viernes, 5 de abril de 2013

¿DEMOCRACIA INCOHERENTE? POR JOSE M. GÓMEZ

Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet



Elemento inherente de todo proceso electoral y en general de todo ejercicio de dialogo político en el país, es la discordia, el desencuentro, la pugna y la impugnación. Todo esto al interior de un sistema de gobierno que acoge a la democracia mas cara del mundo. Ya desde el 2004 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Fundación Internacional para Sistemas Electorales, colocó a México como el país de mayor costo electoral, no únicamente en América Latina sino de una lista de 36 países de África, Asia y Europa. Para 2012 el presupuesto del IFE fue de más de 15 mil millones de pesos, que comprenden las prerrogativas: operaciones del instituto (salarios y proyectos) entre otras acciones ligadas al proceso. Tal derroche de dinero para que al fin y al cabo ninguna de las  partes quede conforme con el resultado y la democracia sea puesta en duda con todo y su monumental parafernalia. 


Ante tal situación cabe la pregunta, ¿es en verdad la democracia un sistema de gobierno que potencia la pluralidad y el orden social? Según estudios realizados por el premio Nobel de economía de 1972, Kenneth Arrow “una sociedad necesita acordar un orden de preferencia entre diferentes opciones, sin embargo, cada individuo en la sociedad tiene su propio orden de preferencia personal” por lo tanto, el problema es encontrar un mecanismo general (una función de selección social) que transforme el conjunto de los órdenes de preferencia individuales en un orden de preferencia para toda la sociedad. Lo anterior queda contenido en la llamada Paradoja de Arrow (o Teorema de Imposibilidad de la Democracia) que establece que cuando se tienen tres o más alternativas para que un cierto número de personas voten por ellas, no es posible diseñar un sistema de votación que permita generalizar las preferencias de los individuos hacia una preferencia global de la comunidad.
Ademas de este ejemplo, ya desde 1785 Nicolas de Condorcet publicó el “Ensayo sobre la aplicación del análisis a la probabilidad de las decisiones sometidas a la pluralidad de voces” en la cual explora la llamada Paradoja de Condorcet, que describe como las decisiones adoptadas por una mayoría popular, siguiendo un modelo de escrutinio, pueden ser incoherentes con respecto a las que adoptaría un individuo racional. Dicho de otra manera, cuando se usa un método de Condorcet para determinar el resultado de una elección cualquiera, la aparición de la paradoja entre las boletas arroja como resultado, que no existe un candidato, que al compararse con cada uno de los demás contendientes, sea preferido por más votantes. Y por lo tanto el objetivo central de los comicios no se cumple.

A pesar de lo anterios y antes de que corramos a la calle a incendiar todo aquello que tenga que ver con cuestiones electorales políticas y gubernamentales es justo decir que estos postulados cuestionan los sistemas de votación y elección, mas no el sistema democrático en si, como suele llegarse a pensar. Cualquier sistema de gobierno, incluyendo a la democracia, puede llegar a tener ventajas y desventajas evidentes en la praxis, mas no hay ninguna que ofrezca una libertad y poder al pueblo, sin el uso de las armas y el derramamiento de sangre, los defectos pueden ser corregidos siempre y cuando tomemos un papel activo en el proceso y no seamos entes pasivos esperando que otro pelee el futuro por nosotros.

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