Ser diputado en Guerrero
resulta cómodo para la mayoría de los integrantes de la clase política, ya que
representa una gran oportunidad para gozar de inmunidad, percibir una jugosa
dieta legislativa, ser invitado a importantes eventos oficiales y ser tomado en
cuenta para ocupar otro cargo de elección popular o en la administración
pública (municipal, estatal o federal).
Son
contados los que realmente cumplen con su papel de legislar (hacer, proponer y
aprobar leyes a favor de los guerrerenses), de fiscalizar (vigilar y sancionar
desvíos en el gasto público) y de gestionar importantes obras para los
municipios que conforman los distritos que representan.
Es cierto, algunos de los
integrantes del Congreso local –18, para ser exactos– no representan ningún
distrito, ya que fueron electos por el principio de representación proporcional.
La diferencia entre los
diputados electos por mayoría y los que llegan por la vía plurinominal radica,
en que los primeros deben hacer una campaña para ganarse el voto de la
ciudadanía. En contraste, los pluris
no hacen campaña directamente, tampoco obtienen espacios en radio y televisión,
ni reciben presupuesto público para promoverse.
Los pluris llegan al Congreso a través de las listas que presentan los
partidos políticos ante el órgano electoral.
Con la reforma electoral
de 1977, promovida por el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, se crearon los
diputados plurinominales. La intención era permitir que las diversas
expresiones políticas, y sobre todo las consideradas como minoría, tuvieran
presencia en el Congreso de la Unión, aunque sus candidatos no hubieren ganado
una elección, esto ante el dominio del PRI.
Hay quienes promueven la
desaparición o reducción de los diputados plurinominales, especialmente Morena
y sus aliados (el PT y el PES). Lo cual no es mala idea, si lo que se trata es
ahorrar recursos y destinarlos realmente al pueblo.
Lo
que olvidan los legisladores de la mal llamada Cuarta Transformación es que gracias al principio de representación
proporcional lograron tener –antes de 2018– curules en la Cámara de Diputados y
en los Congresos estatales.
También debe quedar claro
que ganar una elección en un distrito no es garantía de un buen papel en el
Congreso o Cámara de Diputados. Y lo vemos en Guerrero. Hay quienes han sido
diputados en dos o tres ocasiones, y su desempeño es deficiente.
Asimismo, ser licenciado,
maestro o doctor en Derecho no es garantía para ser un buen legislador.
Lo que se requiere es
conocer los temas del momento, presentar una iniciativa de ley o un punto de
acuerdo y defenderla en tribuna; debatir con diplomacia y convencer a los
adversarios, y, sobre todo, no perder la cordura.
Desafortunadamente, la
mayoría de los que integran la LXII Legislatura son unos calienta curules,
ignorantes en Derecho y simples levanta dedos. Y lo que es peor: su lectura es
deficiente.
Hay quienes siguen
creyendo que la función de un legislador es regalar despensas a sus
representados y quedar bien con lo que diga su jefe político, al que le deben
la curul que ocupan.
Insisto, muy pocos
diputados son los que realmente están comprometidos con el quehacer
legislativo, el debate parlamentario y la fiscalización de los recursos
públicos.
En todas las fracciones y
grupos parlamentarios hay de todo.
Claro, la experiencia
también cuenta. Algunos han sido senadores de la República, diputados federales
o han formado parte de anteriores legislaturas, como son los casos de los
priistas Verónica Muñoz Parra, Jorge Salgado Parra, Alicia Zamora Villalva, Héctor Apreza Patrón, Omar Jalil Flores Majul, y del
perredista Celestino Cesáreo Guzmán.
Por Morena destacan por su
participación en tribuna los diputados Arturo
Martínez Núñez, Mariana Itallitzin
García Guillén, Luis Enrique Ríos
Saucedo y Moisés Reyes Sandoval.
La petista Leticia Mosso Hernández, la panista Guadalupe González Suástegui y Arturo López Sugía, de Movimiento
Ciudadano (MC), también destacan en la presentación de iniciativas y por
debatir en tribuna diversos temas de interés político-social.
Ojalá
la ciudadanía les exija más resultados a los diputados y aprendan a premiar y
castigar en las urnas a los que les quedó grande la curul. De lo contrario,
seguirá la improductividad legislativa y el valemadrismo.
Por
otra parte, es urgente y necesario que antes de concluya la presente
Legislatura se conozca el resultado de la auditoría practicada al ex presidente
de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), Antonio Helguera Jiménez, y a Pablo
Amílcar Sandoval Ballesteros –su antecesor–, ya que es evidente que el
morenista J. Jesús Villanueva Vega,
actual titular de dicho órgano legislativo, se hace guaje con el tema.
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