habrá muchos más, contrario a lo que dicen las autoridades federales
que le apuestan a “aplanar la curva”, es decir, a que haya menos casos todos
los días, lo que no quiere decir que no los haya, sino que éstos aparezcan con
más tiempo, en el futuro.
Triste la cosa. Mientras
los muertos se incrementan, el gobierno dice que el virus ya está domado, y que
por eso hay que volver a la normalidad, a la “nueva normalidad”, es decir, a
aprender a vivir con el coronavirus, o lo que es lo mismo, a aceptar que
seguirán los muertos por el virus, al fin que son más los muertos por la
delincuencia organizada, la misma que el gobierno federal está obligado a
prevenir y en su caso combatir.
Sí. Son más de 5 mil muertos.
Es como si fuera un pueblo entero.
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julio651220@hotmail.com
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