KARMELYNDA VALVERDE |
Motrucudo reto, el que le
tocó afrontar a don Héctor Astudillo Flores, quien desde el fondo de su corazón quiso y quiere, abonarle
a la paz y la tranquilidad en mi pozolero estado. Digo, si ya de por si es
sabido que el pueblo guerrerenses tiene muy arraigado el espíritu yope, y que
‘’de nación’’ somos subversivos
‘’delicados’’ y ningún fuste nos sienta, el grado de complicación para la
gobernabilidad aumenta al mil.
Sí, no debe ser nada fácil
gobernar un estado como Guerrero, con tantos rezagos, con tanto abandono, y
muchos menos cuando los tejidos sociales están completamente rotos y la
delincuencia ha corrompido las buenas consciencias. Este es el Guerrero
que le ha tocado gobernar a don Héctor, y eso está lo que le
sigue de K.
Y luego, por si todo el
desma delincuencial no fuera suficiente,
resulta que algunos compitas plumíferos están prestos para que a la menor
provocación darle su testereada al Gober Astudillo, sacando de contexto y
magnificando sus dichos, ¡chintehua, no se vale!. No se vale que sea de chía y
digan que es de horchata.
Sobre todo en momentos
en que debe prevalecer la coincidencia que da el paisanaje, la
armonía, la concordia, entre la cuatitud pozolera, no se vale que le abonen a
la división y la maledicencia. Bastante tenemos con los deslenguados oficiosos
que cobran como legisladores, otros como líderes morales y otros mequenques y
huele moles infaltables, que padecen de incontenibles diarreas orales, a los
que poco les importa las mamarrachadas que hablan pero que tienen que soltar la
lengua al cabo que esta no tiene hueso.
La tarea es unirnos en
torno a nuestro Gobernador, no dividirnos. Yo por ningún lado veo a Astudillo
como un dictador, ordenando a los plumíferos un gubernamental ‘’chitón perico’’
en aras de tapar el sol con un dedo. ¿Qué carambas tiene de malo que pida que
se hable bien de Acapulco?...hablar bien del lunamielero Acapulquito, no es un delito ¡sino una
obligación!….estamos obligados a hacerlo, sobre todo cuando los periódicos
hacen su agosto en la venta, por la nota roja.
Hablemos bien de Acapulco,
porque lo malo no necesita publicidad, solito se promueve. ¡He dicho!
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