En aquellos años de la
praxis política en la que abrevó el licenciado Andrés Manuel López Obrador, dos
palabras demostraban el tamaño de los acuerdos entre caballeros: aseo político.
Palabras de máximo respeto
acuñadas por el profesor Enrique Olivares Santana, a quien sólo le faltó ser
Presidente de la República. Fue gobernador de su natal Aguascalientes, diputado
federal, secretario de Gobernación, presidente del Senado de la República,
embajador en Cuba y el primer embajador ante el Estado Vaticano, cuando en la
administración de Carlos Salinas de Gortari se reanudaron las relaciones con la
Santa Sede.
“Ayúdeme a ser aseado”, me
dijo el profesor Olivares Santana aquella tarde soleada de 1992 en la que, por
la lateral de Paseo de la Reforma caminaba junto con Francisco Merino Rábago
rumbo a un restaurante de la Zona Rosa. El 20 de septiembre de ese año se
habían reanudado, después de más de 130 años de ruptura, las relaciones entre
el Estado Mexicano y el Estado Vaticano
Y es que me habían
filtrado la información de que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari
lo había designado embajador ante el Estado Vaticano y solo esperaba el placet
o beneplácito para viajar a Roma y entregar al Papa Juan Pablo II sus cartas
credenciales.
Por supuesto, buscaba la
declaración del primer embajador que, además, era declarado juarista. Caminamos
y me hizo comentarios personales, presumió que comería con su amigo Paco Merino
Rábago y cuando le pregunte la opinión de un juarista en el Vaticano, sonrió y
con ello respondió, pero pidió: “Por favor, ayúdeme a ser aseado”.
Lección de un político de
aquellos días en los que, dígase lo que se diga, hicieron escuela con el
partido hegemónico y una oposición que había sido perseguida y reprimida. El
PAN firme en sus posturas y con la resistencia civil aplicada a principios de
la década de los 80 y una izquierda que se aprestaba a dar la batalla y
aglutinarse en el Partido de la Revolución Democrática.
Y, en esos tiempos dos
personajes apenas balbuceaban réplicas contestarías. Martí Batres llegaba al
PRD después de generar una crisis en la Universidad Nacional Autónoma de
México, como militante del CEU, y Gerardo Fernández Noroña buscaba espacios en
la oposición perredista, muy a su estilo y se le conocería intransigente y
protagonista cuando se tiraba al piso, literalmente, frente al entonces
presidente Ernesto Zedillo para que éste atendiera sus demandas como dirigente
de la Asamblea Ciudadana en Defensa de los Deudores de la Banca.
Solía pedir apoyo a
quienes cubríamos la fuente presidencial, para burlar al personal del Estado
Mayor y gritar sus demandas.
--¿Gerardo, de qué
vives?—pregunté a Fernández Noroña.
--De mis taxis, tengo unos
taxis—respondió.
Hoy, Martí Batres
Guadarrama y Gerardo Fernández Noroña están instalados en el lado opuesto del
aseo político, han roto con las reglas que suelen asumirse con disciplina en
las cúpulas dirigentes. Pero la ruptura no es parte de su formación opositora.
No. Ambos llevan en el ADN del protagonismo y el poder por el poder mismo.
Martí suele ser mesurado y Gerardo estridente con el insulto a flor de labios;
pero ambos intransigentes.
Así, hace un año cuando
Martí Batres Guadarrama buscó la reelección en la presidencia de la Mesa
Directiva del Senado, se encontró con un dique formal, de respeto a la equidad
de género, porque tocaba a una mujer ocupar la presidencia senatorial.
Martí se instaló al frente
de 29 senadores y senadoras con quienes presionó al coordinador de la bancada
senatorial de Morena, Ricardo Monreal Ávila, a quien incluso exigió renunciar a
la coordinación y a la presidencia de la Junta de Coordinación Política;
fracasó en el intento y durante un año rumió la derrota.
Hoy ha vuelto a las andadas,
pero sólo cuenta con 13 senadores que son iguales a él en eso de los
protagonismos y la estridencia, aspirantes a cargos mayores como la senadora
Antares Guadalupe Vázquez quien sueña con el Palacio de Gobierno en Guanajuato;
o Napoleón Gómez Urrutia cuya ambición es convertirse en el máximo dirigente
sindical del país, e incluso José Narro que dejó el Partido del Trabajo y
quiere ser gobernador de Zacatecas.
El próximo domingo Martí
conocerá nuevamente la derrota, si es que se atreve a registrarse como
aspirante a la presidencia de la Mesa Directiva del Senado, conforme a la
convocatoria que fue hecha pública ayer miércoles, firmada por Ricardo Monreal
Ávila, como coordinador de la bancada de Morena, y Sasil de León Villard,
coordinadora de los senadores del PES.
No firmaron Manuel
Velasco, coordinador de la bancada del PVEM, y Geovanna del Carmen Bañuelos de
la Torre, coordinadora del grupo parlamentario del Partido del Trabajo, aliados
de Morena, pero sin duda sus votos serán para Óscar Eduardo Ramírez Aguilar,
quien cuenta con el apoyo público del PRI y del PAN para rendir protesta en el
relevo de Mónica Fernández Balboa.
El próximo domingo 30 será
elegido el senador Ramírez Aguilar como propuesta de Morena ante pleno para la
presidencia senatorial, una vez que entre mañana viernes y pasado mañana
sábado, se registren los aspirantes de Morena. Reitero: ¿se inscribirá Martí?
Está, sin duda, en el momento en que puede comulgar con la máxima del profesor
Olivares Santana y proceder con aseo político; porque en el 2021 seguramente
será el llanero solitario de la bancada morenista.
Quizá en la segunda parte
del periodo sexenal en el Senado, es decir, en la LXV Legislatura, Martí sea la
permanente oposición contestataria en la bancada de Morena, o ¿por dignidad se
irá a buscar otro espacio en la 4T? Difícil saber de las aspiraciones de quien
saltó del CEU a espacios de primera línea en la oposición y, ahora que forma
parte del poder en las ligas mayores, sólo busca un cargo que satisfaga sueños
de opio. Así de pequeño, político minimalista.
Y ni qué decir de Gerardo
Fernández Noroña que ya se imagina en la presidencia de la Mesa Directiva de la
Cámara de Diputados, en relevo de la panista Laura Rojas, cuya tarea fue
reconocida incluso por él, en una actitud de doble lenguaje porque, cuando hace
unos días le dieron espacio de una hora en Canal Once, entrevistado por Gibrán,
se dedicó a descalificar e incluso insultar a la diputada Rojas.
¿Qué nivel tendría el
último año de la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados con un presidente
en la mesa directiva, como Fernández Noroña? Es pregunta.
Pero, ayer, como vicecoordinador de la diputación federal
bancada del Partido del Trabajo (PT) en Gerardo Fernández Noroña, declaró que
la bancada ya tiene seis legisladores más amarrados y, con ello, se convierte
en la tercera fuerza política en la Cámara de Diputados. Por supuesto, ya se
hace en la presidencia de la Mesa Directiva cameral a partir del próximo martes
1 de septiembre.
Fernández Noroña no quiso
dar nombres de los nuevos petistas, pero lo que sí dijo en su perorata en el
Canal Once, es que tiene todo para ser Presidente de México, el relevo del
ciudadano presidente López Obrador. ¿Aseo político? Martí Batres y Fernández
Noroña ejemplares especímenes de los sueños del poder.
El entrante lunes 31, el
pleno del Senado por el mecanismo presencial y a distancia elegirá como
presidente por el tercer año de la LXIV Legislatura a Óscar Eduardo Ramírez
Aguilar, sin duda; Ricardo Monreal ha hecho su tarea y los consensos superan al
disenso del Bronx comandado por Martí.
En contraste, en la Cámara
de Diputados no hay certidumbre de que Mario Delgado, coordinador de la
fracción de Morena cumpla con el acuerdo constitutivo para que el PRI asuma la
presidencia en relevo del PAN. La previsión es que Dulce María Sauri Riancho
rinda protesta en sustitución de Laura Rojas, o ¿será que Delgado Carrillo
avalará el agandalle de Fernández Noroña? ¿Dónde el aseo político? Conste.
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