Lo dicho. ¿Finalmente, el licenciado Andrés Manuel López Obrador cayó en la cuenta de que dejó de ser candidato, que es Presidente electo y no un ciudadano más, pese a su terca versión de que es hijo del pueblo?
Porque su proceder y la ausencia de control, mando y responsabilidad en las funciones entre los integrantes de su burbuja, además de las discrepancias entre quienes han manifestado absoluta disciplina y obediencia en el Congreso de la Unión, ha derivado en una revancha en la burocracia de medio pelo que siente llegado el momento para ascender y ocupar los cargos directivos, jefaturas y posiciones operativas.
Es elemental que entre esa burocracia que se declaró priista pero a la hora de la hora votó con la absoluta deslealtad y se echó a los brazos de la corriente morenista, no aspira a los cargos de primera división. Quizá, sí, a direcciones pero no a ocupar la cabeza en las dependencias federales ni en los mandos que integran a esa burocracia dorada, como la llama López Obrador y sobre la que se ha enderezado la espada de Damocles.
El caso es que, el desparpajo con el que se ha conducido el licenciado Andrés Manuel López Obrador, pese a su declaración del sábado último, en Nogales, Sonora, de que ya se tiene que moderar porque ya no puede hablar como antes, debido a que tiene una investidura que cuidar, ha permeado entre esos trabajadores al servicio del Estado, al nivel de que han comenzado a practicar el deporte de la revancha.
Embozados en subdirecciones o cargos intermedios, unos, y otros en niveles de operatividad como subjefes o de plano personajes que sólo se presentaban a checar entrada y salida para irse a echar a la hamaca, o aquellos cuyos intereses personales estaban por encima del ciudadano que requería de sus servicios y debía pagar por ellos, han emprendido una singular operación para dizque correr a quienes han sido sus jefes.
Hay dependencias públicas en las que han regado la especie de que, como votaron por Morena y son amigos, compadres o conocidos de diputados federales, senadores o quienes serán delegados del Ejecutivo Federal en los estados, están en condiciones de adelantar quiénes se van y quiénes se quedan.
Ofrecen, incluso, cargos a compañeros de trabajo que no son precisamente simpatizantes o militantes de Morena ni de alguno de estos partidos políticos que hizo alianza para defenestrar al PRI, aunque muchos de ellos fueron cómplices del desgobierno que en menos de seis años alzó al tricolor a las alturas del poder público y luego lo dejó en caída libre con menos de la mitad de sus votos duros.
Por supuesto, esa mecánica de la revancha se imagina en el uso de la Santa Inquisición, ante cuyos Torquemada se denunciaba al vecino, amigo, enemigo, contrincante en amores o compadre como denostador de la iglesia católica, adorador del demonio, para llevarlo a la hoguera y hacerse de sus bienes, incluso de sus familias. Valga la analogía.
Sí, es importante que el Presidente electo modere sus declaraciones, se deje de baladronadas y, sobre todo, de la contradicción verbal porque, quiérase que no, es ejemplo a seguir y, bueno, sólo hay que echar un vistazo en buena parte de quienes hoy se asumen como los nuevos dueños del país, éstos personajes que lo mismo descalifican a los periodistas que acusan a la prensa fifí de defender intereses políticos y económicos contra el licenciado López Obrador y ofrecen cambios y garantizan respeto a libertades que ya tienen esa garantía en la Constitución.
Y, en ese tenor, la evidencia del retorno de una mezcla del PRI de los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, ahí está en esa oferta de la IV República con el Presidente como señor feudal, el monarca cuya voz en la única a escucharse y atenderse en el país, mientras sus servidores, acompañados de esa corte de lambiscones, que él reconoció abundan en esta dizque nueva etapa de gobierno, muy a su estilo.
¿Gobernarán en el escenario de la revancha, con la mirada puesta en el retrovisor y la impunidad de quienes, medianos y mediocres burócratas que un día se fueron a dormir priistas y amanecieron morenistas, hoy se reparten cargos en el sueño de sentarse en la oficina de quien ha sido su jefe?
Los excesos y las impunidades, los linchamientos en todo lo alto, de quienes no se dan cuenta de que ya ganaron y la campaña concluyó. Conste.
@msanchezlimon
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