A
semejanza de lo que acontece en el ámbito mundial, existen comunidades en el
suelo patrio que, además de sus paisajes excepcionales, poseen diversidad de
potajes y antojos mexicanos que satisfacen y deleitan paladares exigentes de
propios y extraños. Si a estas peculiaridades se les aúna el trato amable de
la gente que las habitan, estas
colectividades saltan a la notoriedad. Y, amén de ser frecuentadas por su
entorno, historia, tradiciones y
costumbres admirables, el flujo de visitantes se intensifica por el sabor y
características de sus platillos
típicos.
Viene
a cuento lo anterior, porque en algunos
hogares de Tixtla de Guerrero, México,
además de consumir el consabido y delicioso pozole condimentado con
orégano, cebolla, picante y jugos de limón o lima agrios; atoles, ya sea blanco
saboreado con pedazos de calabaza, camote, pachayota o torrejas empanochadas; atoles
champurrado, de piña, o arroz consumidos con pan blanco o tamales heridos; el apetecible fiambre aderezado con jugos
agridulces; o chivo en barbacoa (chito), mole verde o las típicas tostadas.
En
este tenor, también es habitual que en la mesa o en el suelo destinado a los
cultivos, se sirvan: frijoles fritos o refritos con manteca de cerdo, tortillas
recién salidas del comal, tamales tololochis,
tamales hechos con masa y frijol entero o garbanzo, queso fresco,
pedazos de chicharrón o tiras de tipishihui asado en las brasas, acompañados de
chimole o salsa hechos en molcajete, rábanos y tlanipa; sin olvidar un manojo
de ramillas de cilantro, papatla, pipitza,
cococatzin, escobitas o tepalcasho…
Pero
cuando en la mesa del hombre o la mujer pobres, que constituyen una mayoría en
la población, no hay recursos económicos para estos lujos nutricionales, un
plato con frijoles apozonquis, memelas
hechas con masa obtenida de maíz criollo, quelites y chile verde, son delicias
que estimulan, nutren y fortalecen. He aquí que tener y consumir éstos, sean
razones demás para dar gracias a la vida
en estos tiempos de pobreza en los que hay personas que sufren grandes carencias.
He aquí también que justificadamente quepa
afirmar; en Tixtla de Guerrero, ciudad poseedora de historia patria, tradiciones
y costumbres propias, el oriundo de esta tierra y el viandante, encuentran,
además de sorbos de reconfortante mezcal extraído de verdes magueyes,
degustaciones, deleites que satisfacen al paladar.
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