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No
se puede vivir de fantasías y sueños dorados.
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Costa
Grande y Chica, emporio de atractivos turísticos.
Viciado Acapulco por nula
planeación; escasa edificación de estructuras de diversión familiar; ínfima
importancia de sus promotores, saqueado en sus economías, abandonado por el
padroteo de políticos vivales que durmieron en el sueño dorado del Acapulco de
Miguel Alemán, no hubo alguien con los tenates del jarocho, para hacerlo
brillar como en aquellos años.
Solo hubo quienes vendieron
los sueños dorados, de la tan trillada e idiota frasecita: ¡Mi acapulquito bello
y hermoso!; pero, que jamás invirtieron el dinero en la ciudad como debió haber
sido como lo marcan los cánones del presupuesto. Las “etiquetas” se fueron de pinta a festejar el 10 de mayo.
Los saqueadores están allí a
la vista, se les conoce nombre y apellido y están agazapados unos; otros,
cínicamente se ventanean en grupos y organizaciones sociales, cual meretriz se
pavonean, dejando detrás el tufo de sus pillarías y canalladas. Ese, ese es el
Acapulco, jodido, apestoso, hediondo, con un maquillaje entre Avon y Fuller,
que deja entrever la desgracia que le acongoja, esa es su estadística, su
gráfica, su esquema muy cómoda al funcionario en turno, para esperar
plácidamente sentado el orondo presupuesto y disfrutarlo afanosamente entre
familia y amigos; y, no a quien le pertenece al acapulqueño trabajador. Número
adulterados. Números exactos a su embuste.
Acapulco, un enfermo
terminal, saturado de un “cáncer” que habita y permea en sus calles, en sus oficinas de gobierno,
en sus entrañas de planes económicos, en cada acapulqueño taxista, urbanero,
vende fantasías de metales. Una enfermedad que se acabó la gallinita, cuyos
huevos se pudrieron, se hicieron puque.
Solo un ciego no observa las
costas vírgenes, de espectáculos radiantes, de gente con otra visión pues han
surgido entre la desesperanza y el ahínco de sacar adelante sus terruños
turísticos. Allí se debe invertir, con decencia y honestidad -bueno es mucho
pedir- allí se debe llevar al turismo, al paseante total y al cabo, es Guerrero
también.
Acapulco, solo es un pretexto
un subterfugio, de funcionarios extorsionadores y gandallas; pues, la verdad sea
dicha. Cuenta con cadavéricas instalaciones y hoteles sin los atractivos de
solaz esparcimiento propios de un centro turístico; que además, tiene en sí en
su nómina a empleados con vicios, como: cleptomanías y otras malas mañas
que han afectado el patrimonio de los turistas. Y fobias, a la decencia y
buenos tratos, salvo excepciones.
Acapulco, no guarda ya los
requisitos mínimos de ser un sitio de atracción de flujo de paseantes de otras
latitudes como asiáticas o sibéricas. No se cuenta con atractivos familiares, para
decir que somos un puerto de atracción familiar sana. Todo el turismo chilango
y provinciano viene a darse un “chapuzón” con el 90 % de riesgo a ahogarse, pues
no tenemos un cuerpo de salvavidas -pese a ser un sitio de playa y per se,
debemos tener ese honorable cuerpo, ¿o no?- por lo tanto, ¿En manos de quien
queda el dinero para promocionar (sic) este rezagado puerto?
Al acapulqueño le gusta
convivir con la mentira del “Acapulco chido y de reventón” -cuando está
colapsado- le gusta el montón de basura en cada esquina, los baches, las marchas
de todo tipo y niveles, el abuso de los taxistas, la impertinencia de los
urbaneros, la ausencia de que antes en esa gloriosa costera transitaban las
luminarias filmográficas y magnates del billete suelto. Hoy es un corredor
solitario y la vitrina de la violencia. Anhelan la imagen de televisa cursi y
patética. De sus noticias empalagosas de aburrimiento e idiotez. Detestan la
verdad de ”Índigo”, que les abre los ojos y muestra un puerto lloroso, donde
todos hablan y nadie mete las manos, porque están tuncos y miopes.
Las costas de Guerrero, serán
la salvación o al menos una ruta del turismo internacional que aliviará a ese
importante sector de Costa Grande y Chica. Por allí el senador Armando Rios Piter,
trae bajo el brazo un buen proyecto. Lo mismo la titular de Turismo federal,
Claudia Ruiz Massieu, quien conoció en pasado reciente los atractivos de ambas
costas. Algo habrá de salir, por el bien de los guerrerenses que merecen
empleos y una mejor calidad de vida.
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