Acaso haya quienes festejen el vandalismo y la actitud criminal de los normalistas de Ayotzinapa, y la de los seudo profesores cetegistas, pero éstos, por fortuna, son un grupo pequeño, comparado con los miles de guerrerenses, por sólo hablar de Guerrero, que requieren vivir en paz.
Es cierto. A todos nos duele la suerte de los 43 desaparecidos en Iguala, y la de aquellos que en una acción criminal, y por demás lamentable, perdieron la vida. Sin embargo, esos hechos no son motivo para que los manifestantes atenten contra la población que nada tiene que ver en sus demandas.
No se puede exigir justicia ante un hecho de violencia con más violencia. La violencia, es cierto, genera violencia, o a menos que sea eso a lo que le apuestan los que hoy incendian edificios públicos, incendian unidades motrices, saquean tiendas departamentales, y roban productos, además de secuestrar autobuses de transporte.
Es perverso que quienes están detrás de los normalistas, como los cetegistas y algunas organizaciones sociales le apuesten a la represión, y en consecuencia, a que haya más muertos. Sólo estas mentes criminales pudieron enviar a los estudiantes de primer año, a Iguala, como carne de cañón, o mejor dicho, al matadero, sabiendo cómo estaban las cosas allá.
En suma, a quienes festejan y hasta incitan a los normalistas a cometer ilícitos, habría que recordarles que, como en el 68, pretenden enviarlos al matadero para que tengan nuevas banderas de manifestación.
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